Acusan a cientos de zoos y acuarios de maltratar animales

Un nuevo informe determina que muchos zoos y acuarios de todo el mundo permiten que los visitantes acaricien, alimenten y se saquen selfis con animales.

Por Rachel Fobar
Publicado 16 ago 2019, 12:26 CEST
Orangután
Un nuevo informe de la organización World Animal Protection critica a WAZA (World Association of Zoos and Aquariums) por no exigir a los centros miembros y afiliados criterios de bienestar animal lo bastante estrictos. En el zoo de Avilon, en las Filipinas, visten a un orangután con ropa humana para que los turistas se saquen fotos con él.
Fotografía de World Animal Protection

En un nuevo informe, un grupo de bienestar animal ha señalado cientos de zoos afiliados a la organización World Association of Zoos and Aquariums (WAZA) por maltrato animal. Se citan acciones como obligar a grandes felinos a actuar en espectáculos al estilo de las peleas de gladiadores, a elefantes a jugar al baloncesto y a chimpancés con pañales a montar en escúter.

La WAZA, fundada en 1935, es una organización internacional de zoos y acuarios que fomenta la conservación y el bienestar animal. A diferencia de la Asociación de Zoológicos y Acuarios estadounidense (AZA), que exige que sus miembros se sometan a un proceso de acreditación, la WAZA no exige acreditación.

Según Gavrielle Kirk-Cohen, directora de comunicaciones de la WAZA, la organización confía en que las asociaciones de acreditación miembros apliquen su normativa en los zoos y acuarios miembros. Para convertirse en miembro de la WAZA, hay que rellenar una solicitud, presentar cartas de recomendación de otros dos miembros de la WAZA y pagar una tasa. Los zoos, por ejemplo, deben pagar 2500 euros.

Según el informe de la World Animal Protection (WAP), una organización internacional sin ánimo de lucro que fomenta el bienestar y el tratamiento humano, el 75 por ciento de los 1241 miembros de la WAZA —entre ellos los definidos por la WAP como miembros «indirectos» (zoos o acuarios que pertenecen a asociaciones miembros de la WAZA)— ofrecen al menos una interacción entre los animales y los visitantes. La WAZA, que no reconoce a sus miembros indirectos, alega que solo tiene 400 miembros en todo el mundo. El informe indica que dicho contacto puede resultar perjudicial para el bienestar mental y físico de los animales y suele exigir métodos de adiestramiento, como la separación prematura de las madres, la sujeción física y el condicionamiento basado en el dolor y el miedo.

«Los zoos tienen una especie de papel casi sagrado en la conservación», afirma Neil D’Cruze, asesor de fauna global de la WAP que ha participado en la elaboración del informe. «Es hora de que [la WAZA] dé un paso atrás y asuma la iniciativa que nosotros, como visitantes, y por supuesto la WAP como ONG, necesitamos que tome».

D’Cruze afirma que la WAP incluyó a los miembros indirectos en el informe porque cree que la WAZA, como mínimo, debería sentar las bases de un código ético y una política de bienestar animal para esos zoos y acuarios, algo de lo que carece actualmente.

Los investigadores que elaboraron el informe identificaron una docena de centros de especial preocupación, que visitaron junto a los investigadores de la organización de defensa de los animales Change For Animals Foundation. Entre estos centros figuran African Lion Safari en Canadá, Cango Wildlife Ranch en Sudáfrica y SeaWorld San Antonio en Texas. La WAP considera que SeaWorld es un miembro indirecto porque está acreditado por la Asociación de Zoos y Acuarios estadounidense (AZA), que es miembro de WAZA.

El informe de la WAP criticó a African Lion Safari, que también alberga otros animales africanos, por ofrecer paseos en elefante.

Nuestra petición de comentarios a los representantes del African Lion Safari no fue respondida.

El informe afirmaba que Cango Wildlife Ranch «ofrece a los visitantes la oportunidad de acariciar guepardos y servales en un patio cerrado, sacarse selfis con los animales bajo la supervisión de la plantilla».

Tammy Moult, directora adjunta de turismo en Cango Wildlife Ranch, declaró que «estamos absolutamente destrozados» por la inclusión de Cango en el informe de la WAP. «Cuando empezamos a investigar [a la WAP], descubrimos muchos exempleados, donantes y contribuidores descontentos y expusimos sin mucho esfuerzo muchas grietas y agujeros en la organización», escribió por email. «Los “hechos” están terriblemente infundados y son irresponsables».

La WAP indica que SeaWorld San Antonio ofrece espectáculos y oportunidades de nadar, acariciar y posar con delfines, que responden a las órdenes de los adiestradores.

En un comunicado enviado por email, Suzanne Pelisson-Beasley, portavoz de SeaWorld San Antonio, escribió que «los zoos y acuarios acreditados como SeaWorld desempeñan un papel importante a la hora de subir el listón de las prácticas del bienestar animal, avanzar las iniciativas de conservación y facilitar los rescates de mamíferos marinos».

La AZA, de la que SeaWorld San Antonio es miembro acreditado, sostiene que las instalaciones cumplen o superan sus requerimientos de acreditación. «Los centros acreditados, como SeaWorld San Antonio, se rigen por altos estándares y son solo una fracción de las instalaciones que mantienen y exhiben animales», escribió en un comunicado por email Dan Ashe, presidente y consejero delegado de la AZA.

En un comunicado, la WAZA ha declarado que el informe de la WAP era incorrecto y que la organización se toma muy en serio el bienestar de los animales. «La WAZA está de acuerdo con la WAP en que dichas prácticas no tienen cabida en un zoo o acuario moderno», reza el comunicado. «Por desgracia, el informe contiene una serie de inexactitudes, como la mención de instituciones que no son miembros de la WAZA y, por consiguiente, sobre las que la WAZA ejerce una jurisdicción limitada».

