Los coyotes mutantes de ojos azules se dispersan por California

Cinco coyotes con ojos azules celestes, un color ocular que no se ha observado en otros lugares, han sido fotografiados en California, lo que sugiere que este insólito rasgo está proliferando.

Por Callie Broaddus
Publicado 29 ene 2019, 12:16 CET
Un coyote de ojos azules
Un raro coyote de ojos azules en el litoral nacional de Punta Reyes, uno de al menos cinco en la zona. Los científicos creen que la mutación de los ojos azules se está extendiendo.
Fotografía de Brad Hyland

La pasada primavera, Daniel Dietrich, fotógrafo y guía del litoral nacional de Punta Reyes, un parque nacional de California, observó un animal insólito. Un coyote hembra de ojos azules. El azul es un color de ojos muy raro entre los coyotes y el resultado probable de una mutación casual.

Ahora, parece que este rasgo se está extendiendo. En los últimos meses, se han observado y fotografiado al menos otros cuatro coyotes con ojos azules en un radio de 160 kilómetros del litoral.

Dietrich, que se topó con el coyote una mañana de abril, pensó en un principio que no tenía nada de especial. Tenía patas larguiruchas, un pelaje de color marrón plateado como camuflaje y grandes orejas triangulares que le permitían escuchar a los topos ocultos entre la hierba.

Sin embargo, mientras que casi todos los coyotes tienen iris de color castaño dorado, sus ojos eran de color azul hielo. National Geographic investigó el hallazgo de Dietrich en junio de 2018, y describió al coyote como «uno entre un millón».

Desde entonces, los coyotes con ojos azules celestes han sido avistados y fotografiados al este, cerca de Sacramento, y al sur, a las afueras de Santa Cruz. Se sabe que hay dos que viven en Punta Reyes: la herida en el ojo del primero permitió al fotógrafo David Kramer identificar de forma definitiva al segundo.

Dos coyotes de ojos azules
Dos coyotes de ojos azules, supuestamente hermanos, buscan comida en un campo antes del amanecer en Santa Cruz, California. El tercer coyote que los acompañaba, que no aparece en la imagen, tenía ojos de color castaño oscuro.
Fotografía de Carter Kremer

Una veta azul

Debido a la naturaleza localizada del fenómeno y la ausencia completa de este en otras partes del país, los científicos tienen la hipótesis de que es probable que, hace generaciones,  surgiera una mutación en los genes que controlan el color de los ojos y que estos cánidos documentados sean descendientes de un mutante original, «uno entre un millón».

Los coyotes tienden a dispersarse de sus terrenos natales tras un año o dos en busca de nuevos territorios, y suelen viajar entre 16 y 32 kilómetros por paisajes urbanos y atravesando carreteras peligrosas (incluso el puente Golden Gate de San Francisco). De forma que una distancia de 160 kilómetros se cubriría fácilmente en cuestión de pocas generaciones.

Aunque la presencia de tal mutación es insólita, la alternativa —la introducción del gen por hibridación con perros domésticos— es menos probable en este caso.

Los coyotes y los perros pueden cruzarse y dan lugar a «coydogs». Stan Gehrt, ecólogo de fauna silvestre en la Universidad del Estado de Ohio y explorador de National Geographic, explica que estos animales suelen presentar cambios significativos en el color del pelaje, así como proporciones y estructura facial alteradas. Pero Gehrt nunca ha observado un cambio en el color de los ojos.

Los ojos castaños dorados han sido seleccionados durante los millones de años de evolución de los coyotes. «Tienen el color óptimo para sus hábitats y su forma de vida», afirma Juan Negro, científico especializado en las tonalidades de los ojos de los animales.

Por consiguiente, Negro afirma casi con seguridad que los iris azules no resultan ventajosos para estos animales e incluso es probable que tengan desventajas, como interferir con el camuflaje y provocar una sensibilidad superior a la luz.

En otros animales, como los perros, los ojos azules se han seleccionado mediante cría artificial. Los lobos, por ejemplo, no tienen iris azules.

En muchos sentidos, los coyotes viven mejor ahora que en el pasado. Los humanos han matado o expulsado a muchos depredadores, como lobos o pumas (y hace más tiempo, carnívoros feroces como lobos gigantes o tigres dientes de sable). Así, existen presiones selectivas diferentes —y más distendidas— en los animales.

Según Negro, sin la presencia de esos superdepredadores, es probable que los ojos azules sean menos propensos a ser expulsados del acervo genético. Según los fotógrafos, los cinco coyotes de ojos azules observados parecen estar sanos y ser capaces de cazar, lo que significa que el gen podría estar aquí para quedarse.

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    Poco estudiados

    Las mayores amenazas para la supervivencia de estos impresionantes embajadores de una especie cuyo papel ecológico en el control de roedores y enfermedades se subestima parecen ser las mismas que para cualquier otro coyote: coches, cazadores y el gobierno de los Estados Unidos.

    Se estima que, en toda Norteamérica, matan a unos 500.000 coyotes al año, y aproximadamente 80.000 son víctimas de métodos de control letales —como los abatimientos aéreos— que llevan a cabo las autoridades locales federales con el dinero de los contribuyentes. Pese a estas labores de control, los coyotes persisten.

    Y, según Camilla Fox, fundadora y directora ejecutiva de la organización sin ánimo de lucro local Project Coyote, aún están poco estudiados.

    Ella explica que, si comprendemos mejor a los coyotes, que son el único cánido presente exclusivamente en Norteamérica, «creo que podemos aprender mucho sobre adaptabilidad y resistencia ante la conmoción ecológica y social».

    Hasta que los investigadores puedan estudiar a estos majestuosos mutantes con medios científicos —colocándoles collares GPS para rastrear sus movimientos y analizar su ADN—, los fotógrafos locales seguirán uniendo las piezas de la historia, fotograma a fotograma.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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