Este fósil conquense demuestra que las aves prehistóricas nacían listas para correr
Un nuevo análisis de animales antiguos respalda la idea de que las aves de la era de los dinosaurios debían ser ágiles para sobrevivir.
Aplicando láseres a uno de los fósiles aviares más pequeños descubiertos hasta la fecha, un equipo de investigadores ha revelado que es probable que este antiguo polluelo naciera listo para correr e incluso volar, un hallazgo que aporta nuevas ideas sobre la conducta de anidación de las aves prehistóricas.
Esta estrategia podría haber resultado útil hace 127 millones de años a principios del Cretácico, cuando los polluelos tenían que huir rápidamente para evitar una plétora de pequeños dinosaurios carnívoros preparados para abalanzarse sobre ellos como aperitivos.
El polluelo, que mide solo tres centímetros de largo, es un tipo de ave que pertenece a un linaje prehistórico denominado enantiornitas, que tenían dientes en el pico y pequeñas garras en las alas, pero con un aspecto similar a las aves modernas. Eran el tipo de ave más habitual durante el Cretácico.
Este espécimen se halló hace más de una década en Cuenca y fue revelado al mundo el año pasado. Entonces, el estudio del fósil no halló pruebas de plumas y el equipo llegó a la conclusión de que los huesos del ave estaban poco desarrollados y que, por lo tanto, era improbable que hubiera sido capaz de volar poco después de eclosionar.
Hasta dos tercios de las aves actuales, como las palomas, los halcones y los loros, son altriciales. Esto significa que los polluelos nacen inmóviles, con los ojos cerrados y permanecen en el nido al cuidado de sus progenitores.
«Si el polluelo carece de plumas, esto nos desvela que era altricial, lo que significa que al nacer estaba desnudo y era inofensivo y que dependía de que los cuidados de sus padres», afirma Michael Pittman, coautor del nuevo análisis publicado en la revista Scientific Reports.
Plumas iluminadas
Otras aves antiguas del mismo yacimiento fósil de Cuenca, conocido como Las Hoyas, sí habían preservado las plumas. Por eso, cuando Pittman y su colega Thomas Kaye, de la Fundación para el Avance de la Ciencia, observaron el espécimen, empezaron a preguntarse si podría haber tenido plumas al fin y al cabo, pero estaban mal conservadas y no eran visibles fácilmente.
«Queríamos escanearlo porque sabíamos que estas aves de Las Hoyas conservan las plumas y el hecho de que este polluelo no las tuviera me hizo dudar», afirma Pittman. «Tiene marcas marrones alrededor que parecen manchas de hierro en una losa normal... Queríamos analizarlas para comprobar si ocultaban algo».
Junto a sus colegas de la Universidad Autónoma de Madrid, emplearon un método denominado fluorescencia inducida por láser, que utiliza un láser para estimular los átomos de la superficie de un fósil, haciendo que determinadas sustancias brillen y revelando rasgos ocultos invisibles a simple vista.
Aunque en análisis anteriores del fósil con luz ultravioleta y haces de sincrotrón no se habían encontrado plumas, el nuevo método detectó mechones en torno al cuello y las alas del polluelo que sugerían plumas aterciopeladas, así como lo que parece ser una pluma mucho más grande con un vexilo central en el ala izquierda.
El tamaño de esta pluma posibilita que las «plumas de vuelo estén desarrolladas en el momento del nacimiento», sostiene Jesús Marugán-Lobón, el coautor del estudio de Madrid.
Preparadas al nacer
El hallazgo de plumas en el polluelo de Las Hoyas sugiere que en lugar de ser altricial, como sugeriría la ausencia de plumas, era precoz, algo que se observa en algunas aves modernas como los patos y los pollos, que eclosionan con plumas.
«Esto coincide con lo que sabemos sobre los polluelos de enantiornitas en general», afirma Pittman. «Todos los fósiles apuntan a este estilo de vida de correteo y quizá vuelo fuera del huevo, y se alejan de la conclusión de un estilo de vida altricial».
«Casi todos los estudios sobre huevos, nidos y embriones demuestran que las aves del Cretácico tenían polluelos precoces y estrategias de cría que difieren mucho de las de sus parientes vivos», afirma Gerald Mayr, ornitólogo y experto en evolución aviar del Instituto de Investigación Senckenberg en Frankfurt, Alemania, que no participó en la investigación.
Por ejemplo, las nidadas fosilizadas revelan que los huevos de enantiornitas se enterraban y no se incubaban, y que las enantiornitas jóvenes eran «superprecoces», ya que eclosionaban en una fase del desarrollo bastante avanzada.
El descubrimiento también pone de relieve el hecho de que «solo porque no se conservasen las plumas, no significa que no estén ahí», comenta Jingmai O’Connor, paleontóloga del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados de la Academia China de las Ciencias en Pekín.
En este caso, los autores fueron «capaces de demostrar que las plumas existían y que simplemente no podíamos verlas, lo que también podría ocurrir en otras especies de fósiles», afirma, añadiendo que el hallazgo aporta pruebas de que «todas las enantiornitas eran superprecoces, nacían con plumas y preparadas para volar».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.