Las subastas legales de piel de elefante están en auge en Zimbabue

El aumento del comercio de pieles de elefante ha provocado polémica en medio de la crisis de caza furtiva.

Por Eric Scigliano
Publicado 21 dic 2017, 18:49 CET
Elefante
Unos 30.000 elefantes mueren a manos de cazadores furtivos por su marfil cada año, por eso muchas personas se sorprenden al enterarse de que es legal exportar y vender la piel de un elefante.
Fotografía de Beverly Joubert, National Geographic Creative

 «Si busca el cuero más duro y las botas más resistentes, la piel de elefante es perfecta, ya que nada puede compararse a la fuerza de unas botas vaqueras de piel de elefante hechas a medida».

Esto dice la página web de Paul Bond Boot Company, una de las empresas que convierten la piel estriada de los animales terrestres más grandes del planeta en botas, carteras, cinturones, maletas, abrigos, bolsas de golf, palos de billar, muebles, asientos para coches y motocicletas, fundas para armas y cualquier otra cosa que pueda antojársele a su adinerada clientela. Mejor aún, Paul Bond añade que «las opciones de curtido no tienen parangón, ya que disponemos de diversas texturas y colores».

«Es el cuero más resistente a los pinchazos», afirma Jerry Van Amburg, un afable peletero de Idaho que en ocasiones trabaja con piel de elefante. «A la gente que trabaja con serpientes venenosas les gusta para cubrir las botas». Las orejas, que son más blandas, se reservan para usos en los que se prefiere flexibilidad y vetas más suaves.

Las pieles de elefante, como estas en Zimbabue que se almacenan para subastarlas, se emplean para fabricar botas, carteras o tapicería de lujo para coches, entre otros productos.
Fotografía de Reuters

A la gente que no compra cueros exóticos, pero conoce la terrible amenaza que supone la caza furtiva para los elefantes africanos les sorprende enterarse que sus pieles se ofrecen de forma rutinaria y pública como parte de un comercio legal de vida silvestre que incluye productos de aligátores, caimanes, lagartos, pitones, anacondas, tiburones, rayas, avestruces, canguros y facóqueros.

Aparte de Nueva Jersey, Nueva York y California, que la han prohibido, la piel de elefante africano debidamente certificada es un producto que, en opinión del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos y de algunas organizaciones de conservación no supone una amenaza para estos asediados animales. Otras organizaciones, que temen que la piel de elefante esté empezando a remplazar al marfil como motivo de caza furtiva, han instado a Estados Unidos a prohibir su importación.

El comercio legal actual de piel de elefante se remonta a 1997, cuando los países de África meridional Zimbabue, Botsuana y Namibia persuadieron a CITES para que reclasificara a sus elefantes, relativamente bien protegidos, del estatus del Apéndice I (que prohíbe su exportación comercial y se aplica a elefantes asiáticos y otros elefantes africanos) al Apéndice II. Sudáfrica obtuvo un cambio similar en el año 2000.

Inicialmente, CITES solo permitió a estos cuatro países la exportación comercial de las pieles, pero en 2007 autorizó la exportación comercial de cueros tratados de Sudáfrica, Botsuana y Namibia. Además, los visitantes de Zimbabue pueden llevarse a casa los objetos de cuero de elefante que compren allí.

Esto es una bendición para una fraternidad elitista de artesanos y vendedores de bienes de lujo, cuyos clientes van desde músicos, deportistas y estrellas de cine a jeques del Golfo y gente normal para quien las botas son una cuestión de fe y no solo de moda. Los jeques prefieren la piel de elefante «para decorar sus Mercedes-Benz», afirma Nanette Wheeler Carter, presidenta de la ONG con sede en San Francisco Connection Africa, que realiza un seguimiento de las ventas de pieles en todo el mundo y que presionó para que California prohibiese la venta de partes de elefantes.

