China recomienda la bilis de oso como tratamiento para el coronavirus

La Comisión Nacional de Salud del país ha publicado una lista de tratamientos recomendados en la que figuran unas inyecciones que contienen polvo de bilis de oso, una noticia que ha alarmado a los defensores de la fauna silvestre.

Por Rachel Fobar
Publicado 26 mar 2020, 11:17 CET
Oso tibetano
En las granjas de osos de China y el Sudeste Asiático, se extrae bilis para usarla en la medicina tradicional insertando un catéter, una jeringuilla o un tubo en la vesícula biliar de los animales, un proceso invasivo y doloroso. Este oso tibetano en un recinto del Centro de Rescate de Osos de Vietnam fue uno de los más de mil osos rescatados en 2017 de las granjas de bilis ilegales del país.
Fotografía de Roberto Schmidt, AFP, Getty

Menos de un mes después de haber tomado medidas para prohibir de forma permanente el comercio y el consumo de animales salvajes vivos como productos alimentarios, el gobierno chino ha recomendado el uso de Tan Re Qing, una inyección que contiene bilis de oso, para tratar casos graves y críticos de COVID-19. Se trata de uno de los varios tratamientos tanto tradicionales como occidentales recomendados para el coronavirus que figuran en una lista publicada el 4 de marzo por la Comisión Nacional de Salud china, el organismo gubernamental encargado de las políticas sanitarias nacionales. Esta recomendación pone de manifiesto lo que los defensores de la fauna silvestre tachan de enfoque contradictorio respecto a los animales salvajes: por una parte, clausurar el comercio de animales vivos; por otra, fomentar el comercio de partes de animales.

La medicina tradicional china ha usado la bilis (segregada por el hígado y almacenada en la vesícula biliar) de varias especies de oso, como los osos tibetanos y los osos pardos, desde al menos el siglo VIII. Contiene niveles elevados de ácido ursodesoxicólico, también conocido como ursodiol, que ayuda a disolver los cálculos biliares y a tratar enfermedades hepáticas, según se ha comprobado clínicamente. El ácido ursodesoxicólico ha estado disponible como medicamento sintético en todo el mundo durante décadas.

La Organización Mundial de la Salud señala que no existe cura para la COVID-19, aunque algunos medicamentos, como los analgésicos y el jarabe para la tos, pueden tratar los síntomas vinculados a la enfermedad.

Los especialistas en medicina tradicional china suelen usar la inyección de Tan Re Qing para tratar la bronquitis y las infecciones de las vías respiratorias altas. Clifford Steer, profesor de la Universidad de Minesota en Mineápolis, ha estudiado los beneficios médicos del ácido ursodesoxicólico. No le consta que existan evidencias de que la bilis de oso sea un tratamiento efectivo para el nuevo coronavirus. Sin embargo, afirma que el ácido ursodesoxicólico se distingue de otros ácidos biliares por su capacidad para mantener las células vivas y cabe la posibilidad de que alivie los síntomas de la COVID-19 gracias a sus propiedades antiinflamatorias y su capacidad de calmar la respuesta inmunitaria.

La legislación china de protección de especies silvestres, aprobada en 1989, considera que la fauna y la flora son recursos que deben usarse para el beneficio de los humanos. En 2016, se enmendó para legitimar el uso comercial de especies silvestre y establece explícitamente que los animales pueden usarse en la medicina tradicional china, según escribió aquel año Peter Li, especialista en políticas chinas de Humane Society International.

COVID-19
El gobierno chino ha recomendado tratar los casos graves y críticos de COVID-19 con una inyección que contiene bilis de oso en polvo. No existen evidencias que demuestren que sea un tratamiento eficaz contra la enfermedad.
Fotografía de Str, AFP, Getty

Aunque en China es legal usar bilis de osos cautivos, el uso de osos salvajes y la importación de bilis de oso de otros países están prohibidos.

Aron White es activista por los derechos de los animales salvajes de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA), una ONG con sede en Londres, Inglaterra, que expone los delitos contra la vida silvestre. White cuenta que su organización se enteró de las recomendaciones del gobierno chino para tratar la COVID-19 a través de publicaciones en redes sociales de comerciantes ilegales.

