¿Sirve para algo comprar compensaciones de carbono para tus viajes en avión?
Más de un tercio de los estadounidenses pagaría más para compensar las emisiones de CO2 de sus vuelos, según una nueva encuesta de National Geographic.
Los viajeros buscan formas de reducir su huella de carbono. Una nueva encuesta muestra que muchos estadounidenses estarían dispuestos a desembolsar dinero extra al volar para ayudar a proteger el medio ambiente.
Los seres humanos arrojan más de 44 000 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera cada año. El turismo aporta hasta el 11 por ciento de esas emisiones, y los vuelos constituyen la mayor parte, según un estudio de 2018 publicado en Nature Climate Change. Esto ha llevado a muchos viajeros a replantearse cómo y por qué vuelan, y a buscar formas de reducir su huella de carbono cuando surcan los cielos.
¿Una posible solución? La compra de compensaciones de carbono. Es decir, una inversión en un proyecto o acción, como la plantación de árboles o la construcción de paneles solares, para eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero. Aerolíneas como Delta, United y British Airways tienen la opción de pagar un pequeño recargo (en un caso el cargo fue de unos 11 euros) para compensar las emisiones de carbono de los asientos de sus vuelos. Sin embargo, este enfoque basado en el mercado para reducir las emisiones no está exento de críticas.
Preguntamos a los lectores estadounidenses en una encuesta de National Geographic y Morning Consult de enero de 2022 si han pagado o pagarían el recargo opcional que algunas aerolíneas ofrecen para compensar las emisiones de carbono de su viaje. El 38 por ciento de los encuestados cree que sería una buena idea, y el porcentaje aumenta al 48 por ciento entre los millennials. Pero algunos quieren más información sobre los beneficios reales y el destino del dinero. Algunos expertos dicen que cuando nos enfocamos en acciones individuales y concretas nos distraemos de las mejoras con más impacto que tienen lugar cuando se regula la industria.
La buena noticia es que, en muchas partes del mundo, la cuestión de la compensación está siendo abordada por fin por los mayores contaminantes del planeta. Las aerolíneas que vuelan a nivel internacional tuvieron que compensar en 2021 por sus emisiones de CO2 en función del carbono que produjeron en virtud del Sistema de Compensación y Reducción de Carbono para la Aviación Internacional, un acuerdo de la ONU . Ese mismo año, más de 200 empresas y 100 países se comprometieron a ser neutrales en cuanto a emisiones de carbono para 2050, o antes.
Si quieres comprar una compensación para sentirte un poco menos culpable al volar, esto es lo que debes saber.
¿Qué son las compensaciones de carbono?
Dado que las emisiones de dióxido de carbono han aumentado un 400 por ciento desde 1950, y que la electricidad generada por el carbón produjo (sólo en 2020) casi 1000 millones de toneladas métricas de emisiones de carbono, el impacto contaminante de un vuelo individual a escala global es considerado algo marginal.
Pero en la vida cotidiana de una persona, volar es, con mucho, una de las actividades que más carbono genera. Un vuelo puede producir tanto carbono como conducir durante más de 3000 kilómetros. Para luchar contra el "flygskam" o "flight-shaming" (culpabilidad por usar el avión como medio de transporte), las empresas de terceros venden compensaciones voluntarias, a diferencia de las compensaciones de cumplimiento, que se utilizan para cumplir los límites legalmente obligatorios. Marisa de Belloy, directora general de Cool Effect, dice que una compra "equivale a una tonelada [métrica] de emisiones de carbono que no se han emitido. El término compensación sólo significa que estás usando esa tonelada para compensar una tonelada que has puesto en la atmósfera".
Por ejemplo, un consumidor podría pagar 7,5 euros a un programa en Honduras que sustituye las cocinas de fuego abierto por estufas de ladrillo y mortero construidas a medida, que requieren menos madera para cocinar y canalizan el humo hacia el exterior a través de una chimenea. Cool Effect calcula que una nueva estufa podría reducir tres toneladas métricas de emisiones de carbono al año.
