San Mungo: el misterioso hijo de una "bruja" que fundó Glasgow
La milagrosa historia del santo patrón de Glasgow es una turbia mezcla de realidad y ficción. Sea cual sea la verdad, su legado se sigue sintiendo (y celebrando) en la ciudad más grande de Escocia.
Un mural en High Street, en Glasgow (Escocia), representa a un San Mungo moderno, fundador y patrón de la ciudad. Cada año, miles de personas se reúnen en la ciudad para celebrar su legado durante el Festival de San Mungo.
Cuando los turistas pasean por Glasgow, a menudo se cruzan con la imagen de un monje canoso que, a pesar de haber fundado esta ciudad escocesa, sigue rodeado de misterio. Mungo, el personaje más influyente de la historia de Glasgow, adorna el escudo de la ciudad, asoma en su catedral, adorna los murales de las calles y lleva su nombre en museos, escuelas, organizaciones benéficas y clubes deportivos.
La catedral de Glasgow, dedicada a San Mungo, es la iglesia más antigua de Escocia continental y el edificio más antiguo de Glasgow. Se dice que el santo patrón está enterrado en la cripta de la catedral.
A pesar de que vivió hace unos 1400 años, sigue siendo relevante en Glasgow, hasta el punto de que cada enero un gran festival celebra su legado. Lo que comenzó como un pequeño evento en 2010 ha florecido hasta convertirse en una feria emblemática de Glasgow, una ciudad orgullosamente obrera de 630 000 habitantes en el sur del país. El Festival de San Mungo, que ahora se celebra durante 11 días [en 2023 del 9 al 19 de enero], ofrece conferencias gratuitas, actuaciones musicales y visitas guiadas a lugares relacionados con este hombre santo, también conocido como San Kentigern [o Kentigerno, en su versión hispanizada].
Dauvit Broun, profesor de la Universidad de Glasgow y conferenciante del festival, afirma que ni siquiera siglos de disección erudita han desentrañado los misterios de San Mungo. Su historia sigue siendo una turbia mezcla de realidad y ficción. "Es muy difícil y, en muchos casos, desesperanzador, intentar recuperar lo que realmente ocurrió en la vida de un santo", afirma Broun.
Por escurridiza que sea, la historia de este santo ayuda a explicar el origen, la evolución y las maravillas medievales de Glasgow, sobre todo a los viajeros que siguen la Ruta del Patrimonio de San Mungo o asisten a su festival.
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Comienzos milagrosos
San Mungo fue inexplicable desde su nacimiento, afirma Alan Macquarrie, investigador honorario de Historia de la Universidad de Glasgow. En el año 528 d.C., la princesa escocesa Thenue se quedó embarazada de un primo, y su furioso padre la empujó desde el pico de Traprain Law, a 29 kilómetros al este de Edimburgo.
La catedral de Glasgow, una de las pocas iglesias medievales escocesas que sobrevivieron indemnes a la Reforma, presenta una vidriera con los cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y sus emblemas tradicionales.
Cuando Thenue sobrevivió, el rey, convencido de que su hija era una bruja, la dejó a la deriva en un barco sin remos en el cercano río Forth. Según Macquarrie, el barco llegó sano y salvo a Culross, en Fife, donde fue recibida por San Serf, abad del monasterio de Culross, que actuó como comadrona en el nacimiento de Kentigern.
San Serf cuidó de Thenue, ayudó a criar a su hijo y le orientó hacia el sacerdocio. Tras completar su formación religiosa, Mungo abandonó Culross y se encontró con un santón moribundo llamado Fergus, cuyo último deseo era ser arrastrado en un carro por toros y enterrado allí donde se detuvieran.
Finalmente, estas bestias se detuvieron en el verde y sereno valle del Clyde. Allí fue enterrado Fergus, y Mungo estableció una iglesia y una nueva comunidad a la que llamó "Glasgu". Esta capilla se convirtió en la magnífica catedral de Glasgow, del siglo XII, hoy el edificio más antiguo de la ciudad, que está decorada con cuatro símbolos compartidos con el escudo de Glasgow.
Escudo de Glasgow en el lateral de un trolebús en Escocia.
