Desiertos 101
Los desiertos son ecosistemas diversos presentes en los siete continentes. Descubre cuáles son los cuatro tipos principales de desiertos, la asombrosa cantidad de especies silvestres que contienen algunos y cómo se están formando nuevas zonas desérticas.
Los desiertos son áreas de tierra que reciben menos de 25 centímetros de lluvia al año. Tienen un humedad baja y pueden carecer de agua, que se evapora más rápido de lo que se repone.
Aunque la mayoría están en latitudes medias, estos ecosistemas diversos están en los siete continentes y componen casi un tercio de la superficie terrestre total.
Los desiertos se clasifican en cuatro tipos principales: subtropicales, semiáridos, costeros y polares. Los subtropicales están en el ecuador y los trópicos de Cáncer y Capricornio. Son los desiertos más cálidos con temperaturas diurnas de hasta 49 grados centígrados. Los semiáridos se encuentran en Asia, Europa y Norteamérica. Estos desiertos de inviernos fríos se forman cuando las montañas bloquean la humedad, un proceso llamado sombra orográfica. Los costeros se forman en los bordes occidentales tropicales de algunos continentes. Pese a su cercanía al agua, los desiertos costeros son secos. Los polares están en el Ártico y la Antártida. La otra punta de lo extremo, en invierno, el desierto antártico registra una media de -45 grados Celsius.
Pese a las temperaturas extremas y la escasez de precipitaciones, son hábitats importantes para plantas y animales. Los animales desérticos, como el coyote, han evolucionado para soportar las duras condiciones refugiándose en el suelo fresco y saliendo de noche, cuando bajan las temperaturas.
Muchas plantas, como el cactus saguaro, establecen raíces largas y poco profundas para absorber mejor la poca humedad que haya en el suelo. La fauna y flora desértica, adaptada para sobrevivir en un entorno tan duro, son vulnerables a cambios ecológicos. Los desiertos existentes son menos habitables por el aumento de las temperaturas que secan el agua escasa e incrementan el riesgo de incendios.
Además, están formándose nuevas zonas desérticas por la desertificación. Este fenómeno se produce cuando factores como la deforestación, el cambio climático y la mala gestión de recursos degradan la productividad biológica de una región y crean un desierto.
Por ejemplo, en Asia Central, las malas prácticas de irrigación y el malgasto de agua secaron el mar de Aral, creando el desierto más joven del planeta.
Pero mediante la agricultura responsable, la mejor gestión de los recursos hídricos y limitando la construcción, quizá se pueda frenar la desertificación y proteger los ecosistemas desérticos, sorprendentemente fértiles.