¿Harto del Burning Man? Esta alternativa de Santa Fe cumple un siglo y es igual (o mejor)
El festival Zozobra, una formidable fiesta para toda la familia que te permite dejar a un lado miedos, ansiedades (e incluso multas de aparcamiento) cumple cine años.
En lugar de acudir al festival Burning Man el fin de semana del Día del Trabajo, los viajeros podrían plantearse visitar el menos conocido y familiar festival Zozobra de Santa Fe (Nuevo México).
El Oeste de Estados Unidos celebra cada fin de semana del Día del Trabajo, que se celebra el primer lunes de septiembre, un acontecimiento comunal en torno a la quema nocturna de una efigie gigante. Cada año, la imponente figura es consumida por el fuego, desplomándose entre una lluvia de llamas y chispas con una atmósfera impregnada de cánticos y música.
Al leer esta descripción, la mayoría de la gente pensará en el festival de Burning Man, en el desierto del norte de Nevada, y en su ejército de caravanas (normalmente repletas de ejecutivos de Silicon Valley en bodypaint y taparrabos). Aunque este año la venta de entradas está siendo algo lenta, el encuentro de Black Rock no es el único festival del fuego que se celebra ese fin de semana en esa parte del mundo. Ni tampoco el primero.
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La historia del Zozobra
Durante los mismos tres días de vacaciones de fin de verano, otra conflagración más antigua tiene lugar en Nuevo México. El ardiente festival Zozobra de Santa Fe, que este año cumple un siglo, rivaliza con el tecnopalooza más famoso del mundo, ofreciendo una atmósfera vibrante y un espíritu comunitario similares, así como un transformador final repleto de fuego y emoción.
Al igual que su homólogo del Área de la Bahía, el festival Zozobra fue inventado por bohemios visionarios. En 1924, el pintor de Pensilvania William Howard "Will" Shuster Jr. creó una efigie como colofón de una fiesta organizada por un grupo de artistas conocidos como Los Cinco Pintores. El artista formaba parte de un grupo más amplio de pintores, en su mayoría anglosajones (entre ellos Georgia O'Keefe), que se sentían atraídos a Santa Fe por sus coloridos paisajes y una cultura marcada por las influencias mexicanas y de los nativos americanos.
Para su tótem, Shuster se inspiró en los indios yaquis de México y en su tradición de Semana Santa, en la que se procesiona y quema una efigie de Judas. Conocedor del significado de la palabra en español, el pintor llamó Zozobra a su marioneta de dos metros de altura: su quema simbolizaba la destrucción de los sentimientos preocupantes o negativos. Zozobra, de 15 metros de altura y construida con alambre, madera y tela, se ha convertido en un símbolo de la identidad de Santa Fe. La quema de la efigie en la noche del viernes anterior al Día del Trabajo marca el inicio de la Fiesta de Santa Fe, la celebración anual de arte, cultura y patrimonio de la ciudad, que cumple 311 años.
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Celebrando una tradición centenaria
"Este enfoque comunitario es lo que diferencia al Zozobra del Burning Man. Zozobra es una tradición aquí", afirma Hannah Abelbeck, conservadora del Museo de Historia de Nuevo México. "El Zozobra no existiría si Santa Fe no se preocupase por él y no invirtiera en él".
Para conmemorar el centenario del festival, el museo de Abelbeck, situado en el centro de Santa Fe, ha inaugurado una nueva exposición de dos años de duración que explora las raíces y las influencias culturales del Zozobra. El Museo de Arte de Nuevo México, en la famosa Plaza de la ciudad, también acogerá una exposición especial sobre la tradición.
Santa Fe continuará conmemorando la efeméride con otros eventos especiales, como un globo aerostático inspirado en Zozobra que debutará el 30 de agosto y obras de arte público dedicadas a la efigie.
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Echando los miedos al fuego
Como siempre, en las semanas previas a la quema de Zozobra, los vecinos escriben sus miedos y temores en papelitos y los depositan en cajas repartidas por toda la ciudad. Estas cajas se recogen y su contenido se introduce en el muñeco, añadiendo más leña al fuego. A veces los ciudadanos arrojan a las llamas otros tótems de angustia (muy característicos de nuestra época) como escrituras de hipotecas, batas de hospital, multas por exceso de velocidad y documentos de divorcios.
Se espera que 75 000 personas acudan a Fort Marcy, un parque local situado a cinco minutos en coche de la Plaza Central de Santa Fe, para contemplar el espectáculo. La gente pasa el tiempo consumiendo refrescos o lanzando pelotas de playa mientras Zozobra levanta los brazos y gruñe a la multitud, al tiempo que actos musicales, espectáculos de danza y cuentacuentos ponen de relieve las ricas tradiciones artísticas de la ciudad.
Al caer la noche, aparece la némesis de Zozobra, el Espíritu de Fuego bailarín. Armado con dos antorchas, prende fuego al gigante inflamable. Al grito de "¡Quemadle!" El Viejo Lúgubre, como le llaman, es consumido por el fuego y los fuegos artificiales. Todos tienen la oportunidad de participar en los festejos, que organizan y dirigen los lugareños. En un mundo de celebraciones extraordinarias, Zozobra es un Burning Man pensado para todos.
Prolonga tu estancia más allá del festival Zozobra para explorar Santa Fe y visitar las atracciones locales, como los Railyards, el Museo Georgia O'Keefe y el Museo de Arte y Cultura Indios.
Dónde comer y alojarse en Santa Fe
Aunque el Zozobra será el acontecimiento principal del Día del Trabajo, otras atracciones de Santa Fe que merece la pena explorar son los Railyards, un antiguo barrio industrial que ahora ha revivido y ofrece todo tipo de restaurantes, galerías y, los sábados, un mercado artesanal al aire libre. También merece la pena visitar el Museo Georgia O'Keefe y el Museo de Arte y Cultura Indígena. El flamante Mercado Nativo y Galería de Arte Contemporáneo Joann y Bob Balzer de este último presenta obras de arte no tradicionales, como un coche deportivo Triumph británico decorado con símbolos nativos americanos.
Los visitantes pueden probar la cocina clásica de Santa Fe en el Café Pasqual's, conocido por sus desayunos de tortitas de maíz y burritos de chorizo. Sazón es un lugar famoso para cenar, con su característica sopa hecha con crema poblana, carne de cangrejo, queso mexicano, canela y especias.
Los hoteles de Santa Fe son tan coloridos y variados como su cocina. Muchos, como el Inn and Spa at Loretto y La Fonda on the Plaza, se inspiran en las tradiciones arquitectónicas de la ciudad. Otros, en las ambiciones artísticas de la ciudad, como el Inn of the Five Graces, una colorida mezcla de motivos hindúes y nativos americanos.
Andrew Nelson es autor del libro de viajes Here Not There, publicado recientemente por National Geographic. Síguelo en Instagram.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.