Madrid, libre de circos con animales salvajes
Con la capital, ya son más de 60 los municipios los que han prohibido esta actividad, de acuerdo a la recomendación de la Federación Veterinaria Europea.
El Ayuntamiento de Madrid ha aprobado este miércoles la prohibición de utilizar animales salvajes en sus espectáculos de circo, medida esperada desde que, el pasado mes de enero, la Junta de Gobierno modificase la ordenanza de Tenencia y Protección de los Animales.
La Declaración Universal de los Derechos de los Animales sostiene que “todo animal salvaje tiene derecho a vivir libre en su propio ambiente natural”, así como la Unesco también prohibió en 1978 la explotación de los animales con un fin lúdico.
En esta línea, la nueva ley afirma que las instalaciones circenses no respetan el bienestar animal al no tener la capacidad de satisfacer las condiciones fisiológicas, mentales y sociales de los animales. Por tanto, el Consistorio no autorizará la instalación en la capital de estos circos, que tendrán un año para adaptarse a esta nueva medida.
Tras un plazo de alegaciones y con la propuesta ratificada ya en el pleno, Madrid se ha unido a los 64 municipios que siguen las consideraciones de la Federación Veterinaria Europea, que afirma estos animales no pueden tener sus necesidades básicas cubiertas en un circo itinerante.
Entre aquellos municipios donde tampoco se permite se encuentra Fuenlabrada, Leganés, Alcalá de Henares, Móstoles, Alcalá de Henares, Alcobendas, Getafe, Alcorcón o San Sebastián de los Reyes.
En lo referente a Comunidades Autónomas, algunas amplían la prohibición a todas los animales, otras tan solo a los salvajes. Cataluña fue la primera en sacar a estas especies de los circos, seguida de las Islas Baleares, La Rioja, Galicia, Murcia y la Comunidad Valenciana.
La propuesta de ley derivó de una consulta previa en la que participaron tanto representantes de los espectáculos como asociaciones protectoras de animales y, finalmente, el texto fue sometido a consulta pública.
Tigres, rinocerontes, elefantes, jirafas, osos, monos, leones, cebras, y un largo etcétera de animales salvajes son aún entrenados y utilizados en circos de todo el mundo.
Osos en bicicleta y elefantes haciendo el pino
La noción de que es divertido presenciar cómo los animales son coaccionados para actuar como humanos es algo que ya no entra en la comprensión de gran parte de nuestra sociedad.
Detrás de estos espectáculos, creados a partir de animales imposibilitados para mostrar su verdadera naturaleza, se esconden prácticas inhumanas que los entrenan desde pequeños a realizar acciones que no son propias de su vida natural. Acciones por tanto hacia las que deben ser reprimidos. Diversas asociaciones de protección animal denuncian la utilización de látigos, cuerdas, ganchos, pinchos y hasta descargas eléctricas por parte del domador del circo.
Además de las condiciones de las propias instalaciones, la vida circense conlleva horas y horas de transporte de unas ciudades a otras en reducidas jaulas y, a menudo, atados en espacios insalubres y que llegan a alcanzar en algunos casos temperaturas extremas.
Muchas de estas especies están además en grave peligro de extinción, por lo que los circos las obtienen a través de mafias cuando son muy jóvenes para poder someterlos. Un tráfico de especies que continúa creciendo y ya ocupa el tercer puesto entre los mayores crímenes organizados del mundo, tan solo por detrás de las drogas y las armas.
“Los animales deben ser considerados seres con un valor intrínseco”, afirman desde una coalición formada por ANDA, AnimaNaturalis, Born Free Foundation, FAADA y AAP Primadomus. “Con sus propias naturalezas y comportamientos, merecen de por sí nuestro respeto y admiración”.