Estas crías de tortuga caminan en la cinta por la ciencia
El primer estudio de este tipo investiga los posibles efectos de la contaminación lumínica en la resistencia de estos reptiles.
En 2017, un equipo de científicos puso a prueba la resistencia de las crías de tortuga usando cintas andadoras diminutas y trajes de baño especiales, todo en nombre de la ciencia.
En la naturaleza, los reptiles recién nacidos se guían por el horizonte bajo y brillante del océano para orientarse desde la playa hasta el mar a las 24 horas de eclosionar.
Sin embargo, la contaminación lumínica parece desorientarlas y obligarlas a pasar más tiempo en tierra, lo que las hace más vulnerables a varios peligros. En lugar de llegar al mar en cuestión de minutos, las tortugas desorientadas pueden vagar en tierra durante horas.
Por eso dos investigadoras de la Universidad Atlántica de Florida decidieron estudiar si caminar en tierra puede agotar a las crías y dificultar el nado.
En uno de los primeros estudios de este tipo, las biólogas Karen Pankaew y Sarah Milton han reforzado la idea de que las tortugas marinas son criaturas resistentes. Con todo, siguen corriendo peligro: de las siete especies de tortugas marinas que nadan en nuestros mares, todas se enfrentan a amenazas en potencia y dos se encuentran en peligro crítico de extinción.
En primer lugar, el equipo recogió 150 crías de nidos de tortuga boba y tortuga verde en el condado de Palm Beach, Florida. (Tras el estudio, pusieron en libertad a todas las crías en su hábitat natural.)
A continuación, pusieron a cada tortuga en una cinta andadora en miniatura que habían creado en un laboratorio con una fuente de luz artificial frente a ellas que atraía a los animales en esa dirección.
Atraídas por el brillo, las crías caminaron a un ritmo constante a lo largo de 200 metros en un experimento y 500 metros en otro, parando de vez en cuando para descansar. Se eligieron estas distancias para simular la distancia que recorrerían los animales en la playa.
Tras el ejercicio en la cinta, las científicas les pusieron unos arneses para nadar diseñados específicamente para las tortugas y las colocaron en un tanque lleno de agua. Allí, las crías nadaron mientras las científicas las observaron durante dos horas.
Para medir el nivel de cansancio de las tortugas, midieron los niveles de oxígeno en el aire y la frecuencia respiratoria, niveles de glucosa en sangre y la concentración de lactato en sangre de los animales, indicadores de agotamiento. También midieron los índices de brazada de las criaturas en el tanque.
Los resultados las sorprendieron: los periodos prolongados que habían pasado caminando no habían agotado a las tortugas lo suficiente como para no poder nadar en el agua durante el periodo de dos horas.
Para un control experimental, las investigadoras también observaron a crías de tortuga boba y tortuga verde en la playa de Boca Ratón, en Florida, que tiene terrenos de anidación de tortugas marinas con contaminación lumínica y áreas oscuras naturales.
Al igual que las crías del laboratorio, las tortugas de las zonas de la playa con contaminación lumínica alternaban entre caminar y descansar, lo que aumentaba el tiempo que pasaban en la playa. Las tortugas no desorientadas de las zonas oscuras no paraban a descansar e iban directamente al mar.
Esto quiere decir que los periodos de descanso de las tortugas del laboratorio significan que, en estado salvaje, pasan más tiempo en la playa, lo que las hace más susceptibles a los depredadores y a otros peligros.