Más de 150 lunas orbitan los planetas del sistema solar y la Tierra es el hogar de una de ellas. La Luna se formó hace 4.500 millones de años cuando, según sostiene una teoría, la Tierra chocó con otro planeta primitivo. Los restos de la colisión orbitaron la Tierra y se acumularon, formando la Luna actual. La Luna es el quinto satélite natural más grande del sistema solar, con un diámetro algo menor que la anchura de China. Tiene un núcleo rico en hierro, y un manto y una corteza con minerales hechos de magnesio, oxígeno y silicio.
La superficie lunar registró actividad geológica y tuvo un océano de magma. Pero hoy, aparte de restos de hielo de agua, su superficie está cubierta de polvo y rocas. Su superficie está salpicada de cráteres formados por objetos como meteoroides, cometas y asteroides que chocaron contra la Luna. El mayor cráter, la Cuenca Aitken-Polo Sur, cubre un cuarto de la superficie lunar y es tan profundo que casi podría contener el Everest.
La Luna orbita nuestro planeta a una distancia media de 30 tierras. Rota a la misma velocidad que da vueltas. Mientras da vueltas a nuestro planeta, siempre apunta hacia la Tierra el mismo lado de la Luna. Desde la superficie terrestre, podemos observar ocho etapas distintas reconocidas de la iluminación lunar, llamadas fases lunares. Llevan observándose miles de años y fueron la base de los primeros calendarios.
Durante muchos años, la Luna solo pudo estudiarse desde lejos. Pero el 20 de julio de 1969, los humanos pudieron acortar la distancia con la misión estadounidense Apolo 11, que llevó a los humanos a la Luna por primera vez, acercando un paso más la comprensión del único satélite natural de la Tierra.