Estados Unidos expande el muro fronterizo pese a la pandemia, poniendo en peligro a jaguares y otros animales
Mientras el resto del mundo se centra en el coronavirus, el gobierno estadounidense se prepara para construir más de 280 kilómetros de muro nuevo a lo largo de la frontera con México.
La región de las islas del cielo del sur de Arizona y Nuevo México es un paraíso natural y una de las partes con más diversidad biológica de Norteamérica que alberga miles de especies de animales que vagan a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos.
Un mosaico de valles, colinas y cordilleras montañosas actúan como corredores ecológicos que permiten que criaturas como jaguares, ocelotes, osos negros, muflones de Canadá y coatíes se muevan por la región. Aquí hay cientos de especies que no se encuentran en ningún otro lugar de Estados Unidos, como los jaguares, unas aves coloridas denominadas trogones elegantes, las ranas Smilisca fodiens y las culebras conocidas como bejuquillos café.
Mientras el país se concentra en combatir la pandemia de coronavirus, el gobierno de Trump está trabajando para expandir el muro fronterizo por la región, lo que cortará corredores ecológicos fundamentales para la migración animal. Este mes, el Departamento de Seguridad Nacional allanó el camino para construir más de 280 kilómetros de muros nuevos, gran parte de ellos en terreno montañoso remoto.
«La construcción de este muro por el corazón de las islas del cielo cortará los caminos que usan los animales salvajes para desplazarse», afirma Louise Misztal, directora ejecutiva de la Sky Island Alliance, un grupo medioambiental independiente de Arizona.
Para empezar a construir las nuevas secciones, posiblemente dentro de semanas o meses, el 16 de marzo el Departamento concedió exenciones a los equipos de construcción para que no se les obligara a cumplir 37 leyes diferentes, entre ellas la Ley de Especies en peligro de extinción estadounidense.
Los medioambientalistas han expresado su preocupación por el desarrollo continuado en el muro fronterizo y en otros terrenos públicos mientras los organismos de control, los ciudadanos y los periodistas están confinados o distraídos por la pandemia de coronavirus. Aunque las empresas cierren y los trabajadores tengan que quedarse en casa, la construcción del muro sigue adelante y los periodos de revisión de proyectos ecológicamente sensibles, como las concesiones de petróleo en propiedades federales, no se han aplazado ni extendido.
La pandemia podría tener otra consecuencia medioambiental: el 26 de marzo, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos anunció que atenuaría temporalmente la normativa medioambiental para ayudar a las empresas. Pese a la pandemia, las autoridades de gobierno federal anunciaron el lunes que también se han apresurado a completar el desmantelamiento de los estándares de eficiencia energética de los automóviles aprobados durante el gobierno de Obama.
Randy Serraglio, especialista en felinos salvajes y conservacionista del Centro para la Diversidad Biológica, un grupo ambiental sin ánimo de lucro, afirma que es «escandaloso» que continúe la construcción del muro, ya que los recursos federales que se inviertan podrían destinarse a la lucha contra el coronavirus. Además de las nuevas secciones aprobadas, se están construyendo tramos de más de 160 kilómetros de muro en otras partes de Arizona, entre ellas áreas naturales como el monumento nacional de Organ Pipe Cactus.
«Un desastre ecológico»
Según Misztal, es un «desastre ecológico en ciernes» para los jaguares y otras especies que necesitan cruzar la frontera para sobrevivir. Aunque la población reproductora más cercana de jaguares se encuentra en el norte de Sonora, en México, estos felinos suelen ir al norte de la frontera estadounidense, donde solían ser comunes.
El Departamento de Seguridad Nacional, que supervisa la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza y la Patrulla Fronteriza, concedió las exenciones a principios de este mes para construir 20 secciones del muro en los dos estados. Más de 145 kilómetros de muro se construirán en Arizona y equivalen a un cuarto de su frontera meridional. Las obras financiadas con el dinero de los contribuyentes costarán más de 3000 millones de dólares y las llevarán a cabo los contratistas que trabajan con el Cuerpo de Ingenieros de la Armada y el Departamento de Defensa. Los fondos se desviarán del presupuesto del Pentágono tras la polémica decisión del presidente Donald Trump de declarar la emergencia nacional por la seguridad fronteriza en febrero de 2019.
Normalmente, una tarea de tal envergadura exigiría numerosos estudios ecológicos y adherirse a leyes como la Ley Nacional de política ambiental. Sin embargo, conforme a la Ley de Identificación verdadera de 2005, el director del Departamento de Seguridad Nacional puede dispensar el acatamiento de leyes para construir el muro.