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    En 2016, Estados Unidos importó más de 2.000 pieles de elefante enteras, la mayoría de Zimbabue y Sudáfrica, un gran aumento desde 2014, cuando se importaron 275. Las pieles procedían de elefantes sacrificados o enfermos.
    Fotografía de Bobby Model, National Geographic Creative

    En 2012, el rapero Jay-Z se ganó una muy mala fama cuando hizo alarde de un par de zapatillas Brooklyn Zoo Jordan 1 de 2.500 dólares y hechas a medida a partir de las pieles de elefantes y otras nueve especies por PMK Customs (Perfectly Made Kicks, antes Pimp My Kicks), superando a las de Beyoncé, su esposa, que «solo» estaban fabricadas a partir de cinco especies.

    La piel curtida de un elefante no es precisamente barata —a más de 400 euros el metro cuadrado—, a no ser que la compares con las pieles de cocodrilo del Nilo, que se venden a unos 675 euros la pieza. Sin embargo, la aparente escasez y la majestuosidad mítica del animal son parte del atractivo. «Creo que la mitad de los clientes la compran porque es de elefantes», afirma Van Amburg.

    Sin embargo, añade que para él la piel de elefante es solo un «producto menor», al igual que para muchos otros vendedores de cuero exótico. El comerciante e importador de pieles de Florida Henry Slaughter la describe como «una actividad complementaria» a sus líneas principales de aligátores y avestruces.

    Tras un reciente lapso, las importaciones de piel de Zimbabue y Sudáfrica han repuntado de nuevo en 2016, de 275 pieles enteras en 2014 a 2.079 en 2016, además de miles de partes de piel de menor tamaño y de bienes de cuero de varios países.

    En todo el mundo, las exportaciones de pieles se han mantenido constantes o han crecido durante la última década, superando con mucho a las de años anteriores. Entre 2007 y 2016, según datos de CITES (que se registran de forma irregular), Zimabue y Sudáfrica juntos exportaron las pieles enteras de 38.858 elefantes, más otros 56.600 metros cuadrados y 9.754 kilogramos de pieles y marroquinería. Si tenemos en cuenta que cada piel procesada mide una media de 1,85 metros cuadrados, supondrían más de 30.000 elefantes.

    Esto no incluye miles de partes y bienes que solo se contaron, no se midieron, además de cantidades más pequeñas procedentes de otros países y las exportaciones ilegales. A no ser que exista un solapamiento considerable en los datos de CITES, las pieles de al menos 70.000 elefantes africanos parecen haber acabado en el mercado legal de pieles en la última década: dos veces el número de elefantes cazados por su marfil cada año.

    Según algunos conservacionistas, el comercio de pieles de elefante no supone una amenaza significativa para los elefantes, mientras que otros se preocupan por que impulse la comercialización de elefantes y otras especies, y las ponga en peligro.
    Fotografía de Beverly Joubert, National Geographic Creative

    Sin embargo, los vendedores estadounidenses creen fervientemente que las ventas de pieles no solo no amenazan a los elefantes, sino que en realidad ayudan a protegerlos y a preservarlos. «Los fondos se destinan a apoyar labores de conservación», afirma Slaughter.

    No es del todo correcto afirmar, como hace la página web del comerciante de cuero Rojé Exotics, que «las reservas de caza son la fuente de todas las pieles de elefante africano vendidas de forma legal», convirtiendo esas capturas en algo «muy similar a nuestra temporada de [caza de] venado en Estados Unidos».

    Tenashe Farawo, portavoz de ZimParks, autoridad reguladora de los parques y la vida silvestre en Zimbabue y principal proveedor de pieles, dice que la mayor fuente son en realidad «los elefantes que hemos tenido que matar por conflictos con humanos». Los críticos y las autoridades lo describen como una «matanza selectiva» para controlar la superpoblación de elefantes, pero Farawo difiere con ese término: «La última vez que llevamos a cabo una matanza selectiva fue en los ochenta», afirma, añadiendo que la segunda fuente de pieles es la mortalidad por causas naturales.