El escudo, que adorna los edificios de toda la ciudad, representa un árbol, una campana, un petirrojo y un salmón. Cada uno de estos iconos representa un famoso milagro de San Mungo, explica Patricia Barton, profesora del departamento de Historia de la Universidad de Strathclyde Glasgow.
Cuando unos estudiantes del monasterio de San Serf mataron accidentalmente a un petirrojo y culparon a Mungo, el niño sostuvo el pájaro, rezó y lo devolvió al cielo. En otra historia, Mungo se quedó dormido mientras custodiaba el fuego sagrado del monasterio, se despertó y lo encontró apagado, por lo que arrancó ramas de un árbol y rezó hasta que prendieron fuego.
La imagen de un salmón mordiendo un anillo de oro está relacionada con el rey de Strathclyde, que regaló a su esposa esta joya, dice Barton. Cuando el rey vio que un caballero llevaba el anillo de la reina, se puso celoso, lo robó, lo arrojó a un río y exigió a su esposa que lo recuperara. Desesperada, la reina pidió ayuda a Mungo, que sacó un pez del río y lo abrió para revelar el anillo perdido.
La campana, por su parte, representa una que Mungo trajo a Glasgow desde Roma, explica Barton. "Se decía que era milagrosa", explica. "Si uno rezaba mientras sonaba durante los oficios, San Kentigern intercedería".
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Tras la pista de San Mungo
Los turistas pueden conocer estas maravillosas historias siguiendo la Ruta del Patrimonio de San Mungo, una guía en línea creada por el Ayuntamiento de Glasgow. Aunque la ruta no incluye el Hospital de San Mungo para Enfermedades y Lesiones Mágicas, el ficticio centro para tratar a los magos de los libros de Harry Potter, sí visita Culross y Traprain Law, una colina de 220 metros de altura donde en 1919 se encontró el mayor tesoro romano de plata procedente de cualquier lugar fuera del Imperio Romano. También atraviesa el centro de Glasgow y pasa por delante de dos murales de San Mungo, ambos de más de 10 metros de altura y exquisitamente detallados, que cubren los laterales de los edificios de High Street.
A pocos minutos a pie en dirección norte se encuentra el Museo de Arte y Vida Religiosa de San Mungo. Este edificio de piedra desgastada por el tiempo alberga exposiciones que ponen de relieve las múltiples formas en que las distintas religiones conforman las culturas locales.
El Museo de Vida Religiosa y Arte de San Mungo, en Glasgow (Escocia), explora la importancia de la religión en la vida de las personas de todo el mundo a lo largo de la historia.
El propio San Mungo descansa bajo la cercana catedral de Glasgow. O eso dice la historia. Tal es su misterio, que no hay pruebas de que los restos de San Mungo estén dentro del ataúd cubierto de tela de la cripta de la catedral. Un cartel junto a él admite incluso que, en lo que respecta a la historia de su vida, "gran parte fue inventada".
Esa incertidumbre pierde relevancia durante el Festival de San Mungo. Este evento de gala ha crecido enormemente desde su creación, afirma Stephen McKinney, portavoz de Mediaeval Glasgow Trust, que colabora en la organización del festival. Todos sus actos son gratuitos, y los más populares son las conferencias sobre el patrimonio de Glasgow a cargo de expertos en historia, literatura, arte y arqueología.
El 14 de enero, los visitantes de la enorme Biblioteca Mitchell de Glasgow podrán contemplar un facsímil de Vita Kentigerni. Este libro del siglo XII ofrece el relato más detallado de la vida de San Mungo.
El crecimiento del festival subraya la perdurable influencia de San Mungo. "No conozco otra ciudad de Europa donde las leyendas de un santo [patrón] sean tan conocidas", afirma Macquarrie. Todavía hoy, los escolares de Glasgow aprenden una rima sobre San Mungo: "Éste es el pájaro que nunca voló, y éste el árbol que nunca creció. Ésta es la campana que nunca sonó, y éste el pez que nunca nadó".
El breve poema resume la historia de una figura desconcertante con un claro legado: un monje milagroso que, más de un milenio después, sigue ayudando a definir Glasgow.
Ronan O'Connell es un periodista y fotógrafo australiano que viaja entre Irlanda, Tailandia y Australia Occidental.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.