'Desgarrados', un ajuste de cuentas con el riesgo en forma de emotivo documental de alpinismo
Escenas de una vida que equilibra la aventura y la familia, un equilibrio que, para Alex Lowe, terminó en tragedia.
Existen miles de historias sobre hazañas de alpinistas (repletas de riesgo y sin apenas oxígeno), en los lugares más altos del mundo. Pero pocos de estos relatos tienen en cuenta la vida personal de estos aventureros, pues se ven obligados a dejarla en casa. Esta ausencia pasa por alto una parte de la historia: cada segundo que la mayoría de estos profesionales de las alturas pasan jugándose la vida en los entornos más extremos del mundo es un segundo que pasan lejos de otros (esposas, maridos, padres, hijos) que se encuentran soportando una espera agotadora.
Para ellos, esos segundos pueden convertirse en meses que viven aferrados a finísimos hilos de comunicación, mientras sus seres queridos tientan a la suerte en un entorno que los quiere muertos. Y, a veces, ese entorno se sale con la suya.
Torn (Desgarrados: Encumbrando al pasado) es una película documental sobre lo que les ocurre a los que vuelven a casa cuando los lazos se cortan de la forma más cruel de todas. Algunos fragmentos de su historia son famosos en los círculos de la escalada: la del carismático y dotado Alex Lowe, cuyas expediciones (siempre tratando de romper nuevas fronteras) a algunas de las montañas más arriesgadas del mundo durante los primeros años de la década de los 90 echaron leña al fuego de una nueva generación de alpinistas rápidos, ligeros y de gran altitud. Por aquel entonces, en 1999, durante un reconocimiento para un descenso con esquís por encima del campo base en el Shishapangma, a 8027 metros de altitud, un manto de nieve en la montaña tibetana se derrumbó, desencadenando una enorme avalancha. En un instante, Lowe y el miembro de la expedición Dave Bridges quedaron sepultados y sus cuerpos se perdieron.
Alex Lowe lidera un ascenso en la isla de Baffin, en una expedición de National Geographic en 1998.
Alex Lowe (izquierda) y Conrad Anker (derecha) - en la cima del monte Evans, montañas Ellsworth, Antártida. Los dos eran mejores amigos, y cada uno tenía la rara habilidad de seguir el ritmo del otro en las montañas.
En medio de la tragedia quedaron atrapados el mejor amigo y compañero de escalada de Lowe, Conrad Anker, que sobrevivió a la avalancha, y de vuelta a casa, en Montana, su esposa Jennifer y sus tres hijos pequeños: Max, Sam e Isaac.
Desgarrados -además de ser un retrato revelador de un aventurero- explora lo que le ocurre a una familia cuando se ve fracturada por una tragedia compleja. Compleja porque, al no seguir un camino tan peligroso, esa tragedia podría haberse evitado -aunque comprometiendo al menos parte de lo que hacía a una persona ser quien era. Es este dilema, entre la familia y la seguridad y la aventura y el sacrificio, lo que constituye el núcleo de esta película inspiradora y sorprendentemente emotiva.
La razón de su desarmante intimidad se revela en los créditos iniciales de la película, que se sitúan sobre una entrevista de archivo con el enjuto y sonriente Alex Lowe: el director de Desgarrados es su hijo mayor, Max. Tenía 10 años cuando su padre desapareció bajo la avalancha, y es el único de sus hermanos que tiene un recuerdo claro de su padre, o un vínculo persistente: los dos llegaron a escalar juntos.
Antes y ahora: Max Lowe en 1999, tras una escalada con su padre. A la derecha: Max Lowe hoy, director de la nueva película Torn (Desgarrados: Encumbrando al pasado) .
"Ese tipo de cosas, para la gente que las experimenta, se quedan contigo. Afectan a lo que eres el resto de tu vida, e incluso a tus hijos, y a sus hijos", dice Lowe, hablando con National Geographic UK a través de Zoom. "El trauma es algo que se transmite de generación en generación si no se reconoce... y sentí que tenía que hablar de ello".
Ese desgarro al que hace referencia el título de la película coincide con muchos de los temas explorados en Desgarrados: encumbrando al pasado. Además del intento de Max Lowe de ayudar a su familia a navegar, como él mismo dice, por "un tumultuoso caos de emociones", la de los Lowe es una historia única. La de un hombre imperfecto, pero ahora mitificado, en conflicto entre su vida aventurera y la domesticidad. Y la de su familia rehecha tras la tragedia, con elementos que a algunos les parecerán sorprendentes.
