Redescubren tras un siglo una tortuga de las Galápagos considerada extinta
La tortuga gigante de Fernandina desapareció hace más de cien años. Ahora hay esperanzas de que la población pueda recuperarse.
Cuando Washington Tapia descubrió una tortuga gigante de Fernandina en su isla homónima en las Galápagos, se sintió como si hubiera ganado un Óscar.
«Supuso el logro más importante de mi vida, porque llevaba 30 años trabajando en la conservación de las tortugas», cuenta el director de la organización sin ánimo de lucro Galápagos Conservancy’s Giant Tortoise Restoration Initiative (GTRI) y líder de la expedición. «Fue como mi Óscar».
Tapia y un equipo de cuatro guardas del parque nacional Galápagos —Jeffreys Málaga, Eduardo Vilema, Roberto Ballesteros y Simon Villamar—, junto a Forrest Galante, biólogo y presentador de Animal Planet, que financió la expedición, se quedaron abrumados tras encontrar una Chelonoidis phantasticus hembra en Fernandina, un volcán en escudo activo y la isla más joven de las Galápagos.
La última vez que se documentó un avistamiento confirmado de la especie fue en 1906. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) había clasificado a la tortuga gigante de Fernandina en su Lista Roja como posiblemente extinta hasta 2017, dos años después de que Málaga se topara con heces del reptil en el parque y tres años después de la fundación de la GTRI. Entonces, su clasificación se cambió a «en peligro crítico de extinción».
«Fue una señal evidente de que allí todavía había tortugas», afirma Tapia.
El domingo 17 de febrero, el equipo salió a las seis de la mañana en busca de parcelas verdes entre los innumerables flujos de lava de la isla. En torno a mediodía, encontraron posibles heces de tortuga en una franja que medía casi 0,9 kilómetros cuadrados. Cuando Tapia observó un lecho de tortuga —la tierra había sido apartado y había huellas claras del caparazón y las patas—, supieron que estaban cerca. Málaga vio la tortuga primero —al principio, a casi cuatro kilómetros de distancia, camuflada entre la vegetación—, pero supuso un triunfo para todo el equipo.
«Dio esperanza a la gente que sabe que la conservación es posible y que es necesario cambiar las actividades humanas para que continúe», afirmó Tapia.
El equipo se llevó a la tortuga hembra, que tenía unos cien años, a un centro de cría en la isla de Santa Cruz, una decisión que Tapia tomó porque la zona donde vivía apenas contaba con fuentes de alimento cercanas y, si la abandonaban en Fernandina, volver a encontrarla sería complicado. Las tortugas suelen moverse mucho y la isla, de casi 600 kilómetros cuadrados, es un área muy grande donde buscar. Su terreno escarpado, producto de los abundantes flujos de lava, dificulta la localización de animales.
Pero Tapia y su equipo esperan encontrar más. Durante su búsqueda en Fernandina, encontraron más rastros de tortugas a más de un kilómetro y medio de donde hallaron a la hembra. El equipo está planificando otra expedición a la isla este año.
Mientras tanto, tomarán muestras de ADN de la tortuga hembra y las enviarán a la Universidad de Yale, donde un equipo de especialistas en tortugas gigantes confirmarán si se trata de una Chelonoidis phantasticus. El proceso llevará meses, pero Tapia está seguro de la identidad de la tortuga.
Cuando se encuentren más, espera poder restaurar las poblaciones y devolverlas a su hábitat natural. Las tortugas pueden vivir hasta 200 años, así que, pese a su avanzada edad, a la tortuga hembra todavía le queda mucho tiempo para ayudar a su especie a recuperarse.
No es la primera vez que las iniciativas de conservación y reproducción intentan devolver a las islas una población de tortugas de las Galápagos en grave peligro de extinción. La Galápagos Conservancy ha criado más de 7.000 tortugas en cautividad que, a continuación, fueron puestas en libertad, lo que las ha alejado del borde del precipicio de la extinción. En la isla Española, solo quedaban 14 ejemplares de una especie cuando comenzaron las iniciativas de reproducción. En la actualidad, la población cuenta con más de mil.
Se han identificado un total de 15 especies de tortugas de las Galápagos en las islas; dos se han extinguido y 12 están en peligro de extinción. (La decimoquinta también está extinta, pero no siempre se incluye en listados oficiales porque nunca fue descrita formalmente.)
Pero, para Tapia, el descubrimiento de la tortuga gigante de Fernandina significa mucho más que el regreso de una especie:
«Las tortugas de las Galápagos son como ingenieras del ecosistema», explicó. «Contribuyen a la dispersión de semillas y moldean el ecosistema. Su papel ecológico es importantísimo».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.