Gracias a este chaleco vibratorio, podrás comunicarte con tu perro sin hablar
El chaleco háptico, diseñado para perros de trabajo, podría ayudar algún día a los dueños con dificultades de habla o a perros con problemas de oído.
Resulta que sí se pueden enseñar trucos nuevos a los perros viejos (o, al menos, a los de mediana edad). Sin señales visuales ni vocales, un labrador llamado Tai es capaz de girar, retroceder, tumbarse y acudir a su amo. Hace todo esto como respuesta a las vibraciones por control remoto de un nuevo chaleco para perros diseñado por los científicos israelíes de la Universidad Ben-Gurion en el Néguev.
En los resultados, presentados esta semana en la IEEE World Haptics Conference en Tokio, los investigadores explican que las señales emitidas por los motores de vibración del chaleco son tan eficaces como las órdenes de voz. Claro que el premio favorito de Tai, los trocitos de salchicha, contribuyeron a agilizar el aprendizaje.
«Háptica» se refiere a la tecnología que implica el sentido del tacto, algo que tiene importantes aplicaciones prácticas en un chaleco háptico para perros, como explica el autor principal, Yoav Golan, candidato a doctor en ingeniería mecánica en la Universidad Ben-Gurion. Ha sido el dueño de Tai desde que el perro suspendió un examen para convertirse en perro guía cuando no era más que un cachorro adorable e hiperactivo.
«La comunicación con perros de trabajo aún es predominantemente visual y auditiva», escribe el equipo en el artículo. Pero los perros de búsqueda y rescate o los rastreadores trabajan a cierta distancia de sus supervisores, bajo escombros, en lugares pequeños o fuera del campo visual o auditivo de estos. El chaleco háptico podría permitir que estas personas den instrucciones incluso en dichas circunstancias. Las órdenes por vibración también podrían resultar idóneas en operaciones secretas que se llevan a cabo en silencio.
Igualmente, el chaleco podría ser de utilidad para los perros policía y militares si trabajan en zonas ruidosas, como zonas de conflicto llenas de disparos, donde la comunicación vocal es difícil. Los supervisores y hasta los perros «utilizan orejeras de vez en cuando para proteger su audición en situaciones ruidosas, como el viaje aéreo», afirma Golan.
Además, cualquiera puede emitir señales hápticas independientemente del idioma que hable. Tai, una mezcla de labrador y pastor alemán de seis años, comprende las órdenes verbales en hebreo, no en inglés, pero los hablantes de cualquier idioma pueden dar una orden por control remoto. También es posible que los perros estén en sintonía con las voces de cuidadores o entrenadores específicos, pero es probable que las órdenes por vibración sean independientes.
«En mi mundo de perros de conservación, la posibilidad de utilizar esta tecnología vibratoria con perros rastreadores tiene un potencial enorme», afirma Will Powell, experto en cánidos que adiestra perros olfateadores para la African Wildlife Foundation y otros programas contra la caza furtiva en África.
«Los perros perciben su entorno a través de sus sentidos y el tacto es un sentido con una importancia sorprendente para un perro», añade Powell, que no participó en la nueva investigación. «Cualquier disciplina de perros de trabajo que implique el trabajo desde la distancia podría beneficiarse de esta tecnología».
Para el uso doméstico, el chaleco permitiría a los dueños llamar y dirigir a sus mascotas desde lejos. Por ejemplo, si se permite que un perro pasee solo al aire libre, un dueño puede pulsar un botón para decirle al animal que vuelva a casa. Golan afirma que las vibraciones también aportarían a los dueños con problemas de habla otro método para comunicarse con sus perros y el chaleco podría ayudarles a comunicarse con un perro con dificultades de audición.
Cuatro órdenes
Ya existen collares vibratorios para perros, pero sus señales son imprecisas y se suelen utilizar más frecuentemente como «collares de castigo» disuasorios para contener comportamientos como ladrar o abalanzarse, no para enseñar a los perros a seguir órdenes específicas.
