Así se rebelaron y defendieron su dignidad las azafatas de vuelo de los años 70

Hace décadas, las auxiliares de vuelo, que fueron cosificadas, despreciadas y víctimas de burlas tuvieron que aprender a hacerse respetar en Estados Unidos, una lucha de la que benefició el sector a nivel internacional.

Por Nell McShane Wulfhart
Publicado 30 mar 2022, 13:50 CEST
En una foto sin fecha de mediados del siglo XX, las auxiliares de vuelo de Trans ...

En una foto sin fecha de mediados del siglo XX, las auxiliares de vuelo de Trans World Airlines hacen un piquete para pedir un aumento de sueldo. Las auxiliares de vuelo empezaron a hacer huelga y a presionar para conseguir un mejor trato y mayores salarios en las décadas de 1960 y 1970.

Fotografía de Bettmann Archive, Getty Images

Seguramente habrás oído hablar del reciente vuelo de Frontier Airlines, en el que un pasajero borracho y fuera de control fue atado con cinta adhesiva a su asiento. Después de que manosease a dos azafatas y golpease a su amigo, la tripulación tomó cartas en el asunto y lo retuvo durante el resto del viaje.

Preguntados en una encuesta para el informe anual de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), el 85% de pasajeros cree que la COVID-19 no desaparecerá y que es necesario normalizar este aumento en las medidas sanitarias en los vuelos. Desde que comenzó la pandemia de la COVID-19, los abusos hacia auxiliares de vuelo se han disparado. En 2021, en Estados Unidos, la Administración Federal de Aviación registró 5981 incidentes con pasajeros indisciplinados. La ira provocada por las normas del uso de mascarilla, junto al estrés de los viajes durante la pandemia, han disparado las agresiones físicas y verbales contra los trabajadores en la cabina. 

"Los datos muestran que se ha duplicado el ratio de incidentes en la primera mitad de 2020, pese a que hubo menos pasajeros. Estos incidentes son inaceptables y la IATA y sus miembros seguirán una política de tolerancia cero", asegura en su informe de 2021 la organización internacional.

Pero esta ira en los cielos no es nueva: hace 50 años (y sin pandemia de por medio) ciertos pasajeros ya menospreciaban, desobedecían y manoseaban a los auxiliares de vuelo, a menudo con la aprobación tácita de las aerolíneas. Un grupo de valientes "azafatas" encontró formas creativas de contraatacar, dando lugar a una tradición de activismo de las auxiliares de vuelo que continúa hoy en día. 

Mientras investigaba mi nuevo libro, La gran rebelión de las azafatas, aprendí mucho sobre la evolución (y la revolución) de la industria de las azafatas. Su historia me sorprendió; su ferocidad y feminismo me inspiraron.

Este mismo mes de marzo, una azafata española se ha rebelado en contra de la obligatoriedad impuesta por Iberia de calzar zapatos de tacón para las auxiliares de vuelo durante el saludo a los pasajeros. La aerolínea española, que modificó su normativa de vestimenta en respuesta a las críticas de varias trabajadoras que aseguraban tener "pies de azafata", ahora da a elegir entre usar zapato plano o de tacón durante el vuelo. No obstante, el uso de tacones en el momento de abordar sigue siendo obligatorio.

En Estados Unidos, hace no demasiadas décadas, la guerra cosificadora que se libró fue mucho más atroz.

En los años 70, las compañías aéreas de Estados Unidos idearon una ingeniosa estrategia de marketing. No vendían billetes en función de su historial de seguridad o de sus destinos. Vendían billetes en función de sus azafatas.

En primer lugar, las vistieron con uniformes muy cortos. Southwest puso a las azafatas en pantalones ajustados de color naranja y botas go-go. American experimentó con un look occidental de minifaldas de tartán y sombreros de mapache al estilo de Daniel Boone. TWA diseñó vestidos de papel.

Izquierda: Arriba:

Tras su lanzamiento en 1967, Southwest Airlines se hizo famosa por su atrevida vestimenta de azafata, que incluía pantalones cortos, cinturones a la cadera y botas go-go.

Fotografía de Alan Band, Keystone/Getty Images
Derecha: Abajo:

En los años 70, las azafatas de Pacific Southwest Airlines llevaban uniformes de color pastel combinados con botas altas.

