Los ingenieros que diseñan cámaras para fotografiar y estudiar a los animales
Desde las primeras cámaras trampa a las Crittercam transportadas por tiburones: con estos avances hemos podido grabar en vídeo a los animales desde su punto de vista.
En julio de 1906, la National Geographic Society dedicó un número entero de la revista a una serie de fotografías de fauna salvaje: un mapache comiendo, un oso grizzly borroso o un ciervo de cola blanca corriendo. Los animales sobresaltados habían pasado frente a un nuevo e inventivo método de fotografía ideado por el excongresista George Shiras. Su «cámara trampa con flash» emitía un brillante destello y hacía que la cámara se disparase.
Esta innovación no gustó a todos. «Deambular por la naturaleza no es geografía», dijo uno de los consejeros de National Geographic. Pero la respuesta de los lectores fue clara: en dos años, los ensayos fotográficos ayudaron a casi septuplicar el crecimiento de la revista, alcanzando los 20.000 suscriptores.
Y durante décadas, la innovación de la Society en fotografía de vida silvestre siguió adelante. Para finales de los años 80, los ingenieros del Laboratorio de Imágenes Remotas de la sede de National Geographic en Washington D.C. ya colocaban videocámaras de ocho milímetros en carcasas impermeables y las fijaban al lomo de focas y tortugas. Algunos de los modelos más pequeños de lo que la Society finalmente registró como «Crittercams» se usaron para grabar el documental de 2005 La marcha de los pingüinos. Se fabricó otra versión para resistir 210 kilogramos de presión por centímetro cuadrado que se fijó a cachalotes para documentar cómo cazaban en el fondo del mar.