De padre a padre
En las Navidades de 1999, Conrad Anker (dos meses después de la avalancha que mató a su mejor amigo, y que casi lo mata a él) se presentó en la casa de los Lowe en Montana, y anunció su intención de acompañar a los Lowe a Disneylandia. Es "lo que Alex hubiera querido", dijo.
“"Existe un equilibrio que todos tenemos que encontrar... entre el amor egoísta y el amor desinteresado por las personas que nos sostienen". ”
Traumatizado y consumido por la culpa del superviviente, estaba decidido a ser un apoyo para la familia de su amigo. Pronto se convirtió en parte literal de ella: Anker y Jennifer, la viuda de Lowe, se enamoraron y se casaron.
El tema de su unión, por una complejidad de razones, da lugar a algunas escenas más incómodas del documental, ya que el cineasta lidia con emociones contradictorias en torno a la respuesta de su familia a la pérdida, y en algunos casos, una reticencia palpable a comprometerse. Como señala el propio Max, muchos de los intercambios que se producen en la cámara son la primera vez que la familia habla de ello en profundidad. Por ello, la confianza, dice, lo era todo: "Nunca habrían hecho esto por nadie más que por mí".
"Empecé a intentar comprender esa experiencia por mí mismo, y a ver el poder que podía tener como historia, más allá de nuestra familia", dice. "Y [así] empecé a preguntar a mi familia sobre ello. Daba miedo porque, cuando te abres a alguien cercano de esa manera, no sabes realmente lo que va a salir de ello. Confías en que no te van a hacer daño".
Ciertos detalles sutiles revelan las diferentes respuestas de los Lowe a la hora de seguir adelante con sus vidas tras la unión. El hecho de que sus hermanos adoptaran el apellido Lowe-Anker, mientras que él decidió no hacerlo. La aceptación de Anker en la familia fue rápida ("una luz que se apaga, otra que se enciende"), lo que para Max, como adulto, añadió nuevas incógnitas a la pesada carga que la pérdida de un padre suponía para sus hombros de 10 años.
Alex Lowe, en la foto con Max, mientras acampa en el Parque Nacional de Zion, Utah.
"Cuando Alex falleció, mi madre reconoce que sentí que tenía que dar un paso adelante y ser el hombrecito de la familia, y creo que eso se me quedó grabado", dice. "De niño, creo que confías en que todo irá bien, especialmente si tus padres están siempre ahí. Su muerte, para mí, como niño... destrozó mi comprensión de la confianza. Muchos niños en el mundo experimentan esa pérdida de una forma u otra, ya sea perdiendo a sus padres por la muerte o, ya sabes... simplemente por no estar ahí para ellos".
La muerte de Lowe se hizo más cruel por la falta de un cierre material. La ausencia del cuerpo. En una escena, Max alude a la desaparición literal de su padre con un marco de referencia infantil: "como un astronauta perdido en el espacio".
Entonces, en 2016, ocurrió algo que despertó el trauma. Una llamada telefónica llegó desde el Tíbet con la noticia de lo imposible: después de casi 17 años encerrado en el hielo, el cuerpo de Alex Lowe había sido encontrado.
Un despertar
"Cuando ocurrió, simplemente se despertaron en mí todas esas emociones que de alguna manera había sellado y dejado atrás cuando era un niño". dice Max. "Creo que me quedé congelado con él, me encerré en mí mismo. Bloqueé muchos de esos recuerdos y experiencias de esa época de mi vida, creo que porque era muy difícil de sobrellevar". Max se refiere a una fotografía, que aparece en la película, en la que sopla las velas de su décimo cumpleaños, una semana después de la noticia de la muerte de Lowe, como la imagen que más le persigue: "sólo de pensar en lo que está pensando ese niño, en lo que está pasando por su mente".
Conrad Anker mira hacia el Shishapangma en 2016, el lugar del accidente en el que murió su amigo. La montaña tibetana es el 14º pico más alto del mundo.
Lo que se cerró en 1999 se despertó con esa llamada en mayo de 2016.
