Un nuevo estudio podría demostrar que la fobia a arañas y serpientes es innata
Mostrar fotos de arañas y serpientes a bebés ha revelado resultados sorprendentes acerca del origen de dos fobias muy comunes.
Muchas personas se estremecen con solo pensar en una araña colgando sobre ellos o una serpiente deslizándose bajo sus pies. De hecho, la investigación muestra que al menos el cinco por ciento de la población tiene un miedo atroz a arañas y serpientes. Pero, ¿aprendemos a tenerles miedo o es algo con lo que nacemos?
Un grupo de investigadores del Instituto Max Planck de Alemania y de la Universidad de Uppsala, en Suecia, decidieron averiguarlo haciendo pruebas a un segmento de la población con menos probabilidades de mostrar miedo: los bebés.
Pusieron a prueba a 48 bebés de seis meses en el instituto para analizar cómo reaccionaban a imágenes que según los investigadores podrían darles miedo. Enseñaron a los bebés, sentados sobre los regazos de sus padres, imágenes de arañas y serpientes sobre fondos blancos durante cinco segundos. Para evitar que sus progenitores influyeran involuntariamente sobre las reacciones de sus bebés, durante el experimento les dieron gafas opacas que les impedían ver las imágenes.
La reacción de los bebés al ver imágenes de serpientes y arañas fue la dilatación de la pupila, mucho mayor al registrado cuando les mostraban imágenes de flores y peces. Este hallazgo, publicado en la revista Frontiers in Psychology, sugeriría que el miedo a estas criaturas podría ser innato.
Eso se debe a que la dilatación de la pupila se asocia con la actividad en el sistema noradrenérgico del cerebro, el mismo sistema que procesa el estrés. La medición precisa de los cambios en el tamaño de las pupilas se ha empleado en estudios previos para determinar estrés mental y emocional en adultos.
«Definitivamente había una respuesta de estrés en el cerebro», afirma la investigadora principal, Stefanie Hoehl. Señaló que es difícil caracterizar la naturaleza exacta del tipo de estrés que experimentaban los bebés, pero la dilatación de las pupilas muestra estados acentuados de excitación y procesamiento mental.
«La investigación actual ha proporcionado pruebas de que el miedo a las serpientes y a las arañas es innato», afirma David Rakison, profesor de psicología en la Universidad Carnegie Mellon que investiga el desarrollo infantil temprano.
«Los bebés poseen un mecanismo de miedo especializado, lo que significa que están "preparados" para aprender rápidamente que las serpientes y las arañas se asocian a una respuesta emocional o conductual específica», señaló.
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