La nueva investigación se basa en una anterior que evaluaba el uso de vibraciones indoloras para el adiestramiento de perros, como un estudio de 2017 que puso a prueba la eficacia de las órdenes hápticas en perros de diversos tamaños, razas y tipos de pelaje.
Para el último estudio, el equipo israelí construyó una carcasa especial para el motor de vibración que se encuentra en el interior del chaleco. La carcasa rectangular mide 3,8 centímetros de largo y tiene protuberancias alargadas que permiten un mejor contacto con la piel a través del pelo del perro. Estas protuberancias transmiten las vibraciones más eficazmente a zonas óseas cerca de las caderas y los hombros del perro, y no es necesario afeitarle el pelo. La inspiración de este diseño llegó de la mano del coautor Ben Serota, neurocientífico que trabaja con «electrodos secos» en forma de peines que se fijan a las cabezas de los pacientes sin tener que afeitarles el pelo.
Tai ya conocía las cuatro órdenes vocales para girar, tumbarse, acudir a su dueño y retroceder, de forma que enseñarle estas señales hápticas «no fue un gran salto», afirma Golan. Este perro «inteligente, pero no muy inteligente», aprendió su primera orden háptica —girar o dar una vuelta en círculo— en casi una hora. Tardó más en aprender la segunda orden, tumbarse, en parte porque los científicos tuvieron que ajustar un motor en la cadera de Tai para que pudiera sentir la vibración. Según el estudio, tardó 15 minutos en aprender la tercera señal, acudir.
Golan probó vibraciones muy bajas en Tai y el perro no respondió, un indicio de que no respondía al lenguaje corporal humano, sino a las señales hápticas. Las órdenes también fueron emitidas de forma aleatoria por un operador oculto, de forma que el adiestrador visible no sabía exactamente qué órdenes se enviaban, pero podía observar las respuestas de Tai.
Los resultados demostraron que el perro podía asociar órdenes distintas a las vibraciones de cuatro motores diferentes cerca de la parte superior de las piernas. El perro también era capaz de distinguir entre las vibraciones constantes y los pulsos, lo que pone de manifiesto el potencial de que los perros aprendan órdenes de complejidad variable.
«Un buen chico»
Para esta investigación, Tai se ha convertido en el único perro de investigación registrado en el gobierno israelí. Antes de los experimentos, el comité de ética de investigación con animales de la Universidad Ben-Gurion y el Ministerio de Sanidad de Israel tardaron meses en obtener aprobación. La universidad también tiene personal veterinario que supervisa los experimentos y las condiciones de los sujetos animales.
El equipo háptico, incluidos los chalecos y los motores, pesa unos 450 gramos, una carga insignificante para Tai, que pesa en torno a 35 kilogramos. Los experimentos no fueron invasivos ni dolorosos. Golan probó por sí mismo los motores y dice que las vibraciones son el equivalente a las de un teléfono móvil. Tai no mostró incomodidad, tuvo oportunidades para descansar y recibió refuerzo positivo, así como premios comestibles. En su artículo, el equipo de investigación atribuye mérito a Tai por ser «un buen chico».
Golan aspira a seguir investigando para poner a prueba el chaleco háptico en perros diferentes de diversos tamaños, razas, edades tipos de pelo y experiencia de adiestramiento. Por ejemplo, ¿responderían los perros sin adiestramiento previo a las señales hápticas? ¿Cómo responderían a órdenes completamente nuevas?
Tiene la hipótesis de que algún día podrá entrenarse a perros con comunicaciones remotas bidireccionales con adiestradores, mordiendo una parte del chaleco cuando se les pida mediante una señal háptica. Golan también se pregunta si un perro podría llevar un brazo robótico a la espalda para trabajar de forma remota, combinando así la movilidad de un perro con la precisión de una máquina.
Todos adoran a Tai en el laboratorio de robótica de la Universidad Ben-Gurion, donde es una mascota no oficial. Y al laboratorio no le faltan posibles sujetos caninos, según Golan.
«Muchos alumnos quieren traer a sus perros».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.