Los picos de los frailecillos son bioluminiscentes

El ave es la última incorporación al grupo de especies bioluminiscentes descubiertas en los últimos años.

Por Carrie Arnold
Publicado 30 abr 2018, 11:31 CEST
Frailecillo
El pico de un frailecillo muerto brilla bajo luz negra en el laboratorio.
Fotografía de Jamie Dunning

Tan pronto como Jamie Dunning encendió la luz negra de su laboratorio, el pico del frailecillo atlántico se encendió como un árbol de Navidad de neón.

El estudiante de investigación de la Universidad de Nottingham estaba analizando el cadáver del animal como parte de su trabajo sobre genética de aves cuando recordó algo que le había dicho un colega: las plumas del mérgulo empenachado (Aethia cristatella) brillan cuando se ven bajo luz ultravioleta.

Como los frailecillos guardan un parentesco cercano con los mérgulos, esto despertó la curiosidad de Dunning y, efectivamente, el pico de su espécimen emitió un brillo naranja.

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«Me emocioné mucho», cuenta Dunning. «Esto no estaba documentado».

Los animales biofluorescentes reflejan la luz azul que baña una superficie y la reemiten con un color diferente, siendo el verde, el rojo y el naranja los más habituales. Esto es diferente de la bioluminiscencia, en la que los animales o producen su propia luz mediante una serie de reacciones químicas, o albergan otros organismos que emiten luz.

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    El frailecillo es la última incorporación a la lista de más de 180 especies conocidas —muchas de ellas tiburones, corales y otros animales marinos— que emiten un brillo luminoso.

    El hecho de que tantos animales marinos sean biofluorescentes «nos dice que los organismos usan la luz de formas que nosotros no vemos», explicó en una entrevista anterior John Sparks, comisario de peces en el Museo americano de Historia Natural de la ciudad de Nueva York.

    Gafas de sol para frailecillos

    Dunning enseguida se dispuso a escribir su descubrimiento para publicarlo y su estudio aterrizó en la mesa de Tony Diamond, ornitólogo de la Universidad de Nuevo Brunswick en Canadá.

    Diamond había observado este fenómeno en frailecillos varios años antes, pero no pensó en escribirlo. Por eso pidió a Dunning si podía añadir sus datos anteriores a los nuevos hallazgos. Los resultados combinados de dos frailecillos muertos (uno de Reino Unido y otro de Canadá) están revisándose en una revista científica y todavía deben ser publicados formalmente.

    Los picos de ambos frailecillos estudiados emitían el mismo brillo naranja.

    Ahora el equipo quiere determinar si el fenómeno ocurre en frailecillos vivos. Sin embargo, no pueden someter sin más a frailecillos vivos a la luz ultravioleta, ya que puede dañar sus ojos.

    Por eso Dunning acudió a los expertos de Goldsmiths, la universidad de Londres, para pedirles un objeto que protegiera los ojos de las aves.

    «No podía creerme que les estuviera llamando para pedirles gafas de sol para frailecillos», bromea Dunning.

    Frailecillo
    Un frailecillo vivo con gafas de sol hechas a medida.
    Fotografía de Jamie Dunning, Interaction Research Studio en la Universidad de Goldsmiths

    El equipo de Goldsmiths está trabajando duramente para diseñar y producir una serie de gafas amarillas flexibles para que Dunning las lleve este verano en sus trabajos de campo. Hasta entonces, no se sabrá por qué los picos de las aves emiten un brillo naranja.

    Vista de ojo de pez

    La gente no suele pensar mucho en la importancia de la luz en el océano, y solo una pequeña parte del mismo está iluminado por el sol, según señala Sparks.

    El biólogo que nos desvela un brillante mundo subacuático

    En un entorno tan oscuro, los animales dependen de otros métodos de emisión de luz para comunicarse.

    «Es un mundo oculto que solo ahora estamos empezando a descubrir», afirmó en una entrevista anterior David Gruber, biólogo molecular marino en la Universidad de la ciudad de Nueva York y explorador de National Geographic.

    Su grupo de investigación empezó a emplear cámaras hiperespectrales para intentar grabar el mundo submarino a través de los ojos de sus habitantes.

    «Nos perdemos cosas que ocurren en los mundos de otros animales si solo usamos nuestros ojos de mamíferos», afirma Gruber.

    Jane J. Lee ha contribuido a este artículo.

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