Los perros desarrollaron los «ojos de cachorrito» para comunicarse con nosotros
Siglos de domesticación han cambiado de forma involuntaria pero radical la anatomía de las cejas de los perros, para que las personas podamos leer sus expresiones con más facilidad.
Existe una razón por la que los llamamos «ojos de cachorrito»: esas expresiones inocentes y enternecedoras pueden persuadir incluso al humano más duro.
Y un nuevo estudio sostiene que no se trata de un accidente. Siglos de domesticación han cambiado de forma radical la anatomía de las cejas de los perros, haciendo que las personas tengamos más facilidad para leer sus rostros y emociones.
Al mirar a los ojos a una persona, los perros suelen levantar el músculo interno de la ceja para que sus ojos parezcan más grandes y atractivos.
«No hay pruebas de que los perros muevan este músculo [de la ceja] de forma intencionada, pero crea un movimiento exagerado que para nosotros significa “perro”», afirma Juliane Kaminski, líder del estudio y psicóloga de la Universidad de Portsmouth, en Reino Unido.
El movimiento de las cejas desempeña un papel importante en la comunicación humana, según Kaminski: «Lo estoy haciendo ahora, al hablarte, aunque no puedas verme».
El estudio es el ejemplo más reciente de cómo 20.000 años de cohabitación ha convertido a nuestras mascotas en intérpretes muy conectados con las emociones humanas, posiblemente más que otras especies.
Levantar la ceja
En su investigación anterior, Kaminski ha descubierto que los perros tienen la habilidad singular de entender gestos, superando a primates no humanos, como los chimpancés.
Hace varios años, Kaminski empezó a investigar la otra cara de esta relación: analizó cómo descifraban las personas la conducta perruna. En un experimento publicado en 2013, grabó a perros de refugios para comprobar si cualquier comportamiento estaba vinculado a lo rápido que era adoptado un animal.
De todos los factores que examinó Kaminski, solo destacó uno: el movimiento de las cejas de los perros hacia arriba y hacia dentro.
Al principio, «fue un resultado muy sorprendente. No nos esperábamos que algo tan pequeño como el movimiento de las cejas tuviera un efecto tan grande», afirma Kaminski.
Pero quedaba una incógnita: si este movimiento de las cejas era exclusivo de los perros o si también era propio de su ancestro, el lobo.
En el nuevo estudio, publicado esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences, Kaminski y sus colegas diseccionaron y analizaron los músculos faciales de seis perros —un mestizo, un labrador retriever, un sabueso, un husky siberiano, un chihuahua y un pastor alemán—, así como de cuatro lobos salvajes. Los animales habían fallecido por causas naturales y sus cadáveres se habían donado a la ciencia.
El equipo descubrió el músculo elevador del ángulo medial del ojo, un músculo grande y prominente, en los seis especímenes de perro, pero estaba prácticamente ausente en los lobos.
Kaminski y sus colegas también descubrieron que el músculo retractor del ángulo lateral del ojo era más pequeño y variable en tamaño y presencia en lobos que en perros, con la excepción del husky siberiano, una raza de perro más antigua íntimamente relacionada con el lobo.
Este músculo que atraviesa el borde externo del ojo, expone más la parte blanca del ojo, lo que hace que los perros tengan una apariencia más humana.
«Los pequeños cambios pueden tener efectos perceptibles en lo que a cambios anatómicos se refiere», afirma Molly Selba, estudiante de doctorado que estudia la evolución y la domesticación de los perros en la Universidad de Florida. «Los músculos de la expresión facial son músculos relativamente diminutos, pero pueden tener un efecto importante en la forma en la que percibimos el rostro», afirma Selba,que no participó en la investigación.
Una ventaja evolutiva
Brian Hare, antropólogo evolutivo de la Universidad de Duke, indica que los perros y los lobos son muy similares anatómicamente, con la excepción de estos músculos oculares.
«Este nuevo estudio manifiesta que estos cambios morfológicos evolucionaron con la interacción de los humanos y los perros a lo largo de los últimos 20.000 años», escribe Hare, que tampoco formó parte del estudio, por email.
«También es casi seguro que no evolucionaron por selección natural, sino que esto otorgó a los perros una ventaja evolutiva en sus interacciones con los humanos».
A continuación, Kaminski quiere examinar una variedad más amplia de razas de perro, entre ellas más razas antiguas y perros callejeros, para comprender la evolución exacta de estos cambios musculares.
También quiere investigar nuestras reacciones a los ojos de cachorrito y por qué no los podemos resistir.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.