Estos famosos lémures de Madagascar podrían perder su selva para 2080
Un nuevo modelo determina que la deforestación y el cambio climático podrían acabar con gran parte de las selvas de la isla, pero la sociedad puede detenerlo.
En lo alto de las copas de los árboles de las selvas orientales de Madagascar viven dos especies de lémur rufo en peligro crítico de extinción, unas de las más famosas entre la fauna isleña. Sin embargo, nuevos modelos del cambio climático y la pérdida de selva lluviosa sugieren un futuro aún más sombrío para los primates: su hábitat podría desaparecer por completo para 2080.
Al igual que la mayoría de las plantas y animales de Madagascar, los lémures rufos blancos y negros y los lémures rufos rojos solo viven en esta nación del océano Índico y figuran entre las 96 de las 101 especies de lémures del país consideradas en peligro de extinción.
Estas dos especies de lémur viven solo en árboles de gran tamaño, sus poblaciones descienden rápidamente cuando las selvas se talan o se fragmentan, por lo que su presencia es un indicador de un bosque sano. Los animales también son esparcidores de semillas cruciales.
Los modelos informáticos, publicados en la revista Nature Climate Change, revelan que una combinación de deforestación y fluctuación climática podría provocar la desaparición de las selvas lluviosas dentro de 60 años, convirtiéndolas básicamente en tierra cultivable y pastizal degradado. Desde la década de 1950, ya ha desaparecido casi un 45 por ciento de la superficie forestal total de Madagascar.
«Ya llevo una década haciendo este tipo de modelos y solo hay dos ocasiones en las que he tenido que apartarme del ordenador porque me horrorizaba lo que veía», afirma Adam Smith, autor del estudio y ecólogo del Jardín Botánico de Misuri.
Con todo, Smith insta a la gente a no sentirse impotente por los resultados del estudio. «Las predicciones son intentos de determinar qué ocurrirá en el futuro, mientras que los escenarios son opciones esbozadas», afirma Smith.
Con opciones sobre la mesa, aún queda esperanza para las pluviselvas de Madagascar. Por ejemplo, la nueva investigación también podría ayudar a científicos y gobiernos a decidir dónde es mejor concentrar las iniciativas para salvar el hábitat de los lémures rufos.
Parques de papel
Para determinar el destino del hábitat de los lémures rufos, los investigadores calcularon la velocidad a la que habían menguado las pluviselvas de Madagascar entre los años 2000 y 2014 e hicieron una proyección de la tasa de pérdida futura. También estimaron las condiciones de sequía, humedad y calor de los hábitats actuales de los lémures en las próximas décadas a partir de predicciones climáticas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el organismo de Naciones Unidas dedicado a la ciencia del clima.
Aunque tanto la pérdida forestal por la tala y la agricultura como el cambio climático son los principales culpables de la disminución del hábitat de los lémures rufos, los efectos de la deforestación superan por mucho a los del cambio climático, según los modelos.
En las selvas de Madagascar hay casi 100 áreas protegidas. En teoría, los árboles de dichas zonas deberían estar sanos y salvos. Pero la realidad, según los autores, es que muchas de las áreas protegidas del país son «parques de papel», áreas que sobre el mapa están clasificadas como protegidas, pero cuya aplicación no es real. Esto permite una tala ilegal rampante.
La mayor parte de la deforestación del país es a pequeña escala. Los lugareños talan tramos de selva y le prenden fuego, la ceniza resultante fertiliza un suelo de poca calidad y permite que esta gente use la tierra para cultivar y alimentar a sus familias.
«Incluso con la amenaza inminente del cambio climático, la pérdida forestal ocurre tan rápido que los bosques no resistirán el tiempo suficiente para que el cambio climático influya. Eso es lo que más miedo me da», afirma Andrea Baden, autora del estudio y antropóloga biológica del Hunter College en Nueva York.
Travis Steffens, ecólogo de conservación y director ejecutivo de la ONG Planet Madagascar, añade que la pérdida de la selva lluviosa en Madagascar podría ser mucho peor de lo que sugiere el estudio: «Los autores tratan de ser tan conservadores como pueden, pero es sorprendente lo mal que pinta incluso con estimaciones conservadoras».
Un enfoque optimista
Aun así, cuando los investigadores analizaron un escenario más optimista —en el que asumían que no se perdería el bosque dentro de las áreas protegidas—, el resultado era que más de la mitad de las selvas de la isla aún estarían intactas para 2070.
Por consiguiente, los científicos se han hecho una idea clara de cómo conservar los bosques basándose en el escenario más optimista. «Esperamos presionar para que aumente la protección, para que se aplique [la normativa de] estos parques y que no sean solo parques de papel», afirma Baden.
«También debemos ser muy concienzudos y trabajar a nivel local para mejorar la forma de vida y la salud de la gente de esas zonas», advierte.
Steffens propone otra solución: plantar árboles nuevos. «Yo diría que las iniciativas de reforestación deberían ser otra prioridad con el mantenimiento del bosque como prioridad principal, porque es más barato», afirma.
Pero con selvas tan diversas y únicas en peligro de desaparecer en este siglo, Smith dice que también es hora de pensar de forma diferente para buscar ideas. «Es posible que debamos replantearnos de forma radical qué es la conservación exitosa», afirma.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.