Una mamá lince y sus crías retozan en la nieve
Los linces rojos son esquivos y nocturnos, por lo que rara vez son avistados por humanos. A pesar de ello, están presentes en gran parte de Norteamérica y se adaptan bien a hábitats tan dispares como bosques, pantanos, desiertos e incluso la periferia de ciudades. Y al parecer, a esta familia le gusta pasar el rato en el porche de una vivienda de Alaska.
Los linces rojos son aproximadamente el doble de grandes que los gatos domésticos. Tienen patas largas, zarpas grandes y orejas con mechones, parecidas a las de su pariente de mayor tamaño, el lince canadiense. La mayoría de los linces rojos son marrones o rojos pardos. Tienen el vientre blanco y una cola corta de punta negra.
Los linces rojos son fieros cazadores, capaces de abatir animales mucho más grandes que ellos, aunque normalmente comen conejos, aves, ratones, ardillas y otras presas de menor tamaño. Son animales solitarios. Las hembras eligen madrigueras apartadas para criar a sus camadas de entre uno y seis linces, que permanecerán con su madre entre 9 y 12 meses. Durante este tiempo aprenderán a cazar antes de independizarse.
En algunas zonas se siguen poniendo trampas para capturarlos por su suave y moteada piel. Se cree que su población en Norteamérica es bastante grande, con quizás un millón de linces solo en Estados Unidos.