Eslovenia da la bienvenida a la primavera con un carnaval lleno de monstruos
La antigua tradición eslovena del «pust» estuvo a punto de desaparecer, pero los eslovenos intervinieron.
En el oeste de Eslovenia, a dos horas de Liubliana, el río Soča atraviesa las colinas que rodean un cúmulo de aldeas de cuento de hadas. Esta región frondosa, donde los Alpes julianos se topan con la frontera italiana, ha sido durante años un centro de aventuras al aire libre, como el rafting o el senderismo.
Pero aquella mañana a finales del invierno, mientras la niebla rodea las riberas, el escenario natural se convierte en el telón de fondo perfecto para un desfile de monstruos.
No, no es una alucinación. Forma parte del pust, el carnaval esloveno, vinculado a la festividad cristiana de la Septuagésima. Es una tradición milenaria que estuvo a punto de desaparecer debido a los esfuerzos de los líderes eclesiásticos que la desaprobaban y, más adelante, a un régimen socialista.
Por suerte, el pust prevaleció y se convirtió en uno de los mayores eventos culturales de Eslovenia. Es todo un espectáculo: los lugareños se ponen máscaras y disfraces elaborados hechos a mano, algunos con un cinturón de cencerros que resuenan mientras caminan y vibran por el pueblo. No hay nada mejor para ahuyentar cualquier vestigio del invierno y allanar el camino para la llegada de la primavera.
«El pust es uno de los rituales más antiguos [celebrados de forma continua]», afirma Janez Bogataj, etnógrafo esloveno. «Data de mucho antes de la época cristiana».
Según en qué pueblo estés, el festival adopta nombres y características diferentes, que son defendidas ferozmente en cada aldea. Es probable que el más famoso del país sea el Kurentovanje, el carnaval de Ptuj, cuyos monstruos (que allí se llaman kurenti) atraen a grandes multitudes a esta ciudad del este. Los detalles varían según la región, pero hay algo inamovible: los monstruos son las estrellas.
Conoce a los monstruos
¿Quiénes son estas temibles criaturas que ostentan el poder de convocar la primavera? Los llaman «los guapos» y «los feos» (ta lepi y ta grdi, respectivamente, en el dialecto local). Y cada grupo, junto a todos sus personajes relacionados, desempeña papeles importantes.
Como un comité de bienvenida para la primavera, «los guapos» (representados como recién casados, médicos y otros personajes) visitan las casas, ofrecen regalos y toman algún que otro chupito de aguardiente casero. Para los propietarios, estas visitas prometen buena suerte para el resto del año.
«Los feos» (demonios o mujeres que llevan a sus maridos en una cesta) son los encargados de las fechorías. Su trabajo consiste en ahuyentar el invierno y «matar» al Pust (es decir, el Anciano Invierno, representado como un muñeco de paja). Los pustje, los más icónicos, llevan trajes de colores hechos con tiras de tela y cascos con cuernos de carnero y caras demoníacas de madera. Llevan los brazos cubiertos de hollín. En algunas aldeas, también blanden tenazas de madera.
Juntos, estos grupos variopintos llegan a los límites del pueblo, donde se prende fuego al Pust.
Las tradiciones artesanales
Los lugareños están orgullosos de su interpretación de las tradiciones antiguas del pust. En Kanal y los pueblos en los alrededores de Lig, los aldeanos llaman a su festival Liski y su motivo de fama son las bakreni, unas máscaras brillantes hechas de chapa.
Las bakreni (que antes se hacían de cobre) y el festival quedaron olvidados tras la Primera Guerra Mundial, cuando descendió el suministro de metal. En la década de 1950, los lugareños descubrieron una máscara de cobre del siglo XIX durante las renovaciones de una casa.
El objeto, conservado por un pintor llamado Pavel Medvešček, inspiró al residente Branko Žnidarčič a reavivar la tradición de fabricación de máscaras y el festival en los años 80. Actualmente dirige un taller y un museo donde exhibe más de 200 de sus creaciones.
«Empecé a crear reconstrucciones de personajes antiguos casi olvidados con la ayuda de los documentos y bocetos de Pavel Medvešček. Antes de que cayeran en el olvido, registró muchas figuras carnavalescas, que describió y dibujó con precisión», explica Žnidarčič.
Las máscaras también son importantes para los residentes de Drežnica por un buen motivo. El carnaval de Drežnica es famoso por su antigua máscara de «feo», que algunos aldeanos creen que es la más antigua de la localidad.
Con una sonrisa maníaca enmarcada en unos labios rojos sobredimensionados, una hilera de dientes blancos y una lengua de cuero rojo, y una melena enorme de piel de oveja enmarañada y cuernos de carnero, la máscara asustaría incluso a los más valientes.
Interpretaciones únicas
Los disfraces no son los únicos aspectos de la tradición que difieren según la aldea. Algunos pueblos siguen pautas diferentes, lo que puede provocar rivalidad entre localidades vecinas respecto a quién celebra mejor el pust.
A diferencia del pust de Drežnica, los aldeanos celebran el Ravenski una semana antes del martes de Carnaval y son muy rigurosos a la hora de hacer las cosas según la tradición. Tras las visitas del día, cuando anochece, el desfile de monstruos adquiere un tono solemne.
Los «portadores» demoníacos (personajes exclusivos de este evento) arrastran un trineo de ramas en el que sacan al hombre de paja (Pust) de la aldea. Allí prenden fuego a toda la estructura y las llamas iluminan la noche.
En cambio, el pust de Drežnica añade un juicio y una «ejecución» con una escopeta por si acaso antes de quemar al Pust. Estas diferencias pueden parecer insignificantes para los extranjeros, pero son detalles cruciales para los lugareños.
De niños a hombres
Este es un caos organizado. Estas festividades divertidas están impregnadas de antiguas creencias sobrenaturales que van más allá del rito de la primavera. Para muchos, el pust también es un rito de iniciación en el que los niños se convierten en hombres.
Una parte importante de cualquier festival de pust consiste en que los pustje persigan a los niños por la ciudad. Una vez los atrapan, los monstruos los «golpean» en broma con calcetines llenos de ceniza, llenando el aire de nubes de humo.
Este espolvoreo «bautismal» se refiere a la hoguera que pone fin al pust (el invierno, la infancia y todo eso). Con la llegada de la primavera, los niños cubiertos de ceniza se transforman en hombres. Para algunos, esto significa que tendrán que asumir los papeles de monstruos en el próximo pust, iniciando el ciclo de nuevo.
Para algunos habitantes, el pust es más importante que cualquier otro acontecimiento vital.
«Lo explicaré de esta forma: si mis exámenes finales del colegio coincidieran con el pust, preferiría celebrar el pust y volver a cursar ese año escolar», afirma Blaž Rakušček, presidente del Ravenski.
En 2024, el Pust se celebrará del 6 al 14 de febrero.
Noah Charney es un escritor autónomo, escritor y finalista del premio Pulitzer que vive en Eslovenia. Síguelo en Facebook e Instagram.
Ciril Jazbec es un fotógrafo y explorador de National Geographic originario de y asentado en Eslovenia. Síguelo en Instagram.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.