Unos pulsómetros revelan cómo responden los narvales ante situaciones de estrés
Los narvales nadan en el gélido océano Ártico y se sumergen en sus aguas oscuras y profundas, por eso son difíciles de estudiar. Para conocer su biología, unos científicos les colocaron sensores. Estos dispositivos registraban su ritmo cardíaco, sus movimientos al nadar y la profundidad a la que nadaban, en reposo, cuando se sumergían después de "huir" y en inmersiones normales. Las ventosas de los sensores se despegaban y flotaban hasta la superficie. Los animales suelen reaccionar ante el peligro de dos formas diferentes: para algunos, el estrés aumenta su ritmo cardíaco y su nivel de actividad. Otras especies se quedan paralizadas y su ritmo cardíaco desciende. Los narvales no encajan en ninguno de estos patrones. Cuando les liberan de las redes, el pulso de los narvales se desploma, incluso mientras huyen a toda velocidad. Así que agotan el oxígeno del que disponen, llevando a los tejidos a su límite. Los investigadores temen que el bajo nivel de oxígeno afecte a su cognición, provocando una conducta peligrosa y sumándose al riesgo que supone la presencia humana para los narvales.