Este nuevo sendero ciclista conectará ocho países europeos
El Trans Dinárica es un corredor que permite acceder a ciudades, remotas aldeas de montaña y tradiciones antiguas.
Actualmente, el Trans Dinárica, la nueva ruta ciclista transfronteriza, conecta Eslovenia, Croacia y Bosnia y Herzegovina. Este sendero, que comienza en el valle esloveno de Soča, cerca de Italia, se dirige al sur por la costa Adriática croata, toma dirección este y terminar en Sarajevo, la capital bosnia. Sin embargo, la meta final de la ruta —como indican los organizadores de la red ciclista— es atravesar los ocho países de los Balcanes occidentales y, finalmente, abarcar Montenegro, Albania, Kosovo, Serbia y Macedonia.
Con una combinación de superficies, que incluyen senderos de montaña de vía única, caminos de gravilla y tramos de asfalto, la ruta pone de relieve el amplio abanico de paisajes de la región: colinas sobre el mar, pasos de montaña, lagos y ríos alpinos y pueblos en el corazón de los Alpes Dináricos (de ahí el nombre de la red) y las cordilleras contiguas. El Trans Dinárica, aventura y cultura a partes iguales, aporta una insólita imagen de este rincón del suroeste de Europa, que aún posee una autenticidad genuina arraigada en la tradición secular de recibir a los invitados con comida, vino e historias sobre la región.
La idea del Trans Dinárica comenzó en 2016, cuando tres turoperadores —de Eslovenia, Croacia y Bosnia y Herzegovina— se asociaron para crear un corredor que abarcaba los Balcanes occidentales, una zona no muy visitada por los turistas. La misión consistía en combinar el ciclismo (con énfasis en el ciclismo de montaña) con la densidad de la experiencia de Viejo Mundo que ofrece la región. Al hacerlo, la red también combate los problemas de infraestructura y accesibilidad y contribuye a fomentar los negocios locales y autóctonos. El Trans Dinárica, inspirado en el sendero Vía Dinárica, que discurre en paralelo a la ruta ciclista y abarca casi 1.930 kilómetros por esos ocho países, permite a muchos visitantes pasar por primera vez por los lugares, aldeas y parques nacionales de la Unesco de la zona.
Recientemente, un grupo de ciclistas emprendió el viaje desde Sarajevo, la capital de Bosnia y Herzegovina, en un trayecto exploratorio de tres días y 320 kilómetros para iniciar la expansión del Trans Dinárica hacia el sur, a Podgorica, la capital de Montenegro. A las afueras de la principal ciudad de Bosnia, el tráfico urbano se canalizó por una maraña de callejones adoquinados a lo largo de los cuales se amontonaban casas de madera y barrios de la era otomana. Entonces, la civilización dio paso a carreteras amplias que unían comunidades remotas. Los tractores remplazaron a los coches y fuentes similares a abrevaderos aprovechaban manantiales que abastecen de agua a las comunidades. Durante horas, solo se veía una granja tras otra ante la frontera compartida entre los países, dibujadas en el horizonte y bajo los picos circundantes.
Cuando los ciclistas se perdieron al intentar diseñar la nueva ruta hacia la frontera montenegrina, dejaron sus bicicletas apoyadas contra unas vallas hechas a mano frente a las granjas, de cuyas chimeneas de ladrillo salían penachos de humo. Hombres y mujeres dejaron de trabajar en sus huertos e invitaron a los ciclistas a café, pan fresco, queso y schnapps casero mientras debatían sobre el valor de los mapas y los dispositivos GPS de los viajeros. Esta rutina de exploración e interacción se repetiría, como parte de la razón de ser de la ruta, en ambos países.
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«Debido a las muchas comunidades que atraviesa, el Trans Dinárica no parece turismo típico, porque no lo es», afirma Edo Vričić, de VMD Adventure Travel, el turoperador croata que ayuda a desarrollar la ruta. «Son lugares reales que no están habituados a los turistas, pero a los que les encanta ejercer de anfitriones».
Jan Klavora, de la agencia de Liubliana Visit Good Place y socio esloveno, está de acuerdo y añade que este tipo de viaje, a «velocidad humana», es perfecto para los Balcanes. «Decimos que los ciclistas son lentos y están hambrientos», afirma Klavora. «Y como los ciclistas no pueden transportar mucho —pero pueden llegar a todas partes—, este sendero ayuda a transformar la infraestructura del camino y aporta un motor para los negocios en áreas remotas, donde apenas acuden turistas a excepción de senderistas».
En la frontera montenegrina, el grupo de ciclistas que expandía el Trans Dinárica atravesó el río Tara, que fluye por el cañón de Tara, la segunda garganta más profunda del planeta. Ante los viajeros, los picos nevados y escarpados del parque nacional Durmitor se convirtieron en el nuevo telón de fondo, donde podían ver pastores conduciendo a sus rebaños por las comunidades de las laderas.
«Lo que pretende el Trans Dinárica es crear una ruta desafiante e inspiradora a través de un área de Europa relativamente intacta», afirma Thierry Joubert, de Green Visions, un turoperador de aventura de Sarajevo y socio bosnio de la red. Según Joubert, los senderos de montaña de vía única predominan en la sección eslovena, pero mediante las mejoras actuales, se están trazando más senderos técnicos y rutas alternativas para cada nivel de experiencia y preferencia de ciclismo por Croacia, Bosnia y Herzegovina y más allá. «La razón de que la ruta tenga éxito son los propios Balcanes occidentales. La región alberga innumerables panorámicas que quitan la respiración, literalmente, y hay oportunidades para sentarse, comer y beber con los lugareños que viven para compartir su cultura y se enorgullecen de entender su importancia».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.