Cuando le preguntamos acerca del impacto ambiental negativo del muro, Matthew Dyman, portavoz de la Oficina de Protección Fronteriza y Aduanas declaró que su departamento está colaborando con el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre para «abordar especialmente los posibles impactos para los jaguares» y planea incorporar algunos pasillos para fauna silvestre. Sin embargo, el muro estará flanqueado por carreteras y luces brillantes en algunas zonas, lo que disuadirá a los animales que quieran cruzar. Los investigadores afirman que no se ha demostrado la eficacia de dichos pasillos.
Jaguares en peligro
Los nuevos segmentos de muro constan de barreras de bolardos de nueve metros hechas de vigas de acero con huecos de 10 centímetros entre ellas, demasiado pequeños para que pasen muchos animales. También obstaculizan a las aves que vuelan bajo, como el mochuelo caburé.
Muchos expertos no recomiendan construir muros altos en zonas accidentadas, donde la construcción es cara y difícil, hay tasas relativamente reducidas de cruces ilegales y ya se aplican otras tecnologías como sensores de movimiento y cámaras.
Myles Traphagen, científico de conservación de Wildlands Network, un grupo medioambiental independiente dedicado a preservar los corredores ecológicos, explica que aunque estos tramos montañosos no faciliten el desplazamiento humano, son fundamentales para la migración animal.
Con los nuevos muros, «se detendría la recuperación del jaguar en Estados Unidos», afirma Traphagen.
En 2014, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre asignó más de 3100 kilómetros cuadrados de hábitat fundamental para el jaguar en Arizona y Nuevo México. Es un terreno considerado crucial para la recuperación de la especie en el país, aunque los científicos están de acuerdo en que gran parte de las tierras altas de la región podrían albergar a los jaguares. Antes del asentamiento europeo, los felinos llegaban hasta el Gran Cañón.
Se ha confirmado o se cree que los ocho jaguares observados en Arizona o Nuevo México desde 1996 eran machos. Los machos recorren largas distancias en busca de sustento y parejas. La última hembra confirmada en Arizona fue abatida de un disparo en 1963. Actualmente, las hembras más cercanas documentadas viven en el norte de Sonora, pero con protección y corredores ecológicos abiertos podrían extenderse al norte y reclamar su antiguo territorio.
El jaguar más famoso, al que llamaban El Jefe, vivió en Arizona, entre 2011 y 2015principalmente en la sierra de Santa Rita. Es probable que este felino cruzara la frontera por la sierras de la Patagonia y la cordillera de Huachuca. Actualmente, se ha programado la construcción del muro en ambas áreas.
Hoy en día, los jaguares son mucho menos comunes en Estados Unidos, pero siguen siendo una especie autóctona bandera. Serraglio explica que protegerlos ayudaría de forma indirecta a muchas más especies, ya que dependen de tramos vastos de terrenos salvajes con poblaciones de presas sanas.
Traphagen afirma que le preocupa mucho más la repercusión del muro en especies comunes. Ciervos, jabalíes, pavos, linces, pumas, osos y otros animales atraviesan la frontera para encontrar comida y parejas.
«Si erradicas a las poblaciones locales y regionales, se producirá un efecto dominó. Podríamos presenciar el colapso de la integridad de la comunidad ecológica», afirma Traphagen.
Pese a la increíble diversidad de animales de la zona, actualmente solo se están llevando a cabo dos estudios con cámaras trampa para supervisar qué animales viven en la frontera: la Sky Island Alliance dirige uno en la sierra de Patagonia y la cordillera de Huachuca y Traphagen dirige otro en el refugio nacional de vida silvestre de San Bernardino, un humedal desértico que alberga varias especies de peces en peligro de extinción. También se ha programado la construcción de tramos del muro en ambas zonas.
El Centro para la Diversidad Biológica y otros grupos han presentado una demanda e impugnado la capacidad del Departamento de Seguridad Nacional de dispensar el acatamiento de las leyes. La construcción ha sido inmune frente a las demandas, aunque el Tribunal Supremo podría optar por atender este caso en su periodo de sesiones actual.
La expansión del muro a esas zonas «solo puede perjudicar a los jaguares», afirma Howard Quigley, investigador de Panthera, una organización que se dedica a estudiar y salvar grandes felinos. «No es beneficioso para ningún tipo de animal salvaje. Cuando provocas fragmentación de poblaciones contiguas, básicamente las empujas hacia un terreno resbaladizo que lleva a la extinción local... a una muerte lenta».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.