Descubiertos en ámbar los restos de un ave de la era de los dinosaurios
El animal de 99 millones de años es el fósil de ave más completo conocido de los depósitos de ámbar de Birmania.
Los restos aplastados de un ave que vivió hace 99 millones de años se han descubierto dentro de un fragmento de ámbar de Birmania. Aunque las aves anteriores descubiertas en ámbar birmano eran más espectaculares visualmente, ninguna contenía una parte tan grande del esqueleto, que incluye la parte trasera del cráneo, la mayor parte de la columna vertebral, las caderas y partes de un ala y una pata.
El ave recién descubierta también es especial porque los investigadores pueden ver más claramente el interior de la joven criatura prehistórica, según el coautor del estudio Ryan McKellar, del Royal Saskatchewan Museum en Regina, Canadá.
«El ámbar es turbio, con muchas partículas pequeñas de madera. Parece que se produjo sobre o cerca del suelo del bosque», afirma McKellar. Esto significa que la vista del ave desde fuera no es perfecta, pero el interior es mucho más interesante.
«Cuando lo preparaban en Birmania, pulieron la mitad frontal del espécimen, lo que nos dio una imagen expuesta de la cavidad torácica y el cráneo», afirma McKellar.
El descubrimiento se suma a una impresionante colección de fósiles del Cretáceo procedentes de los depósitos del valle de Hukawng, en el norte de Birmania. En los últimos años, en la región también se han descubierto varias alas de ave hermosas, la espectacular cola con plumas de un pequeño dinosaurio carnívoro y el perfil de un polluelo. En diciembre, los investigadores encontraron garrapatas en ámbar que podrían haberse alimentado de dinosaurios.
«Este depósito fósil birmano es claramente revolucionario. Es posiblemente el avance más importante para entender la evolución de las aves ahora mismo», afirma Julia Clarke, experta en evolución de aves y de vuelo en la Universidad de Texas en Austin. «Creíamos que nunca encontraríamos un ave entera en ámbar del Cretáceo, pero ahora tenemos varios ejemplos».
Espumoso y aplastado
Lida Xing, autor principal del estudio que describe el espécimen en la revista Science Bulletin, afirma que cuando vio al ave por primera vez, que se vendía como joya en Birmania en 2015, el corazón empezó a latirle muy rápidamente.
El equipo tuvo la suerte de poder comprar al ave para el Instituto Dexu de Paleontología, en Chaozhou, China. Las aves en ámbar pueden venderse por más de 400.000 euros, por eso los científicos no se las pueden permitir, según Xing, paleontólogo de la Universidad de Geociencias de China, en Pekín.
Calcula que es solo la segunda ave en ámbar birmano cuya descripción se ha publicado en una revista científica. Pero cree que hasta ahora se habrían descubierto unas seis, la mitad de las cuales han desaparecido en las manos de coleccionistas privados.
Basándose en su análisis, financiado en parte por National Geographic, el equipo concluyó que la joven ave podría haber caído sobre la resina de árbol del Cretáceo viva o muerta, y la humedad hizo que la resina hiciera una ligera espuma, creando posteriormente un ámbar turbio. Algunos de los huesos y los tejidos blandos se degradaron y los sedimentos quedaron atrapados dentro de los espacios.
«Un flujo de resina posterior selló los restos y los protegió frente a la degradación o la disolución, pero el ámbar quedó aplastado, haciendo añicos varios huesos», afirma McKellar. «Ahora todo eso está atrapado en un gofre de ámbar del tamaño de la hebilla de un cinturón».
El ave mide unos 6 centímetros de largo y quizá sea ligeramente mayor que el polluelo de 4,6 centímetros de largo descrito el año pasado. La estructura de sus plumas y su esqueleto sugiere que era una enantiornita, un tipo de ave primitiva que se extinguió con los dinosaurios no aviares hace 66 millones de años.
«Aunque son polluelos, ya tienen un conjunto completo de plumas de vuelo», afirma McKellar. «Tenían un raquis, o eje central, ligeramente desarrollado, así que puede que no hubieran sido excelentes voladoras».
En vida, el ave habría tenido dientes en el pico y habría sido de un color entre castaño y nuez, con plumas rizadas en la cabeza y en el cuello.
Restos del nido
«Siempre es emocionante encontrar en ámbar a un fósil vertebrado, especialmente en ámbar del Cretáceo», afirma George Poinar, paleobiólogo de la Universidad Estatal de Oregón en Corvallis, cuyas investigaciones sobre insectos fosilizados en ámbar inspiraron el argumento de Parque Jurásico.
Atribuirlo a las aves enantiornitas tiene sentido, ya que eran comunes en aquella época, según añade. Pero es una pena «que falten los dos rasgos diagnósticos de esa familia: el pico con dientes y los dedos con garras en las alas».
Poinar especula que la joven ave podría haber sufrido el ataque de un depredador que la habría derribado del nido sobre la resina que supuraba del mismo árbol y que algunos de los fragmentos de plantas y una cucaracha también descubiertos dentro del fragmento de ámbar podrían haber procedido del nido.
«Las cucarachas son carroñeras y encontrarlas en el material del nido no sería una sorpresa», afirma.
Con un poco de tiempo y suerte, según McKellar, el equipo espera tener una serie de crecimiento completa de aves enantiornitas en ámbar birmano. Sin duda no falta materia prima entre la que buscar: se estima que solo en 2015 se extrajeron 10 toneladas de ámbar en el valle de Hukawng.