Rescatan 22 animales salvajes utilizados ilegalmente en los «safaris de selfis» del Amazonas
Las autoridades peruanas han rescatado 22 animales salvajes, entre ellos perezosos y un manatí, usados ilegalmente como «atrezo» para fotografías turísticas en una localidad del río Amazonas.
Veintidós animales amazónicos salvajes rescatados la semana pasada de la cautividad ilegal en Puerto Alegría, Perú, una pequeña localidad selvática en el río Amazonas, han tenido un final feliz. Las autoridades peruanas incautaron varios animales, entre ellos tres perezosos, un manatí y un puercoespín, que los residentes de la localidad mantenían cautivos como atracción para los barcos turísticos.
El rescate altera el letal sistema de turismo de fauna silvestre de Puerto Alegría, un sector ilegal pero lucrativo en este área empobrecida. Cada día y de forma regular, los barcos turísticos traen decenas de visitantes a la comunidad para sacarse fotos con animales que han sido capturados en la selva. En su tiempo libre, algunos residentes tienen a los animales en sus casas o en jaulas debajo de estas, y los remplazan con otros animales de la selva cuando mueren. Según Ángela Maldonado, bióloga de la ONG Entropika con sede en Colombia que organizó la redada, es probable que los 22 rescatados la semana pasada hubieran sido capturados en las últimas semanas o meses.
La operación policial se ha producido un año después de que National Geographic publicase una investigación sobre la industria del turismo de fauna silvestre en la localidad que sacaba a la luz el maltrato de los animales y desenmascaraba a los turoperadores que alimentan directamente este problema. Maldonado explica que el estrés de vivir en jaulas, tener una mala dieta y ser manipulados por decenas de personas cada día hace que los animales mueran rápidamente tras su captura. Una investigación de seis meses de la ONG británica World Animal Protection publicó anteriormente una crónica de la escala del maltrato.
Según Maldonado, es casi seguro que los animales documentados por National Geographic en agosto del año pasado —entre ellos un oso hormiguero al que le daban de comer yogur de fresa— hayan muerto ya.
Maldonado sostiene que el reportaje de National Geographic contribuyó a presionar a las autoridades para que actuaran después de que ella misma intentase intervinieran durante años. Alberto Yusen Caraza Atoche, el fiscal medioambiental de la provincia de Loreto donde se ubica Puerto Alegría, afirma que la historia aumentó su preocupación por la situación, «ya que lo sabían personas a nivel internacional».
«Era el momento adecuado para tomar medidas, ya que es un área bastante olvidada de Perú», cuenta Caraza Atoche. «Pero nosotros, como ministerio público, [tenemos el deber de garantizar] que se cumplan las leyes y que los animales estén protegidos».
Puerto Alegría se encuentra en una zona denominada Tres Fronteras, donde se unen Perú, Colombia y Brasil en el río Amazonas. En esa zona, apenas hay controles fronterizos en el río, lo que facilita el tráfico de fauna silvestre y dificulta que las autoridades de tres países diferentes hagan frente a la situación.
Maldonado afirma que le alivia que el gobierno peruano haya dado un paso adelante. Como las autoridades medioambientales de Perú no están presentes en la zona, la costosa operación implicó traer en avión a 33 agentes de policía a la región, así como dos aviones de cargamento militares para transportar a los animales. «Siempre nos quejamos cuando la policía no hace nada. Ahora se merecen reconocimiento por haber hecho algo», afirma. «Sin ellos, esto nunca habría ocurrido».
La misión de rescate
Además de los 33 agentes de la división medioambiental de la policía nacional peruana, en la operación colaboraron la Guarda Costera, la Fuerza Aérea, el fiscal Caraza Atoche, veterinarios y un representante del Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de los Estados Unidos en Lima. El equipo, de unas 40 personas, llegó a Puerto Alegría en barco la mañana del jueves. En misiones de reconocimiento previas se habían descubierto 28 animales retenidos de forma aparentemente ilegal en la localidad y se habían señalado algunas de las casas donde se encontraban.
Las autoridades irrumpieron en la plataforma sobre el río donde se encontraban los residentes a la espera de ofrecer animales con los que sacarse fotos, en varias casas y en un estanque que albergaba un manatí con infrapeso, que subsistía, al menos en parte, a base de leche de soja que le daban los turistas con biberones. Mediante redes y mucha fuerza física, las autoridades sacaron al manatí del agua y lo colocaron en una hamaca, en la que lo transportaron hasta el barco.
El equipo rescató a 22 de los 28 animales cautivos. Entre los animales salvados figuraban una anaconda de tres metros, un mono ardilla, tres perezosos, un puercoespín un pequeño felino llamado margay, así como varios guacamayos, loros y tucanes. No pudieron encontrar al resto, entre ellos un segundo puercoespín y un mico nocturno.
Agentes, veterinarios y animales viajaron río abajo en barco hasta Santa Rosa, donde embarcaron en los aviones de carga militares y volaron a Iquitos, Perú. Allí, los animales fueron trasladados a dos centros de rehabilitación, uno de ellos el Centro de Rescate Amazónico (CREA), que se especializa en el cuidado de manatíes. Como la operación de rescate se organizó con celeridad en pocas semanas, Entropika y CREA tuvieron que apresurarse para encontrar recintos y cuidados adecuados para todos los animales. La veterinaria de CREA Violeta Barrera Navarro cuida del perezoso más pequeño en su casa y el centro quiere recaudar dinero para construir un recinto adecuado para el margay, que permanece enjaulado. Según Barrera Navarro, los animales responden bien a los tratamientos, pero señala que el margay todavía está muy estresado.
En última instancia, los veterinarios evaluarán qué animales podrán regresar a la naturaleza y cuáles tendrán que permanecer en cautividad. El manatí, por ejemplo, necesitará tres años enteros de rehabilitación en el CREA. Si todo va bien, esperan poder liberarlo en un parque nacional local.
¿Una solución permanente?
Angela Maldonado, de Entropika, sabe que existe el riesgo de que los residentes de Puerto Alegría sencillamente atrapen más animales para remplazar a los incautados. Para evitarlo, Entropika quiere empezar a trabajar con la comunidad de inmediato para ayudarles a establecer un nuevo medio de ingresos que siga atrayendo barcos turísticos sin explotar a los animales salvajes.
«Necesitamos una solución a muy corto plazo para estas personas para que no sientan que las hemos dejado sin nada, sobre todo en Navidad», dice. Entropika y CREA planean empezar a colaborar con la comunidad esta semana para crear un museo cultural temporal que muestre instrumentos musicales, utensilios de cocina y colorantes de tejidos peruanos tradicionales. A largo plazo, a Maldonado le gustaría trabajar con ellos para crear jardines de mariposas, un área en la que tiene experiencia. Ha observado el éxito de estos jardines en otros lugares y sostiene que, aunque hagan falta seis meses de duro trabajo para ponerlo en funcionamiento, es un proyecto precioso y de bajo coste en el que pueden participar todos los miembros de la comunidad, niños y mayores.
También espera que la policía local del distrito contribuya a hacer que se cumpla la ley en la zona.
«Fue mucho trabajo, pero creo que valió la pena», dice Maldonado sobre la operación. «Los animales se lo merecen».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.