Dos de los centros preocupantes para la WAP —Dolphin Island en Singapur y Jungle Cat World en Canadá— no son miembros de la WAZA, según Kirk-Cohen. Jungle Cat World perdió su membresía en la WAZA el año pasado tras haber renunciado a la de la CAZA (Canada’s Accredited Zoos and Aquariums). Según Susan Shafer, directora ejecutiva de la CAZA, Jungle Cat World renunció a su membresía poco después de una inspección de la organización. No pudo revelar los hallazgos de la inspección, ya que son confidenciales. Kirk-Cohen afirma que no está claro que Dolphin Island haya sido miembro de la WAZA.

D’Cruze afirma que Dolphin Island y Jungle Cat World eran miembros cuando la WAP elaboró su informe a principios de este año y figuran como tal en el informe anual de 2017 de la WAZA, el informe más reciente del que se dispone. Dolphin Island aún tiene el logo de la WAZA en su página web.

Señalando culpables

De los 1241 centros estudiados por la WAP, 940 eran, por definición, miembros indirectos. El principal punto de controversia entre la WAZA y la WAP es respecto a estos miembros indirectos. Según Kirk-Cohen, los zoos y acuarios clasificados en el informe de la WAP como miembros indirectos no son miembros y la WAZA no puede imponer su normativa ética en organizaciones no miembros.

«Resulta engañoso afirmar que los siete [de los 12 centros de especial preocupación] restantes sean “miembros indirectos de la WAZA”», afirma. «Nuestra capacidad de acción es bastante limitada, sobre todo ante los no miembros», afirma.

Pero D’Cruze insiste en que la WAZA tiene una responsabilidad para con estos miembros indirectos y pueden castigar a los miembros directos que acreditan a miembros indirectos poco éticos. «[La WAZA] puede ser incapaz de imponer cambios en un miembro indirecto, pero se han establecido como regla de oro y, como tal, tienen la responsabilidad de determinar de forma proactiva cuáles son las líneas rojas a la hora de interactuar con animales salvajes», afirma. «Desempeña un papel fundamental que no debería rehuir».

Shafer afirma que pelearse por las sutilezas sobre la membresía no es la respuesta. «El problema no es qué etiqueta tiene una u otra organización», afirma. «Es si podemos aprender algo de esto para mejorar las condiciones de los animales».

El código ético y de bienestar animal de la WAZA, que es vinculante para sus miembros, sostiene que si utilizan animales salvajes en presentaciones, deben “centrarse en la conducta natural” y “no degradar ni trivializar al animal de ningún modo”». Según Kirk-Cohem, el incumplimiento puede provocar la suspensión o la expulsión de la WAZA. Sostiene que en el último año, la WAZA ha rescindido la membresía de tres centros tras haber perdido la acreditación de su asociación regional o nacional.

D’Cruze afirma que estos estándares son un paso en la dirección adecuada, pero también que no son lo bastante específicos.

«Es fantástico y hay aspectos bastante positivos ahí que ayuda a sentar las bases, pero ¿dónde están los detalles?», afirma. «¿Qué quiere decir antinatural o degradante?».

Kirk-Cohen afirma que «si tenemos en cuenta el amplio abanico de especies de las que cuidan nuestros miembros», es imposible proporcionar una lista de conductas antinaturales o degradantes, pero son aquellas que los animales no mostrarían en estado silvestre, en palabras de Kirk-Cohen. La WAZA confía en que las asociaciones de acreditación establezcan una normativa más específica.

Experiencias estresantes

El informe de la WAP describe centros que ofrecían experiencias en las que los visitantes pueden acariciar, besar y acurrucarse con grandes felinos, espectáculos donde los humanos «surfean» sobre las espaldas de los delfines y actuaciones en las que los elefantes pintan cuadros con las trompas. La interacción más habitual era acariciarlos y la ofrecían un 43 por ciento de los centros, sobre todo con mamíferos y reptiles. Casi un tercio ofrecían caminar o nadar por un recinto, un 30 por ciento celebraba espectáculos con animales salvajes y el 23 por ciento tenían experiencias en las que los turistas pueden dar comida y agua a los animales cautivos, estableciendo así un contacto directo y posiblemente peligroso.

Según Nancy Blaney, directora de asuntos públicos del Animal Welfare Institute, una organización sin ánimo de lucro con sede en Washington, D.C., estas experiencias resultan estresantes para los animales.

«Algunas instalaciones lo venden como turismo de fauna silvestre, cuando no es nada por el estilo», afirma. «El turismo de fauna silvestre es una experiencia en la que observas a los animales salvajes en su entorno, en su medio. No es sacarse una foto con un tigre, ni interactuar con un mono vestido con ropa de calle, ni besar a un orangután, nada de eso. Eso no es turismo de fauna silvestre, eso es explotación».

El lugar de los animales salvajes está en entornos salvajes, pero en algunos casos —por ejemplo, cuando se ha rescatado a un animal de un zoo ilegal— eso no es posible, según D’Cruze. Él opina que el problema es que una organización «se introduzca en el uso comercial y el entretenimiento».

«Hacer que [los animales] lleguen a sentirse completamente seguros cerca de la gente implica un nivel de adiestramiento nuevo y diferente y quebrar el espíritu del animal», explica D’Cruze. «Hay diferencia entre las especies domesticadas como un gato o un perro que ha cambiado conductual y biológicamente a lo largo de miles de años estando cerca de los humanos y un animal al que han roto para domarlo».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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