"Nunca pensé que el cuerpo de Alex volvería a nosotros", dice. "Fue casi como si saliera del túnel y volviera a encontrar este camino que había dejado atrás de pequeño. Empecé a recorrerlo de nuevo y empecé a intentar comprender ese trauma y ese dolor de nuevo con nuevos ojos."
El hallazgo de los restos de Lowe y Dave Bridges, emergiendo del glaciar de Shishapangma, por parte de los alpinistas David Gottler, y Ueli Steck (que moriría en una caída de 1000 metros en el Nuptse al año siguiente) fue el detonante para que Max comenzara a hacer su película. En Desgarrados, Jennifer, la viuda de Lowe, describe el descubrimiento como "una especie de vuelta a la vida. Había aparecido".
Cuando la familia regresa a la montaña para velar a Alex Lowe, las imágenes constituyen una coda simbólica. Pero para Max, fue en muchos sentidos sólo el principio. "Volver al Tíbet... fue algo que superó todo lo que había imaginado que sucedería", recuerda. "Mi hermano Sam y yo preguntamos a la familia, de forma colectiva, si estaban abiertos a que lo filmáramos; en ese momento no sabíamos en qué se convertiría esto, si el material era sólo algo que tendríamos personalmente para reflexionar en algún momento. [Pero] empecé a pensar más en ello... en cómo podría ser una historia si fuéramos a contar algo sobre nuestra experiencia y la vida y la muerte de Alex y nuestra familia en su conjunto".
Atraído por el riesgo
La vida de Alex Lowe fue una vida en la que su vena aventurera se equilibró con un claro amor por su creciente familia. En una escena se puede leer un archivo de Lowe con la hipótesis de que "algo en [su] química se siente atraído por el riesgo". Entre algunos colegas, se le consideraba el mejor alpinista de su tiempo, con una sorprendente inmunidad a las dificultades. Apodado el "pulmón con piernas", Lowe rescató una vez sin ayuda a varios alpinistas españoles congelados en lo alto del gélido Denali de Alaska, y en una ocasión cargó con uno a la espalda a gran altura. En otra ocasión, sufrió una caída de 30 metros cuando se desplomó un carámbano que estaba escalando: dijo encontrarse bien, pero no se dio cuenta de que se le había arrancado un trozo de cuero cabelludo tan grande que le cubría uno de los ojos, dejando el cráneo al descubierto. Lowe se limitó a pegarlo con cinta adhesiva, lo aseguró con un sombrero y se dirigió al hospital. Esa era la vida que el público conocía: luego estaba la vida que cultivaba en su casa.
Alex Lowe y Conrad Anker celebran tras realizar la primera ascensión a la aguja Rakekniven ("Navaja"), Queen Maud Land, Antártida.
Celebrando la Navidad con tarjetas y cartas de la familia en casa: Alex Lowe (izquierda) y Conrad Anker (centro) en una expedición de National Geographic a Queen Maud Land, Antártida, 1997.
Conrad Anker observa a Alex Lowe posar para la cámara mientras se lava el pelo, Queen Maud Land, Antártida, 1997.
Su viuda, Jennifer, artista y aventurera, habla con emoción de su difunto marido, que se debatía entre los dos mundos mientras ella mantenía el fuerte y aguantaba su irritabilidad cuando no podía conseguir su dosis de montaña. En un momento dado lo describe como "un personaje no perfecto".
(Relacionado: El mundo de la escalada rinde homenaje a David Lama)
Irónicamente, teniendo en cuenta lo que vendría después, Lowe también profesó en una ocasión su envidia a Anker, por su vida de aventuras espontáneas sin ataduras. La asociación de Lowe con Anker se basaba en la necesidad de ambos de disfrutar de la escalada, en su capacidad para seguir el ritmo del otro y en su habilidad para impulsarse mutuamente hacia lo más alto. Como dice Anker en la película, se trataba de "la rapidez y la dificultad de una ruta que pudiéramos hacer, y cómo de duro podías llegar a a ser".
Anker tiene hoy un perfil igual de alto y reconocido como el de Lowe: ha encumbrado tres veces el Everest y en 1999 descubrió los restos congelados del alpinista británico George Mallory en la cara norte de la montaña, unos meses antes de la avalancha en el Shishapangma que mató a Lowe. Entonces, como ahora, el peligro de muerte siempre presente también formaba parte de su vida: al casarse con la viuda de Lowe y adoptar a los tres niños, ¿existe el temor para Max y su familia de que la historia se repita?
