Bienvenidos a la Gales desconocida
Después de que la serie 'Bienvenidos al Wrexham Football Club' haya situado a la ciudad del norte de Gales en el radar internacional, ¿qué más se esconde entre los atractivos paisajísticos más famosos de la región?
El río Dee atraviesa Llangollen, una de las muchas ciudades poco conocidas del norte de Gales (Reino Unido).
Hay una frase cargada de intención en Bienvenidos al Wrexham, una nueva docuserie de la productora FX dedicada al club de fútbol galés: "Mucha gente de fuera del Reino Unido ni siquiera sabe que Gales no está en Inglaterra". Es la prueba de que este país orgulloso y lleno de historia (con 20 000 kilómetros cuadrados, el doble de la superficie del Principado de Asturias) merece más atención de la que recibe.
Eso no quiere decir que pase desapercibido. Los viajeros pueden conocer Gales por su capital, Cardiff, o por el monte Snowdon, campo de entrenamiento para la expedición de Sir Edmund Hillary al Everest y punto culminante del Parque Nacional de Snowdonia. Puede que incluso estén familiarizados con los despojos de pizarra de la región, antaño ridiculizados y ahora célebres; las colinas cubiertas de hierba de los Brecon Beacons; o el centelleo costero de un faro de Anglesey. "Es pequeño", dirán, "pero tiene mucho".
Una parte del país que no llama la atención de muchos viajeros es el noreste de Gales, con su mosaico de valles, costa y colinas de perfil benévolo. Es el hogar de Wrexham, ahora conocido por, sí, su club de fútbol fundado en 1864 (antes que cualquier club de fútbol de España), propiedad de varios famosos. La ciudad también cuenta con la histórica fábrica de hierro de Bersham, que fabricó piezas para las primeras máquinas de vapor y revolucionó el diseño de los cañones. En el centro de la ciudad, la imponente iglesia de St. Giles es el lugar de descanso final del fundador de la universidad estadounidense de Yale (por cierto, una torre inspirada en la iglesia constituye la pieza central de la Universidad de Connecticut, también en Estados Unidos).
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El tranvía de Great Orme sube por las colinas de Llandudno, en el norte de Gales, un encantador pueblo costero que en su día fue una ciudad minera.
Esta era la única Gales que conocía. Al crecer cerca de la frontera, podía ver desde mi pueblo inglés las colinas por encima de Ruthin retumbando en el horizonte occidental. "Eso es Gales", me decían. Pero, aunque mi abuela era galesa, no me daba cuenta de lo que eso significaba. Entendía que había un Príncipe de Gales en la televisión, pero, confusamente, era inglés. Algunas personas en Gales hablaban un idioma diferente, pero otras no. Conocía dos palabras en galés: croeso, bienvenido, porque estaba escrito en una señal fronteriza, y araf, despacio, porque estaba escrito en las carreteras.
Con el tiempo, el noreste de Gales se convirtió en un vecino familiar con un sutil encanto. Los bosques eran más grandes, las cumbres más altas y las costas más largas. Fue en este Gales donde subí mi primera colina, conduje mi primer coche y salí a pasear en familia todos los días de San Esteban (también conocido como Boxing Day). Los pueblos por los que pasábamos eran bulliciosas viñetas de luz manchada de lluvia y humo de bosque. Era diferente y emocionante. Más allá del horizonte, había (y hay) más.
Olvídate de las estadísticas; cuando estás en ella, Gales se siente de todo menos pequeña. Aquí hay destinos con un carisma del tamaño de una estrella, en una parte de Gales que a menudo escapa a los focos.
Tesoros históricos
En cualquier lugar de Gales, el pasado se siente cercano, ya sea en los signos de la antigua ocupación o en una prosperidad más cercana en el tiempo. Situada en la costa norte, Llandudno comenzó como una ciudad minera y se convirtió en un destino de escapadas costeras de lujo a finales del siglo XIX. A lo largo del paseo marítimo se levantaron grandes edificios victorianos; en 1884 se terminó de construir un majestuoso muelle de 700 metros, el más largo de Gales, y la ciudad creó una red de tranvías y teleféricos. Todo ello, además de los asentamientos de la Edad de Bronce, una famosa carretera llamada Marine Drive y una ruta de escalada de mítica reputación, crean una atractiva mezcla de paisaje y cultura.