    «A algunas personas les molestan los elefantes», afirma Tracy Brubaker, dueña de la tienda de Minnesota The Leather Guy. «A otras, les molestan los conejos. La mayoría de la gente que entiende la necesidad de mantener la salud de una manda entiende que se necesita algo de caza». Los clientes «no deberían sentirse mal o sentir culpabilidad por usar este cuero, ya que no creamos una demanda sino utilizando un producto derivado», declara la web de Rojé.

    El Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, que regula las importaciones de animales salvajes, y la organización líder de conservación, World Wildlife Fund (WWF), están de acuerdo. «Los problemas de los elefantes africanos no se centran en torno al comercio legal de pieles y cuero», dijo en un email Colman O’Criodain, director de política de prácticas de vida silvestre del WWF. «El problema se encuentra en la demanda insostenible de marfil, principalmente en China».

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    En 2016, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre rechazó una petición de Humane Society (Estados Unidos e internacional), Fund for Animals y International Fund for Animal Welfare para conceder a los elefantes africanos el estatus de animal «en peligro de extinción» y prohibir la importación y la venta de sus partes, incluida su piel. «No hay información que indique que el uso comercial de partes y productos de elefantes que no sean marfil haya tenido efecto alguno en los ritmos o patrones de la matanza ilegal de elefantes», concluyó el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre.

    Humane Society y las organizaciones cosolicitantes sostienen que esa postura es peligrosa y corta de miras. «El Servicio ignora el impacto negativo más amplio que tiene la comercialización de partes de animales salvajes sobre la percepción del público sobre la necesidad de conservar especies en peligro», argumentaron. En otras palabras, ¿por qué la gente creería que los elefantes se encuentran en peligro si pueden tapizar sus coches con sus pieles?

    Y como dice Humane Society, «aunque el marfil sea la motivación principal de la caza furtiva de elefantes, regular el comercio internacional y doméstico de otras partes de elefantes garantizará que las nuevas restricciones en el mercado de marfil no incentiven la matanza de elefantes por otras partes valiosas».

    Masha Kalinina, especialista en política de comercio internacional de fauna salvaje en Humane Society, señala que esta segunda preocupación es especialmente urgente ahora que China va a instituir una amplia prohibición de marfil que se hará efectiva el próximo año.

    «Las empresas son listas», explica. «No me sorprendería que se pasara de comercializar productos de marfil a productos de piel. Por eso nuestro objetivo es prohibir todos los productos fabricados a partir de animales salvajes. La demanda es insaciable, pasando de un objeto a otro. Puede verse en la forma en que las empresas responden ante las restricciones. Por eso deberíamos valorar a los elefantes cuando están vivos, no por sus partes».

    Zimbabue: tolerancia cero a la corrupción

    Zimbabue es el principal exportador de pieles de elefantes y otros productos de animales salvajes. La página web de ZimParks ofrece una gama impresionante que incluye huesos, patas y colas (con y sin pelo) de elefante, pieles y cráneos de docenas de especies, y animales vivos y objetivos de caza, desde hipopótamos a rateles.

    Sin embargo, como otras instituciones, el sistema de gestión de vida silvestre de Zimbabue, que en su día era respetado y ejemplar, se ha visto afectado por la agitación política del país, la implosión económica y la corrupción.

    «No confiamos en la gestión de la vida silvestre por parte del gobierno de Zimbabue, ya sea de la caza de trofeos, el marfil o el control de caza furtiva, o las exportaciones de pieles», afirma Iris Ho, encargada de programas de Humane Society International especializada en elefantes.

    Otros conservacionistas conservan la esperanza. «Los elefantes de Zimbabue están relativamente bien atendidos», declaró recientemente Save the Elephants, organización con sede en Kenia. «En los últimos 18 meses, el país ha llevado a cabo un importante trabajo de planificación para la conservación de sus elefantes».