«Presenciamos cómo los traficantes cooptaban esta recomendación del gobierno para publicitar sus productos ilegales como tratamiento», afirma White. Explica que en China se produce bilis ilegal de osos salvajes, pero también se importa de osos salvajes y cautivos de Laos, Vietnam y Corea del Norte. El comercio ilegal persiste aunque los osos tibetanos (una de las especies que más se crían en cautividad por su bilis) están protegidos del comercio internacional conforme al Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), que regula el comercio trasfronterizo de especies silvestres y sus productos.

Los defensores de los animales salvajes temen que la recomendación de China de usar inyecciones de Tan Re Qing, que contienen cuerno de cabra en polvo y extractos de varias plantas además de bilis de oso en polvo, incrementen el comercio de productos ilegales de especies silvestres y justifiquen el maltrato animal. «Entre los consumidores existe una preferencia sistemática por el producto silvestre, que suele considerarse más potente o más “auténtico”. Tener este mercado legal a partir de la cautividad no reduce la presión a la que están sometidas las poblaciones silvestres, sino que en realidad solo mantiene la demanda y da pie a la caza furtiva», afirma White.

En las granjas de bilis de oso de China y de todo el Sudeste Asiático, los animales pueden llegar a permanecer décadas encerrados en jaulas pequeñas. La bilis se extrae de forma rutinaria a través de un catéter, una jeringuilla o un tubo insertado en la vesícula biliar. Todos los métodos de extracción de bilis son invasivos y «provocan mucho sufrimiento, dolor e infecciones», según Animals Asia, una ONG que se dedica a tratar de poner fin a las granjas de bilis de oso. Según Animals Asia, en estas granjas la desatención y las enfermedades son habituales y los consumidores corren el riesgo de ingerir bilis de osos enfermos, que podría estar contaminada con sangre, heces, pus, orina y bacterias.

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    Oso tibetano sedado
    La bilis se extrae de la vesícula biliar de un oso tibetano sedado. Según la ONG Animals Asia, como las enfermedades son muy habituales en las granjas de bilis de oso, la bilis de animales enfermos puede estar contaminada con sangre, heces, pus, orina y bacterias que podrían poner en peligro la salud humana.
    Fotografía de Mark Leong, Nat Geo Image Collection

    La recomendación de inyecciones de Tan Re Qing y otros tratamientos con ingredientes procedentes de animales salvajes en tiempos en los que Pekín parece decidido a clausurar el comercio de animales salvajes vivos en el país «refleja los mensajes contradictorios que envía China actualmente», afirma White.

    En China, el uso de la medicina tradicional (para la que se usan principalmente plantas) abarca milenios y fue la forma principal de sanidad hasta principios del siglo XX, cuando el último emperador de la dinastía Qing fue derrocado por un médico con formación occidental. Normalmente, el gobierno respalda las curas tradicionales como pilar de la cultura china y en 2018 la Organización Mundial de la Salud incluyó los diagnósticos de la medicina tradicional china en su compendio médico. Durante la pandemia de coronavirus, las autoridades han insistido en su uso y el 85 por ciento de los pacientes de coronavirus recibe algún tipo de tratamiento con hierbas, según el Ministerio chino de Ciencia y Tecnología.

    La Comisión Nacional de Salud de China no ha respondido a nuestras preguntas.

    Riesgos para la salud humana

    White insiste en que todas las granjas de animales salvajes conllevan riesgos, independientemente de si los crían por su carne o para la medicina tradicional. Por ejemplo, en ambos casos, cientos de animales salvajes viven hacinados y las personas suelen interactuar con los cadáveres.

    «Ya se consuman como carne o como medicina, hay peligros por la forma en que matan, reúnen y almacenan, procesan y consumen a los animales», afirma White. Si China va a cerrar las granjas que producen carne de animales salvajes como pavos reales, puercoespines y jabalíes por el riesgo de que introduzcan enfermedades, «¿por qué no hacen lo mismo con otras granjas, es decir, las de osos y las de tigres?», se pregunta White. «Comparten muchos problemas». Además, añade que «la gran mayoría de la medicina tradicional china no usa partes de animales salvajes. No tiene por qué suponer una amenaza para la fauna silvestre».

    En lo que respecta a la COVID-19, lo que necesitamos es evidente, según Clifford Steer: «A fin de cuentas, el mundo solo tiene que desarrollar una vacuna para proteger a las personas».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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