Entrando en Gales desde Shropshire, Llangollen anuncia su presencia cuando se divisa Castell Dinas Brân encaramado en una colina. Esta ruina del siglo XIII fue pintada por Turner e irradia un aire a lo Tolkien, pero es sólo la segunda característica más llamativa de la ciudad. El río Dee atraviesa Llangollen, y el acueducto de Pontcysyllte, reconocido por la UNESCO, está situado río abajo y representa la historia de Llangollen como punto logístico clave en el sistema de canales industriales del norte de Gales, ahora reconvertido para el turismo.
Las ruinas de Castell Dinas Brân, del siglo XIII, se encuentran en una colina sobre la ciudad de Llangollen, al noreste de Gales.
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Encanto de libro de cuentos y relatos míticos
Desde la epopeya popular galesa El Mabinogion hasta los poemas y relatos de Dylan Thomas, a los galeses siempre les han gustado los buenos cuentos. A los pies de las colinas de Clwydian, Ruthin (pronunciado rith-in) está salpicada de edificios con entramado de madera y casas y fortalezas de piedra roja, incluido un castillo de cuento de hadas. Los acuíferos alimentaron en su día la rebosante industria del agua mineral de la ciudad. Entre ellos se encuentra el Paso de la Herradura, una infame calzada que se desliza por las colinas locales. Su nombre en galés es más evocador: Bwlch yr Oernant, o "paso del arroyo frío".
Al igual que muchas masas de agua de Gales, el lago más grande del país, Llyn Tegid, está profundamente impregnado de mitología. Una bestia, cariñosamente apodada "Teggie", supuestamente ronda este artefacto glacial de casi ocho kilómetros de largo en el tranquilo extremo oriental del Parque Nacional de Snowdonia. El lago es el hogar del pez gwyniad, una reliquia de la Edad de Hielo que suele tener la longitud de un libro de bolsillo y que ahora está amenazado por las especies invasoras y la escorrentía de la agricultura.
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Una naturaleza arrolladora
Aunque puede haber partes de Gales más evidentemente dramáticas, el noreste teje su propio hechizo atmosférico. Moel Famau, de 554 metros de altura y rodeado de bosques, es posiblemente la colina más característica del noreste de Gales, gracias a su curioso nudo superior, la Torre del Jubileo. La construcción de este falso obelisco inacabado comenzó en 1810 para conmemorar el jubileo de oro del rey Jorge III, pero una tormenta lo derribó en gran parte en 1862. Ahora la ruina sirve de percha para disfrutar de unas magníficas vistas de Liverpool, Chester y Wrexham, así como de las montañas de Snowdonia y el Valle de Clwyd. Sube después de la puesta de sol para ver el paisaje iluminado con un efecto fascinante.
Los visitantes disfrutan de los deportes acuáticos en Llyn Tegid, cerca de la ciudad de Bala. Se dice que el lago es el hogar de Teggie, la versión galesa del mítico Monstruo del Lago Ness.
Llamados localmente Mynydd Hiraethog, los páramos de Denbigh son una hermosa pausa entre los valles de las colinas de Clwydian y los contornos salvajes de Snowdonia. Entre campos de brezo, la antaño grandiosa mansión de Gwylfa Hiraethog constituye una evocadora ruina abandonada. Los lagos artificiales de Llyn Brenig y Llyn Alwen ofrecen senderos panorámicos, kayak y pesca con mosca. Pero el verdadero atractivo aquí (y en todo el norte de Gales) es la soledad, el espacio y las vistas.
Simon Ingram es periodista, autor y editor de la web del Reino Unido de National Geographic. Síguelo en Twitter.
'Bienvenidos al Wrexham' está producido por FX. The Walt Disney Company es el propietario mayoritario de FX y National Geographic Partners.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.