De Belloy, de Cool Effect, ha identificado la existencia de un creciente descontento popular con la incapacidad del Gobierno estadounidense y la industria privada para hacer frente al cambio climático la motivación de los individuos para tomar medidas personales. Muchos viajeros y empresas han decidido invertir en estas micro ayudas: el mercado de las compensaciones voluntarias alcanzó la cifra récord de 1000 millones de dólares (883 millones de euros) en 2021, según Ecosystem Marketplace.
¿De verdad marcan la diferencia?
Sin embargo, muchos viajeros se preguntan: ¿Es la compra de compensaciones de carbono una solución a largo plazo?
Tal vez.
"Las compensaciones no deben verse como una alternativa a los requisitos normativos", dice Peter Miller, experto en compensaciones de carbono del Consejo Nacional de Defensa de los Recursos. En Estados Unidos, no hay ninguna regulación federal sobre las compensaciones de carbono que compran los particulares.
"Los consumidores y las empresas deberían buscar primero la reducción de sus emisiones antes de buscar compensaciones para aquellas reducciones de emisiones que no son posibles o no son rentables a corto plazo", afirma Kelley Kizzier, experta en mercados de carbono del Fondo de Defensa del Medio Ambiente. "Hay muchas compensaciones cuestionables por ahí, y puede ser difícil navegar por el a veces turbio mundo de las compensaciones". Un lector se enteró de que el recargo que pagó fue a parar a una ONG conservacionista que luego le envió un correo no deseado para recaudar fondos.
Para marcar una diferencia real en las emisiones de carbono, de Belloy dice que los programas de compensación deben proporcionar un beneficio adicional que no se habría producido sin el dinero del grupo de compensación de carbono, un concepto llamado "adicionalidad".
Por ejemplo, pagar a alguien para que preserve un bosque contaría como compensación si ese bosque estuviera destinado a ser desarrollado. En lugar de pagar por talar los árboles, se pagaría al propietario por mantenerlos en pie. Si el bosque no estuviera nunca amenazado, el pago al propietario no contaría como compensación porque su dinero no habría aportado ningún beneficio adicional: el bosque habría permanecido a pesar de todo.
Tampoco hay garantía de cuánto tiempo durará un proyecto comprado con una compensación de carbono. Una investigación realizada en 2019 por ProPublica encontró numerosos ejemplos de programas de créditos de carbono que no protegen los bosques tropicales.
Para proteger un bosque de la deforestación, los ingresos de las compensaciones de carbono deben ser más competitivos que los de las industrias a menudo lucrativas que conducen a la deforestación, como la ganadería y la producción de soja. Las compensaciones por reforestación también se complican por los incendios forestales que surgen en todo el mundo, que pueden devolver a la atmósfera el carbono secuestrado. Las tierras gestionadas de forma sostenible un año pueden caer bajo una nueva voluntad política o de gestión al siguiente.
Captura de carbono frente a compensaciones
La compra de compensaciones de carbono tradicionales puede ser útil, pero su impacto es difícil de cuantificar. Al retirar el carbono de la atmósfera y almacenarlo en la tierra, la captura directa en el aire (DAC) puede ofrecer una solución más concreta.
Un tipo específico de captura de carbono, la DAC es el objetivo de empresas como Climeworks, con sede en Suiza, Carbon Engineering, en Canadá, y Global Thermostat, con sede en EE.UU. Sus máquinas modulares utilizan un ventilador para atraer el aire a un colector, que atrapa el carbono con un filtro hecho de compuestos orgánicos. Una vez que el filtro está lleno, el colector se cierra y se calienta a 100°C, liberando dióxido de carbono puro. A continuación, el carbono se combina con el agua y se canaliza bajo tierra. Las formaciones naturales de basalto de la tierra reaccionan con el carbono, convirtiéndolo en piedra durante varios años.
