4 de octubre de 2016
Y entonces no quedó ninguna.
Toughie, la última rana de la especie Ecnomiohyla rabborum y un símbolo de las numerosas crisis de extinción de animales, ha muerto en el Jardín Botánico de Atlanta.
La edad de la célebre rana es todo un misterio, aunque se sospecha que alcanza los 12 años y probablemente más, porque ya era adulta cuando la recogieron en 2005.
Mark Mandica, que ha cuidado de Toughie siete años, ha declarado que la historia de esta rana no es del todo única. “Se le ha prestado mucha atención en cautividad, incluso tiene su propia página de Wikipedia”, apunta Mandica, jefe de la Amphibian Foundation. “Sin embargo existen muchas otras especies ahí fuera que están desapareciendo, en ocasiones antes de que sepamos que estaban ahí”.
De hecho, la especie de Toughie (Ecnomiohyla rabborum) no se clasificó hasta el 2008, unos años después de que la encontraran durante una misión de rescate de ranas realizada por el Jardín Botánico de Atlanta. Se trataba de una de las muchas ranas que los científicos anhelaban encontrar mientras el letal hongo quítrido asediaba la región central de Panamá.
“Es como rescatar objetos de una casa en llamas”, afirma Mandica.
Esta especie se encontraba en una zona muy específica de Panamá, a una altitud en la que el hongo era especialmente letal. Los estudios de campo cifraban en un 85 por ciento la desaparición de anfibios en el lugar de origen de Toughie. Es poco probable que haya sobrevivido ningún ejemplar más de su especie en su hábitat, donde desarrollaron habilidades de grandes trepadores y planeadores -la membrana interdigital en las patas les permitía planear de un árbol a otro.
El último superviviente
El hijo de Mandica, por aquel entonces un niño de dos años, apodó a este último ejemplar Toughie. Poner nombre propio a los animales no es habitual entre los científicos, pero la popularidad de esta rana como la última de su especie propició que la gente (y la prensa) exigieran un nombre, y así se quedó como Toughie.
Aunque en su día se dio voz a la difícil situación de las especies en peligro de extinción, durante los años que ha vivido en el jardín botánico Toughie ha permanecido en silencio, hasta que una mañana de 2014 en que comenzó a croar y Mandica grabó el reclamo del único ejemplar vivo de Ecnomiohyla rabborum.
“Escuché un reclamo extraño que venía de la zona de las ranas, y supe que tenía que ser ella, porque conocía los sonidos del resto de especies. Entré sigilosamente y le grabé con mi móvil”.
Fotografiando a la última de su especie
El fotógrafo Joel Sartore recuerda una curiosa criatura del tamaño de una pelota de béisbol, con unos ojos increíbles que miraban a su cámara mientras disparaba para el proyecto Photo Ark, que tiene como objetivo mostrar la increíble biodiversidad de nuestro planeta e inspirar a la gente a luchar contra la extinción de especies mientras quede tiempo. Hasta el momento Sartore ha fotografiado a más de 6.000 ejemplares. Por desgracia, muchas otras representan el final de la especie.
“Una vez al año fotografío un ejemplar que es el último de su especie o está muy cerca de serlo”, afirma. “Me entristece y me enfada a la vez porque no puedo imaginarme que estas cosas no despierten a la gente y les haga preocuparse por la extinción. Siempre pienso: vale, esta es la elegida. La historia de este animal va a conseguirlo, hará que la gente se preocupe más sobre la extinción que sobre lo que hay en la televisión”.
“No pueden preocuparse si no conocen a estos animales”, añade. “Tienen que conocerlos a todos y enamorarse de ellos de la misma manera que yo y otros lo hemos hecho”.
De hecho Toughie tenía muchos admiradores. El año pasado su imagen se proyectó incluso en la basílica de St. Peter, y su reclamo se reprodujo para que el mundo pudiera verle y oírle.
Esta rana llegó a conocer a pilotos de carreras de coches y directores de cine, recuerda Sartore. “Mucha gente se emocionaba cuando le veía. Cuando admiras el último ejemplar de algo es un momento muy especial”.
Ahora se ha ido, y con él una especie entera. Y mientras numerosas especies de animales y plantas siguen desvaneciéndose, su pérdida compromete cada vez más la salud de los ecosistemas, necesaria para la supervivencia de todos- incluida la nuestra.
“Si seguimos a este ritmo perderemos la mitad de todas las especies antes de que termine el siglo”, afirma Sartore. “Es una locura pensar que podemos perder la mitad de todo pero que nosotros los humanos no nos veremos afectados. No será así. Cuando se vayan esas especies, lo haremos nosotros también”.