    Vídeo:

    Una mamá elefante «saluda» a los rescatadores que salvaron a su cría
    Esta cría de elefante se cayó en un pozo en Kerala, India. Sus barritos alertaron a los aldeanos a primeras horas de la mañana. Un equipo de rescate acudió rápidamente a las 7 am. La madre, alterada, y el resto de su manada se quedaron cerca mientras el equipo excavaba. Su reencuentro fue un momento de gran belleza. Después ocurrió algo sorprendente. Antes de adentrarse en el bosque, la madre se volvió hacia la gente y levantó la trompa. En la India, algunos creen que este es un gesto de agradecimiento del elefante.

    Farawo, de ZimParks, ha prometido tomar medidas enérgicas contra el tráfico de marfil tras el derrocamiento del presidente Robert Mugabe en noviembre después de 37 años de gobierno cada vez más represivo y errático. «El presidente [Emmerson] Mnangagwa declaró tolerancia cero ante la corrupción en su discurso de investidura, y no permitiremos que estas actividades ilegales ocurran de nuevo en lo que nos queda de vida», escribió en un email. «Con el nuevo gobierno queremos que Zimbabue vuelva a funcionar», dijo Farawo. «Queremos conservar nuestra vida silvestre de manera sostenible. Por favor, dennos una oportunidad».

    Hasta los observadores más optimistas se mantienen a la espera para comprobar si esas promesas se cumplen. ZimParks, que no recibe financiación del gobierno, depende del turismo de safaris, la caza deportiva y las exportaciones de productos de vida silvestre, y la explotación es una tentación perenne. La caza furtiva, que antes era muy poco habitual, ha crecido enormemente, especialmente en el norte del país.

    Para Ho, de la Humane Society, existen motivos para preocuparse por la creciente presencia comercial de China en Zimbabue, país con el que ha mantenido lazos estrechos durante mucho tiempo. Han empezado a aparecer compradores chinos en las subastas de piel de ZimPark. «Hace dos años me enteré de que los chinos estaban comprando pieles de elefante», explica el comerciante de pieles de Florida Henry Slaughter. «Lo compran todo. Es cada vez más difícil de conseguir. Ahora, con los elefantes, te llevas lo que puedas conseguir. Puede que no sea un fragmento perfecto».

    Según el peletero de Idaho Van Amburg, su comprador de marroquinería de Zimbabue le contó que este año fue la primera vez que ha visto a chinos en la subasta. «Normalmente, él es uno de tres o cuatro en la subasta», afirma Van Amburg. «Este año hubo cinco o seis a los que no conocíamos, y todos eran asiáticos».

    Según Van Amburg, los postores chinos dicen que compran las pieles para «sopa», no para botas. «El comprador verificó que ponen trozos de pasta de poco más de dos centímetros como medicamento vigorizante que se supone que es beneficioso para la piel». (La pasta es cuero que se ha curtido y secado, pero que no ha sido sometido a otros procesos.)

    En varios países del este y el sureste asiático se han utilizado durante mucho tiempo cremas hechas de piel de elefante para tratar el eccema y otras afecciones cutáneas. En medicina tradicional china se suele recomendar mojarla, secarla, asarla y pulverizarla para tratar heridas abiertas, úlceras y náuseas.

    Sin embargo, Ho dice que «existen muchas alternativas más conocidas y más ampliamente disponibles que las pieles de elefante para tratar estas enfermedades». Piensa que importar y vender pieles de elefante africano con fines medicinales «es probablemente una trama elaborada por comerciantes y distribuidores».

    De ser así, seguiría un patrón que se ha observado recientemente en China, donde los comerciantes promueven el uso de joyas de piel de elefante y nuevos usos medicinales, lo que ha incentivado la oleada de caza furtiva de elefantes en Birmania. Sin embargo, el consumo de cuero curtido es un uso extraño y sospechoso, según Van Amburg. «Lo que comen es cuero tratado químicamente. A todos los peleteros les da bastante asco».

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