Te mostramos la magia de los circos familiares de Europa
Explora el drama y el teatro del mundo circense contemporáneo.
En medio de un embarcadero de madera hay un niño pequeño; las aguas tranquilas y resplandecientes del Rin discurren a sus pies mientras fija la mirada en las tres naranjas que parecen estar suspendidas sobre su cabeza.
En su serie Circus Love, la fotógrafa Stephanie Gengotti captó escenas mundanas y mágicas dentro de las agrupaciones circenses independientes de Europa.
Gengotti descubrió el mundo del Nouveau Cirque cuando fotografió al Cirque Bidon en 2016, una compañía circense francesa que viaja en una caravana de vagones tirados por caballos. Fue su primera experiencia en el mundo circense contemporáneo, que ha dejado atrás a tigres y elefantes en favor de un estilo de actuaciones más teatrales. En estos nuevos circos —el más grande y conocido, el Cirque du Soleil— los artistas humanos toman el escenario con una mezcla de drama, acrobacias, arte y danza.
«Siempre pensé que el circo era un lugar tradicional con animales y cosas por el estilo, lo que veía siendo niña», cuenta Gengotti. «Pero cuando viví esto, fue como viajar a otro planeta».
El Cirque Bidon hizo que le picase la curiosidad acerca de cómo sería vivir en la carretera con una compañía familiar. Siguió a tres familias circenses de diferentes partes de Europa, viajando con cada una de ellas durante unos 10 días para experimentar todos los aspectos de la vida en la carretera.
«Intenté vivir con ellos como si formara parte de su familia», afirma Gengotti.
Eso implicaba ayudar a cocinar y limpiar, repartir folletos y cuidar de los niños. Las fotografías resultantes se desvían del espectáculo en sí para centrarse en sacar a la luz la vida cotidiana. El enamoramiento de Gengotti con el estilo de vida circense aumentó. Descubrió un ritmo de vida más pausado, que para ella fue como retroceder a los días antes de las constantes distracciones digitales y encontrar un oasis de extravagancia «en una sociedad que ha perdido toda su poesía», afirma.
En su casa, en Roma, «me levanto por la mañana, empiezo a correr y no paro hasta la noche. En el circo, el tiempo pasa lentamente. Un día dura un día».
Captó la escena de los niños sobre el embarcadero durante el tiempo que pasó con Les Pêcheurs de Rêves (o «Pescadores de Sueños»), una compañía pequeña formada por el dúo francés de Vincent y Florence Duschmitt, marido y mujer, que llevan 20 años juntos en la carretera.
Florence cuenta que sus hijos, Zoran de 10 años y Zia, de 13, no actúan, pero acompañan a sus padres en la carretera cuando su educación se lo permite y han empezado a aprender esta forma de arte.
Son un clan matriarcal muy unido: «Ella es la jefa y yo soy el jefe, pero no el primer jefe, sino el segundo», afirma Vincent.
El espectáculo actual de los Duschmitt explora la historia de amor entre una pareja de payasos —una historia ligeramente similar a la suya— en una serie muda de sketches cómicos y acrobacias que culmina con un tango entre los amantes. Florence ha descrito su estilo de actuación como «poesía visual».
«Lleva su tiempo crear una historia real sin texto, hacer que resulte interesante de principio a fin, dotarla de sentido», explica.
Florence contó que las imágenes de Gengotti la transportaron a un verano feliz que pasó actuando en la Francia rural: «Fue muy interesante vernos a través de sus ojos, la forma en que nos ve, con el sol de Avignon», afirma.
Y Gengotti, que planea volver a salir a la carretera este verano con el Cirque Bidon, dice que cada vez que vuelve del circo a la vida cotidiana siente la necesidad de regresar.
«Me gusta la idea de formar parte de una familia que eliges, y también la sensación de libertad», cuenta. «No tienen que responder ante un director ni dar las gracias a un jefe. Son los dueños de sus vidas».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en NationalGeographic.com.