¿Cómo estudiamos ballenas en peligro de extinción? Mediante sus mocos
Una nueva técnica permite a los científicos medir con precisión los niveles hormonales en ballenas usando solo sus exhalaciones.
Te sorprendería lo que se puede aprender del espiráculo de una ballena.
Los científicos ya llevan casi una década intentando recopilar datos útiles a partir de las espiraciones de las ballenas. Los líquidos de estas exhalaciones albergan información importante sobre la madurez reproductiva, el estado del embarazo, el metabolismo y los niveles de estrés.
Existen formas de obtener el resoplido de una ballena: seguir a las ballenas que salen a la superficie, tomar muestras de su exhalación con una vara larga y retroceder antes de molestar al animal. Algunos investigadores han logrado colocar placas de Petri en drones para recoger muestras.
Pero una vez recogida, la exhalación de una ballena y su utilidad para la investigación suele verse comprometida por el agua salada.
Como las ballenas resoplan en la superficie del océano, el agua se mezcla con el material expulsado. Esto diluye las muestras, como un alcoholímetro que puede detectar la presencia de alcohol, pero no su concentración.
Por suerte, ahora existe un modo de extraer el material relevante de la exhalación de una ballena, según un nuevo estudio publicado en Scientific Reports. Midiendo una sustancia denominada urea, un subproducto natural del metabolismo que está presente en la sangre, la orina y las espiraciones, los investigadores pueden determinar con exactitud lo diluida que está la muestra.
En este sentido, la urea es un anillo decodificador que permite a los científicos registrar valores precisos de hormonas y otros biomarcadores relevantes.
«La herramienta tendrá el potencial de ampliar nuestra perspectiva», afirma Elizabeth Burgess, científica adjunta en el Centro Anderson Cabot para la Vida Marina del Acuario de Nueva Inglaterra y autora principal del estudio que describe la técnica.
Ballenas francamente excelentes
Según Burgess, sus coautores y ella no podrían haber descubierto la importancia de la urea de no haber sido por las ballenas francas glaciales (Eubalaena glacialis).
Pese que quedan menos de 450 ejemplares de estos gigantes en peligro de extinción, las ballenas francas glaciales son una de las especies de ballena más estudiadas del mundo. Los científicos mantienen un registro detallado de cada ballena de la población, con información como el sexo, la edad, la genética y el historial reproductivo.
El equipo empleó la información que ya tenían sobre las ballenas francas glaciales para tomar muestras de los niveles hormonales de las exhalaciones de las ballenas y compararlos con las muestras tomadas mediante otros métodos, como las muestras de heces y sangre.
«Se basaron en más de 40 años de recopilación de datos por parte del Consorcio de la Ballena Franca Glacial, catalogados por el acuario de Nueva Inglaterra», afirma Burgess.
Diane Gendrom, bióloga marina en el Instituto Politécnico Nacional de México y pionera en el campo de la investigación de las espiraciones de ballena, afirma que el nuevo estudio es «muy importante para el seguimiento a largo plazo», ya que es más fácil obtener muestras de exhalaciones que de heces.
Al fin y al cabo, nunca se sabe cuándo una ballena «querrá ir al baño».
El análisis de la urea ayudará a los científicos a entender mejor la fisiología de las ballenas, por ejemplo, la forma en que los animales responden ante factores estresantes como la contaminación acústica y quedarse atrapadas en aparejos de pesca, capturas que actualmente son el asesino principal de las ballenas francas glaciales.
Para las ballenas francas glaciales, este avance científico no ha llegado a tiempo. Han pasado casi dos años desde que los investigadores avistaron una nueva cría en la población y a algunos expertos les preocupa que la especie se extinga en solo 20 años.
El maravilloso mundo de los mocos de ballena
Aunque las ballenas francas glaciales son las más amenazadas, no son ni de lejos los únicos animales con espiráculo que pueden beneficiarse de un mejor «alcoholímetro».
En la Universidad de Manitoba, la estudiante de máster Justine Hudson pasa sus jornadas de campo intentando tomar muestras de las mucosidades de las belugas para medir los niveles de estrés de la población.
«Este artículo contribuirá a mi investigación», afirma Hudson. «Nuestras muestras contienen mucha agua porque las recopilamos de belugas que nadan libremente, lo que dificulta calcular la cantidad de vapor respiratorio de la muestra».
Como en el caso de las ballenas francas, su objetivo es encontrar formas de estudiar a las belugas sin causarles daño.
«Trabajamos en Churchill, Manitoba, y los miembros de la comunidad nos pidieron que estudiáramos a las belugas de la forma menos invasiva posible», cuenta Hudson.
«El muestreo no invasivo también es importante para los estudios de estrés, porque muchas técnicas que se han empleado para estudiar el estrés, como sacar sangre, pueden provocar una respuesta de estrés».
Burgess afirma que es emocionante formar parte de algo nuevo. Pero ayudar al avance de una nueva técnica «conlleva una emoción especial que podrían usar otros biólogos de ballenas de maneras imprevisibles».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en NationalGeographic.com.