Estos cocodrilos enanos podrían estar convirtiéndose en una nueva especie
Estos cocodrilos se alimentan de murciélagos y se empapan de guano, lo que da a su piel un color anaranjado.
El sistema de cuevas de Abanda, en Gabón, no es un lugar ideal para vivir. En el interior de las cuevas, está totalmente oscuro y hace calor. Los vapores que circulan por dentro suelen provocar náuseas. Y los espeleólogos tienen que atravesar el fango para entrar.
«Parece barro líquido, pero no es barro», afirma el espeleólogo Olivier Testa. Es guano de murciélago. Un montón. Al mezclarse con agua, se convierte en estanques viscosos de heces de murciélago. «Es un entorno muy duro», afirma el herpetólogo Matthew Shirley. «Cuando salimos de las cuevas, nos sentimos destrozados».
Testa y Shirley forman parte de un equipo de investigadores creen haber descubierto unos animales que podrían estar evolucionando para vivir en el duro entorno de las cuevas: los cocodrilos. Los cocodrilos enanos, para ser exactos, viven en tierra en todo Gabón, pero la población que vive en las cuevas ha desarrollado una firma genética única que sus homólogos de la superficie no tienen, según Shirley.
Para probarlo, tomaron muestras de sangre de los cocodrilos del sistema de cuevas. Unos 100 o 200 ejemplares viven en las 10 o 12 cuevas del sistema, según Shirley.
Distinguir qué cocodrilos eran únicos fue difícil en la oscuridad, según explica el investigador. Finalmente, consiguieron obtener muestras de sangre de entre 30 y 40 ejemplares únicos. Tomaron muestras de sangre de unos 200 cocodrilos terrestres de la región.
Tras secuenciar el ADN de dicha población, el equipo de investigación descubrió que los cocodrilos de las cuevas estaban transmitiendo un halotipo único (un grupo de genes heredado por un solo progenitor).
El equipo planea publicar sus hallazgos en un estudio que todavía no han terminado. Las primeras noticias sobre la posible mutación genética se publicaron en un artículo de The Guardian y según Shirley pasarán varias semanas antes de que publiquen el estudio con más detalles.
«Como resultado de dicho aislamiento y el hecho de que pocos ejemplares entran o salen, están en proceso de [convertirse en] una nueva especie», afirma Shirley. «Si eso va a suceder pronto es una incógnita».
Diferencias físicas
Los científicos ya han observado diferencias físicas y de comportamiento en la población de las cuevas, según un estudio de 2016 publicado en el African Journal of Ecology.
A diferencia de los cocodrilos enanos que viven en el bosque, que se alimentan de peces y crustáceos, la población de las cuevas se alimenta principalmente de murciélagos. De hecho, esta podría ser una de las razones de que los cocodrilos migraran al sistema de cuevas, según Testa.
«Hay decenas de miles de murciélagos [en las cuevas]», añade. Y cuando los investigadores analizaron el contenido estomacal de los cocodrilos de las cuevas, descubrieron esqueletos y pelo de murciélago mezclados con grillos.
Algunos de los cocodrilos macho también son naranjas, pero es improbable que esto sea una mutación genética. En su lugar, es posible que sea el resultado de estar empapados de heces de murciélago.
«El guano de murciélago está compuesto en gran medida de urea», un compuesto químico rico en nitrógeno que se encuentra en la orina, afirma Shirley. «Cuando están entre los excrementos, creemos que el agua con un pH muy básico les broncea la piel».
Los primeros en asentarse
El arqueólogo Richard Oslisly descubrió a los cocodrilos de las cuevas en 2008.
Todavía no se sabe exactamente cuánto tiempo llevan viviendo allí. Shirley estima que hace unos pocos miles de años que unos cuantos ejemplares entraron en la cueva en busca de refugio o alimento. Se habrían necesitado cientos de generaciones para desarrollar una firma genética única, y los cocodrilos enanos pueden vivir entre 50 y 100 años.
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En poblaciones pequeñas como esta, también preocupa la diversidad genética. La endogamia puede provocar enfermedades y defectos congénitos.
Shirley tiene la teoría de que un pequeño número de ejemplares del exterior entra en la cueva en cada generación. Sin embargo, no está claro cómo salen o entran. Algunas entradas a la cueva son lo suficientemente anchas para que entre una persona, mientras que en otros hábitats solo se puede entrar atravesando un pasaje muy estrecho.
Además de descubrir una posible población genéticamente única, Shirley dice que estudiar a los cocodrilos de las cuevas puede revelar a los científicos cómo se han adaptado los animales a un entorno tan hostil.
Los cocodrilos suelen ser diurnos y dependen de la luz solar para regular su metabolismo, pero la mayoría de estos cocodrilos pueden sobrevivir sin luz solar durante décadas.