Estas ardillas voladoras emiten un resplandor rosado gracias a la fluorescencia

Las tres especies de ardillas voladoras de Norteamérica, monótonas durante el día, son fluorescentes. Pero, ¿por qué?

Por Jake Buehler
Publicado 6 feb 2019, 15:56 CET
Una ardilla voladora del norte
Una ardilla voladora del norte (Glaucomys sabrinus) macho de tres meses. Esta especie y sus dos parientes norteamericanos tienen un resplandor rosado bajo la luz ultravioleta.
Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Photo Ark

Las ardillas voladoras ya son unos roedores excepcionales. Gracias al colgajo de piel entre sus extremidades, pueden recorrer largas distancias planeando entre los árboles que habitan. Pero una nueva investigación sugiere que algunos de estos animales ocultan un secreto insólito: su pelaje emite un resplandor rosado bajo la luz ultravioleta.

Esto convierte a las ardillas en uno de los pocos mamíferos fluorescentes conocidos. La fluorescencia consiste en la capacidad de absorber luz de un color, o longitud de onda, y emitirla en otro. El hallazgo plantea preguntas tentadoras sobre la función de esta habilidad y sugiere que el rasgo podría ser más habitual de lo que se creía entre los mamíferos.

El descubrimiento tuvo lugar por accidente, según cuenta Paula Spaet Anich, bióloga del Northland College y autora principal del nuevo estudio, publicado este mes en la revista Journal of Mammalogy.

Ardilla voladora del sur
La piel de una ardilla voladora del sur (Glaucomys volans) bajo luz visible y luz ultravioleta (derecha) muestra la fluorescencia rosada en condiciones ultravioletas.
Fotografía de Jonathan Martin

Anich afirma que Jon Martin —profesor de ingeniería de montes y coautor del estudio— estaba explorando un bosque de Wisconsin por la noche usando una linterna ultravioleta para buscar en los árboles líquenes, hongos, plantas y ranas que, a veces, son fluorescentes.

«Una noche, escuchó el sonido de una ardilla voladora en un comedero para aves, la apuntó con la linterna y se quedó fascinado al contemplar su resplandor rosa», cuenta Anich.

Ardillas fluorescentes

Martin relató a Anich —que estudia roedores— el encuentro. «Debo admitir que el descubrimiento me resultó un poco confuso», afirma Anich. «Intenté darle un contexto que pudiera comprender. ¿Era por la dieta? ¿Era un fenómeno local?».

Para comprobar lo extendido que estaba este rasgo, los investigadores acudieron al Museo de Ciencias de Minnesota y el Museo Field de Chicago para examinar pieles de ardillas voladoras. Las ardillas voladoras de Norteamérica (Glaucomys) son tres especies moradoras del bosque y ocupan desde el noroeste de Canadá hasta el este de Estados Unidos, bajando hasta Centroamérica. El equipo sacó fotografías bajo luz visible y ultravioleta, las comparó con ardillas no voladoras y midió la intensidad de la fluorescencia.

Aunque las ardillas no voladoras no brillaron, todos salvo un espécimen de ardilla voladora emitieron un color rosado similar. El rasgo aparecía independientemente del sexo y la ubicación del animal.

«La fluorescencia estaba en las Glaucomys del siglo XIX al XXI, de Guatemala a Canadá, en machos y hembras, y en especímenes recogidos en todas las estaciones», afirma Anich.

Aunque existen otros animales fluorescentes —los picos de los frailecillos y los huesos de los camaleones emiten un extraño resplandor azul bajo luz ultravioleta, por ejemplo—, los únicos mamíferos con pelaje fluorescente conocidos son diversas especies de zarigüeya. Estos marsupiales, que se distribuyen por las Américas, no son parientes cercanos de las ardillas voladoras, viven en ecosistemas diferentes y tienen una dieta distinta.

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    Una ardilla voladora salvaje
    Una ardilla voladora salvaje fotografiada con luz ultravioleta. El pelo de la ardilla voladora brilla con más intensidad en el vientre y la cola del animal.
    Fotografía de Jonathan Martin

    Pero las ardillas voladoras comparten un rasgo con las zarigüeyas: están activas durante la noche y el crepúsculo, mientras que otras ardillas son principalmente diurnas.

    Las condiciones de luz escasa son relativamente abundantes en luz ultravioleta y la visión ultravioleta se considera importante en animales nocturnos. Por esto, Anich cree que el resplandor rosa está relacionado con la percepción y comunicación nocturna.

    El color rosa podría ayudar a las ardillas voladoras a orientarse en entornos fríos y nevados, hábitats que las tres especies encuentran en partes de su área de distribución.

    «El rasgo podría ser más visible o perceptible con nieve, debido a la alta tasa de reflectancia ultravioleta de la nieve», afirma Anich. «Si este rasgo está implicado en la comunicación animal, la nieve podría potenciarlo».

    ¿Qué podría significar la fluorescencia?

    Corinne Diggins —bióloga de fauna silvestre en la Universidad Tecnológica de Virginia que no participó en este estudio— se pregunta si sería una forma de que las ardillas indicaran su salud y vivacidad relativas a posibles parejas.

    «Es posible que el resplandor rosado del vientre de una ardilla macho resulte atractivo para una hembra», afirma Diggins.

    Sin embargo, Anich no lo considera tan posible, ya que no existe ningún pico estacional de fluorescencia ni diferencias entre machos y hembras. Por otra parte, se desconoce el mecanismo que hace que el pelaje sea fluorescente.

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    Anich y su equipo plantean posibles utilidades del resplandor rosado: camuflaje o mimetismo. Muchos líquenes que cubren los árboles son también fluorescentes y el pelaje rosado de las ardillas podría ser una forma de confundirse con su entorno. Por otra parte, algunos búhos emiten un resplandor rosa fluorescente en el vientre, de forma que las ardillas podrían estar imitando su coloración.

    Jim Kenagy, conservador de mamíferos en el Museo Burke de la Universidad de Washington que no participó en este estudio, tiene curiosidad por saber si la fluorescencia está presente en otras especies de ardillas voladoras del mundo.

    «Me sorprende que no hayan estudiado otras especies que representan el resto de la subfamilia de las ardillas voladoras», afirma Kenagy.

    Y, más que nada, el descubrimiento revela lo mucho que desconocemos.

    «[Esta investigación] pone de manifiesto lo mucho que nos queda por aprender sobre la interacción de las ardillas voladoras entre sí y con su entorno», afirma Diggins.

    Comprender cómo ven el mundo las ardillas voladoras —y cómo las ve ese mundo— es fundamental para conocer las necesidades de su hábitat, que está muy relacionado con su conservación. El hallazgo también ofrece la posibilidad de que muchos más mamíferos posean un pelaje ultravioleta específico que desconocemos.

    «La lección que sacamos es que, desde nuestro punto de vista de primates diurnos, pasamos por alto muchos aspectos de la percepción y la comunicación animal que tienen lugar al crepúsculo y durante la noche», afirma Anich.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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