Fotografía de San Diego Air and Space Museum Archive

Muchas compañías aéreas estadounidenses hicieron publicidad sexista en los años 60 y 70, como la campaña "Fly Me" de National Airline.

Fotografía de Nell McShane Wulfhart

Fue entonces cuando las compañías aéreas empezaron a publicar anuncios en prensa y televisión con las mujeres como protagonistas. National Airlines tuvo un gran éxito con su campaña Fly Me, protagonizada por auxiliares de vuelo reales que declaraban "Soy Linda. Fly Me" ("Vuélame"). Continental apostó por "Realmente movemos la cola por ti". 

En 1965, Braniff se adelantó, lanzando la campaña The Air Strip, en un juego de palabras (muy burdo) entre las voces inglesas de pista de despegue y el striptease. Esto significaba que sus azafatas subían al avión con trajes de tonalidades rosas, y luego se iban quitando capas a lo largo del viaje. Justo antes del despegue, se bajaban la cremallera de los abrigos para mostrar conjuntos de blusa y falda. Después de servir la cena, las azafatas se desprendían de las faldas y se quitaban las blusas para mostrar combos de blusas y cuellos de tortuga.

A muchos pasajeros les encantó el enfoque de "conejito de cielo". Pero cuanto más picantes eran los anuncios (y más escuetos los uniformes), más difícil era para las azafatas conseguir que los pasajeros las tomaran en serio. Las manoseaban, las pellizcaban y les hablaban con desprecio. En 1967, una azafata estaba realizando una evacuación de emergencia cuando un pasajero masculino la levantó y la sacó del avión, declarando: "No deberías estar aquí". 

A veces, las propias compañías aéreas ofrecían a sus azafatas como objetos sexuales; a mediados de los años 70, los ejecutivos de Continental decretaron que sus azafatas debían besar en la mejilla a todos los pasajeros masculinos que fueran a bordo del avión.

Servir alcohol durante el vuelo no ayudó precisamente. Muchos de los Boeing 747 introducidos en 1970 tenían salas de cócteles en el segundo piso. Los pasajeros podían subir una escalera de caracol para llegar a un bar completo. Se pasaban de copas y arrojaban sus cigarrillos encendidos en el pasillo del avión o se caían por las escaleras. Las auxiliares de vuelo protestaron y las limitaciones al consumo de alcohol pronto volvieron a entrar en vigor.

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    Una auxiliar de vuelo sirve a los pasajeros en uno de los Polynesian Pubs de Continental Airlines. En los años 70, muchos jumbos contaban con bares de moda, pero cuando los pasajeros se excedían, a menudo se producían abusos por parte de los empleados.

    Fotografía de Found Image Holdings, Getty Images

    Las azafatas contraatacan

    En 1972, furiosas con el comportamiento de los pasajeros (y de las aerolíneas, con sus anuncios subidos de tono y sus uniformes cutres), un grupo de mujeres que se autodenominaba Azafatas por los Derechos de la Mujer decidió contraatacar. Salieron a la calle y se manifestaron ante las agencias de publicidad de Nueva York que habían creado las campañas sexistas. 

    "Las aerolíneas te convierten en un objeto sexual", dijo una de las fundadoras del grupo, Sandra Jarrell, en declaraciones a Los Angeles Times en 1972. "Te lavan el cerebro para que lo aceptes y lo esperes. Pierdes tu autoestima... La gente no te considera una profesional, así que no te consideras como tal".

    Las mujeres odiaban especialmente el doble sentido de "Fly Me", así que hicieron piquetes en los que se leía "Go Fly Yourself" ("Vuélate tú solo", en otro juego de palabras con la expresión común de mandar a paseo a una persona). Produjeron y emitieron contra-anuncios que demostraban que tratar a las azafatas como objetos sexuales ponía en peligro a los clientes. 

    En uno de ellos, un actor con uniforme de azafata transmitía su mensaje. "Soy una profesional altamente capacitada con un trabajo serio que hacer", dijo, mirando directamente a la cámara. "Si se produce una situación de emergencia, necesito urgentemente el respeto, la confianza y la cooperación de todos mis pasajeros. Las fantasías están bien en su lugar; seamos sinceros, la imagen de "azafata sexy" no es segura a ninguna altura. Piénselo".