En los proyectos DAC en los que el carbono capturado no se almacena en el suelo, puede reciclarse y utilizarse como materia prima. En la planta de Climeworks en Hinwil (Suiza), por ejemplo, el carbono se utiliza para fertilizar los invernaderos y añadir efervescencia al agua mineral suiza Valser. Norsk e-Fuel combina el carbono con el hidrógeno para crear un combustible de aviación sostenible.
Una forma de pensar en una instalación de captura directa de aire es visualizando un súper bosque. Aunque los bosques reales eliminan el carbono de forma natural, la mayoría de los expertos reconocen que el proceso es demasiado lento para lograr el impacto extremo que necesita nuestro planeta.
"La biosfera terrestre y el océano sólo absorben colectivamente la mitad de lo que arrojamos a la atmósfera cada año", afirma Jennifer Wilcox, experta en política energética de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), que acaba de ser nombrada para un puesto directivo en el Departamento de Energía de Estados Unidos.
No sólo hay que acelerar la eliminación de carbono, sino que también hay que tener en cuenta la salud de los océanos (la absorción de dióxido de carbono por parte de éstos provoca su acidificación) y el uso del suelo a la hora de estudiar los distintos métodos de eliminación.
"Una planta de captura directa de aire puede ser hasta 100 veces más eficiente que un bosque por superficie de terreno", dice Wilcox. "La tierra es un recurso limitado... la ventaja de la captura directa del aire es que no se necesita tierra cultivable, así que por eso pienso en [las plantas de captura directa del aire] como un bosque sintético".
En Climeworks, cada colector captura el equivalente a lo que harían 2000 árboles, y como la concentración de carbono es la misma en todo el mundo, estas instalaciones son independientes de su ubicación.
Aunque esta aplicación no elimina permanentemente el carbono del aire, está creando una economía circular, así como un mercado para la eliminación de carbono que podría permitir que la tecnología se amplíe hasta un nivel que tenga un impacto real.
Cómo pueden ayudar los viajeros
Animar a los viajeros a ver el valor de la eliminación de carbono podría ayudar a crear viajes más significativos.
"La verdadera diferencia es que cuando compras una compensación, estás reduciendo de forma verificable las emisiones de carbono", dice de Belloy. "Cuando donas a una gran organización medioambiental sin ánimo de lucro, no sabes exactamente cuál ha sido el impacto".
La demanda de compensaciones de carbono capturadas por parte de consumidores y empresas también podría ayudar a reducir el coste de la tecnología, que sigue siendo increíblemente alto. Microsoft, por ejemplo, se comprometió recientemente a ser carbono negativo en 2030 mediante el uso de varias tecnologías de captura y almacenamiento. En diciembre de 2020, el Congreso estadounidense reservó 394 millones de euros para investigar y desarrollar la eliminación de carbono a gran escala. El objetivo del presidente Joe Biden de tener una economía con cero emisiones netas para 2050 incluye el aumento de las inversiones federales y los incentivos fiscales para la tecnología de captura de carbono.
Christina Beckmann, fundadora de Tomorrow's Air, un colectivo de trotamundos que se ha asociado con Climeworks, añade: "Hay mucho potencial para que los viajeros individuales puedan tomar cartas en el asunto de la acción climática".
Si volar es la única opción, reservar aviones comerciales de gran tamaño, con capacidad para más personas y, por tanto, con menos emisiones de carbono por persona, en lugar de aviones más pequeños como los jets privados, es una idea muy mencionada para combatir las emisiones de gases de efecto invernadero. Viajar en un avión lleno también ayuda a reducir las emisiones totales.
Los pasajeros de las aerolíneas pueden compensar sus emisiones donando mensualmente a la captura de carbono, a la vez que reciben ventajas de las empresas turísticas afiliadas, como Tierra del Volcán y Natural Habitat Adventures.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com con información adicional de Chloe Berge, Sarah Gibbens y Starlight Williams.