Artículo publicado el 7 de octubre de 2010 y actualizado el 13 de abril de 2022.
Bolivia, llamado así por Simón Bolívar, libertador de gran parte de Sudamérica, es un país pobre, montañoso y sin litoral marítimo. Alrededor del 60 por ciento de la población boliviana es indígena, la mayoría quechuas o aymaras, el resto son europeos y mestizos. Muchos son agricultores de subsistencia del Altiplano.
La Paz tiene un millón y medio de habitantes y está rodeada por altas montañas nevadas cerca del Lago Titicaca. Las aguas de este lago contribuyen a calentar el aire de la capital más alta del mundo (se encuentra a 3 600 metros de altura) que, de otra manera, no sería habitable.
Sucre es la ciudad en la que se encuentra la Corte Suprema de Justicia y segunda capital de Bolivia, llamada así en honor a su primer presidente.
En 1987 Bolivia suscribió con la organización Conservación Internacional el primer convenio de canje de deuda por naturaleza del mundo, en virtud del cual, Conservación Internacional adquirió parte de la deuda exterior de Bolivia para mantener la Reserva de la Biosfera del Beni, de 135 000 hectáreas.
Bolivia sigue protegiendo el medio ambiente con la creación, en 1995, del Parque Nacional Madidi, de 1 895 750 hectáreas. Este parque se caracteriza por su gran variedad: hay desde glaciares a selvas, y permite a los indígenas, como los quechuas locales, desarrollar el ecoturismo, que incluye el avistamiento de 1 000 especies de pájaros, rastrear tapires o hacer descenso de ríos (rafting).
Los grandes depósitos de gas natural de Santa Cruz y el desarrollo del cultivo de la soja contribuyen al desarrollo económico. Sin embargo, las disputas fronterizas con Chile y el problema de la cocaína de Cochabamba marcan la política nacional.
Su economía se centra en industrias como la minería, la fundición, el petróleo, la alimentación y la bebida, en cultivos como la soja, el café, la coca, el algodón y la madera, y en las exportaciones de soja, gas natural, cinc, oro y madera.
Las cholitas bolivianas
«La gente necesita héroes, luchadores, campeones de los suyos a los que puedan admirar», reflexiona en este artículo de National Geographic la fotógrafa brasileña Luisa Dörr, que pasó diez días en El Alto, Bolivia, con un singular grupo de luchadoras conocidas como las cholitas voladoras.
Dörr, que en el artículo las compara con superheroínas de Hollywood capaces de volar, cuenta que las cholitas llevan años aprendiendo lucha para proteger su comunidad en Bolivia. La mayoría de cholitas luchadoras son aimara, una nación indígena de las altas llanuras de Sudamérica.
Su carácter luchador ha sido tejido a raíz de la la explotación y opresión que han sufrido desde la colonización española, cuando se les obligaba a realizar tareas domésticas para los aristócratas y adoptar costumbres europeas, se les impedía entrar en restaurantes, transporte público y determinados barrios ricos; y se les negaba el derecho al voto, a la propiedad y a aprender a leer.
«Y ahí yace la esencia, la razón de que a la gente le guste ver y admirar a las cholitas luchadoras, porque es la dramatización de las mujeres cholas aimara de El Alto», explica Dörr sobre esta arraigada cultura boliviana.