Te presentamos a Ajarn Noo Kanpai, el maestro tailandés de los tatuajes
Viajeros de todo el mundo llegan aquí en busca de sus modernos sak yants, unos tatuajes espirituales budistas.
Cuando Angelina Jolie mostró su primer tatuaje tailandés hace 15 años —cinco líneas de bendiciones budistas que discurrían por su espalda— puso de relevancia la condición internacional del país por sus tatuajes espirituales. El artista, Ajarn Noo Kanpai, pronto saltó a la fama, lo que dio pie al turismo de tatuajes a Tailandia.
Durante miles de años, la cultura tailandesa ha apreciado los poderes espirituales de los sak yants, tatuajes místicos grabados por monjes budistas y maestros de la magia. El rey guerrero de Tailandia, Naresuan el Grande, gobernó Siam hasta 1605 y se rumoreaba que libró guerras y declaró la libertad del reino de Ayutthaya gracias a una fuente de protección: los sak yants.
Los sak yants (derivados de la palabra yantra, que significa salmos y escrituras sagradas budistas tejidas en diseños geométricos), cuyo origen se encuentra en el Sudeste Asiático, eran una forma de proteger a los guerreros que iban a la batalla, volviéndolos invencibles contra las flechas. En tiempos modernos los sak yants se han convertido en marcas de mafiosos y gánsteres, que usan las bendiciones protectoras de los tatuajes para llevar a cabo actos criminales. «Por eso diseñé el ha taew, o cinco filas», explica el maestro de los sak yants, Ajarn Noo Kanpai, refiriéndose a cinco filas de escrituras budistas (que se aprecian en el tatuaje de Jolie), comenzando el día del nacimiento de Buda y acabando con su iluminación. «Ha taew está destinado a traer bendiciones positivas y equilibradas a las vidas de la gente».
Noo se metió en esta forma de arte cuando estaba en cuarto de primaria, revisando las páginas de los libros de magia blanca de su abuelo. Para cuando era un adolescente, Noo ya practicaba antiguos hechizos jemeres y empleaba estas escrituras y cantos budistas en conjunción con armas como líder de una pandilla. Tras varios apuñalamientos durante un encuentro con una banda rival (de la que, según se dice, salió sin cicatrices), Noo cambió la vida de gánster por el monacato en un templo de la provincia de Nonthaburi. Cuando le pidieron que se convirtiera en director del templo, o maestro, Noo se negó porque quería seguir adelante con los sak yants. «Aunque entonces todavía era muy joven, ya sabía que quería dedicar mi vida a los sak yants», cuenta.
Tras años entrenando con monjes en templos de toda Tailandia en un peregrinaje autoimpuesto, Noo abrió su propio samnak (o instituto) de tatuajes, un monasterio de dos pisos a 36 kilómetros de Bangkok. «Lo que veis hoy en día de mi arte sak yant procede de mis propias ideas y diseños, que he adaptado y creado. Son mi forma de compartir mis pensamientos, creencias y valores con el mundo a través de mi arte», explica.
Unos pocos «discípulos» se han ganado la confianza de Noo y se han formado durante 10 años con el maestro para perfeccionar el método tradicional del sak yant, que consiste en perforar la piel con palos de bambú afilados mojados en tinta. Pero los únicos estudiantes a los que ha enseñado los mantras secretos (o encantamientos) de un sak yant real son sus hijos, Ajarn Joe y Ajarn Jay. «En el pasado, enseñaba a cualquiera que me pidiera ayuda, pero ya no enseño a nadie cómo hacer sak yants. Mucha gente puede crear los tatuajes, pero no conocen los mantras necesarios para las bendiciones», afirma.
La devota Angelina Jolie, que ahora cuenta con tres de los diseños de Noo (entre ellos el «Rey de los Tigres»), y supermodelos como Cara Delevingne han ayudado a llevar el arte del sak yant a escala mundial, pero fue el maestro de tatuajes quien popularizó un tipo de sak yant en particular —ha taew— que es ahora la forma más habitual que se tatúa. «Hoy en día, cuando la gente piensa en el sak yant, piensan en su significado positivo y sus bendiciones espirituales. Creo que es mi mayor impacto en el sak yant: cambiar su percepción negativa, abrirlo a todas las personas y repartir positividad por el mundo».