"Sí y no", dice Jennifer. "Entendí por qué Alex y Conrad se fueron y persiguieron ese sentimiento. Y [después de la avalancha de Alex] comprendí entonces que podía morir. Y eso me asustó, sin duda. Pero al igual que le dije a Alex antes de que se fuera a Shishapangma en 1999... entendí que tenía que ir. Y que era una decisión que sólo él podía tomar".
Alex Lowe, con el Pico 4810 al fondo en una expedición a Ak Su, Krgyzstan, 1995.
Jennifer Lowe-Anker lee cartas de Alex Lowe en la casa de Bozeman, Montana, donde ella y Conrad Anker siguen viviendo.
Conrad Anker lanza a Isaac Lowe-Anker en el aire durante un viaje a Marruecos en 2002, tres años después de la muerte de Alex Lowe. Isaac tenía 4 años cuando murió su padre.
"Nada cambió realmente cuando Conrad entró en nuestras vidas", añade. "Creo que todos queremos algo de las personas que amamos para nosotros mismos, pero si realmente amas a alguien, entiendes que es la persona para ti, por la persona que es para sí misma también. Así es como todos veíamos a Conrad, y entendíamos que nos había dado mucho al estar ahí para nosotros como familia. Y que también necesitaba seguir siendo él mismo".
Como se revela en Desgarrados, el vínculo entre Anker y Max Lowe es profundo, pero complejo. En una escena, Max le confiesa a Anker que siempre ha habido un "muro entre nosotros, un poco... como si no pudiera hablar contigo de algunas cosas porque me parecía demasiado aterrador sacarlas a relucir".
En un reciente post de Instagram con motivo de su cumpleaños, Anker escribió el orgullo que siente por Max por haber tenido el valor de contar la historia: "No fue fácil abrirse y compartir nuestro viaje... Hemos aprendido del proceso y su dedicación ayudará a otros con su dolor... Con cariño papá".
Conrad Anker se casó con Jennifer Lowe en Ravello, Italia, en 2001, en la foto con (i-d) Isaac, Max y Sam. A diferencia de los demás, Max no adoptó el apellido Lowe-Anker.
La familia Lowe-Anker en un viaje a la Antártida. En Torn, Jennifer se refiere a su vida en común como "aventurera".
De izquierda a derecha: Isaac, Jennifer, Sam, Conrad y Max junto al memorial de Alex Lowe y David Bridges en el campo base de Shishapangma, 2016. Habían viajado en familia para recuperar los restos de ambos alpinistas, celebrando una ceremonia de incineración en las laderas de la montaña donde murieron.
Lo que finalmente surge, para Max, es una historia no sólo de pérdida, sino de ganancia, y de esperanza. "Al explorarla y hacer la película, realmente encontré mucho más significado en el amor que tenía en mi familia. Espero que sea una historia que, cuando la gente se aleje de ella, sienta el valor del amor que tiene, porque es frágil. Colgarse de los acantilados y de las altas montañas es algo que asusta a una persona normal. Abrirse a la confianza y al amor es una de las cosas más aterradoras que puede hacer el ser humano, creo".
Equilibrar dos vidas
Desgarrados nos muestra el equilibrio entre lo que Alex Lowe fue a buscar, lo que dejó atrás, y lo que un hijo encontró en su exploración de su difunto padre.
"No me metí en esto para señalar con el dedo, ni para hacer ver a nadie que había tomado las decisiones equivocadas en la vida. Las vidas que llevaron mis padres, ya sabes, fueron mis héroes por ello", dice Max. "Alex se iba a esos lugares increíbles y me enviaba postales desde Katmandú y esas partes del mundo, como si fuera un cuento de hadas. Creo que el hecho de que tu padre se vaya y haga estas cosas salvajes me impactó de una manera que ha moldeado lo que soy hasta el día de hoy. Eso me hizo creer hasta la médula que podía encontrar algo que me gustara y convertirlo en mi vida".
Y añade: "Si tienes la suerte de haber encontrado [eso], sacrificarás algo para perseguirlo. Existe ese equilibrio que todos tenemos que encontrar... entre el amor egoísta y el amor desinteresado por las personas que nos sostienen".
'Desgarrados: Encumbrando al pasado' se estrena en Disney+ a partir del 4 de febrero.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.co.uk.