    En esta foto de archivo, los auxiliares de vuelo de Western Airlines hacen un piquete en un mostrador de la compañía en Los Ángeles. Protestaban por el reciente despido de una azafata que superaba en un kilo el límite de peso establecido por la compañía.

    Fotografía de Los Angeles Times Photographic Collection/University of California, Los Angeles

    Estas mujeres hicieron campaña por el derecho legal a ser tratadas como profesionales de la seguridad, y pasaron años presionando al gobierno de EE.UU. para que exigiera una licencia a las azafatas. De 1972 a 1976, Stewardesses for Women's Rights (Azafatas por los derechos de las mujeres) organizó un boicot a las empresas (por ejemplo, las medias Hanes o la pasta de dientes Closeup) que publicaban anuncios en los que se presentaba a las azafatas como pin-ups poco inteligentes. La multinacional de los neumáticos de coche Firestone, que tenía un anuncio en el que se mostraba a una azafata seleccionando neumáticos para la nieve de una forma nada tonta, recibió cartas de aprobación. 

    Y se aseguraron de que la prensa conociera sus esfuerzos. ¿Azafatas luchando por los derechos de las mujeres? Resultó ser un gancho poderoso que llegó a los titulares.

    Todavía en primera línea

    Aunque la época de los calzoncillos y el "Fly Me" ya ha pasado, el mito de la camarera promiscua en el cielo sigue vigente. En parte, se trata de simple sexismo. Los stewards (o azafatos) no empezaron a trabajar en los vuelos nacionales de Estados Unidos hasta principios de la década de 1970, e incluso ahora, los hombres sólo representan el 20% de los auxiliares de vuelo en activo.

    Sin embargo, la lucha de las azafatas durante décadas por ser respetadas ha dado resultados. Su activismo dio lugar a la primera legislación federal que regulaba el consumo de tabaco en el lugar de trabajo en 1989. En 2003 (después de que los atentados terroristas del 11-S obligaran a reevaluar la seguridad de los viajes aéreos) convencieron finalmente al Congreso para que les concediera una licencia como profesionales de la seguridad.

    Los auxiliares de vuelo de hoy en día son profesionales de la seguridad con licencia gubernamental. En esta foto de 2017, la auxiliar de vuelo de Southwest Airlines Ami Martin ayuda a preparar un avión para el embarque en Dallas Love Field.

    Fotografía de Allison V. Smith, The New York Times/Redux

    Hoy siguen manteniendo a raya a los pasajeros abusivos. Durante la pandemia, los auxiliares de vuelo han pedido a sus sindicatos que les defiendan tras meses de escasa o nula ayuda por parte de las aerolíneas. La Asociación de Auxiliares de Vuelo, el mayor sindicato de este tipo del país, pidió al Congreso de Estados Unidos que creara una lista de pasajeros prohibidos para que todas las aerolíneas la compartieran.

    Estas auxiliares de vuelo activistas están contando a los medios de comunicación cómo les trata el público, y están tomando clases de defensa personal. Sus antecesoras de los años 70 aprendieron a esquivar las manos curiosas; los U.S. marshals (la policía judicial de Estados Unidos) están instruyendo a las auxiliares de vuelo de los años 2020 sobre cómo dar puñetazos o incluso cómo atacar los ojos de los que provoquen altercados.

    Como antes, el carrito de los licores no ayuda. "Los incidentes de violencia en los aviones están fuera de control y el alcohol suele contribuir a ello", declaró Sara Nelson, presidenta de la Asociación de Auxiliares de Vuelo, al Washington Post. Su grupo presionó con éxito para que se prohibiera la venta de alcohol en los vuelos nacionales, que ha estado vigente durante gran parte de los últimos dos años (el alcohol resurgió rápidamente en primera clase, y sólo ahora está empezando a volver en clase turista). 

    Aunque los abusos a las azafatas de hoy en día son preocupantes, poca gente sigue viendo a estas trabajadoras como muñecas Barbie desechables, destinadas a satisfacer los caprichos de los pasajeros. Las auxiliares de vuelo contemporáneas siguen los pasos de sus predecesores, recurriendo a los sindicatos, la prensa, la legislación y los piquetes para conseguir sus objetivos.

    Y si eso no funciona, siempre nos quedará la cinta adhesiva.

    Nell McShane Wulfhart es escritora de viajes y autora de La gran rebelión de las azafatas. Síguela en Twitter e Instagram.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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