De las abejas reina a los lémures: así funcionan las feromonas
Las señales químicas que transmite el olor corporal ejercen una gran influencia sobre el comportamiento de muchos animales salvajes.
Los lémures de cola anillada macho emiten un olor corporal seductor hacia las hembras, un fenómeno denominado «coqueteo apestoso». En la foto vemos a una madre y su cría en el parque Anja, Madagascar.
Sentada en su trono en el corazón de la colonia de abejas melíferas, la reina gobierna cada aspecto de su imperio, de cómo encuentran comida las obreras a la construcción de nuevos panales.
Ejerce este control impresionante mediante unos compuestos químicos invisibles denominados feromonas. Cuando los súbditos de la reina la acicalan, captan las moléculas que contienen información y las distribuyen por toda la colonia.
Estas llamadas de la naturaleza químicas, enviadas por aire, tierra e incluso agua, transmiten mensajes sobre la disponibilidad sexual, el territorio e incluso la dirección en la que se encuentra la comida.
«Una feromona es una señal que ha evolucionado desde el punto de vista del emisor», explica Tristam Wyatt, zoólogo de la Universidad de Oxford en el Reino Unido que estudia la evolución de las feromonas.
Por ejemplo, un compuesto de las feromonas de las abejas melíferas impide que las obreras coronen a otra reina, lo que garantiza el gobierno de la monarca.
Wyatt aclara que eso es diferente a que un mosquito rastree un animal siguiendo su olor, por ejemplo, ya que el animal no emite el olor corporal para beneficio propio.
La complejidad de los mamíferos
Aunque el conocimiento científico sobre las feromonas se ha disparado en las últimas décadas, los científicos no identificaron la primera (el bombicol, el olor de la hembra de la mariposa de la seda) hasta 1959.
La mariposa hembra puede transportar el «perfume» a lo largo de kilómetros y llega a los receptores de feromonas de las antenas de los machos. Cuando llega a un embolsamiento de aire que contiene esta sustancia química, el macho vuela hacia arriba y zigzaguea hasta llegar a otro, siguiendo el rastro químico hasta la hembra.
Los receptores de las antenas de las mariposas de seda macho pueden captar las feromonas de las hembras.
Las señales odoríferas también funcionan bajo el agua, y los peces y los crustáceos tienen sentidos del olfato muy desarrollados para detectarlas.
Los bogavantes americanos se aparean en guaridas privadas y los machos dominantes comunican su jerarquía mediante las feromonas de su orina, que atrae a las hembras a su madriguera.
Por su parte, los mamíferos tienen una química corporal más complicada y un conjunto de comportamientos complejos que dificultan calibrar su respuesta a las señales odoríferas como las feromonas.
Se ha descubierto que algunas especies domésticas, como los cerdos, los perros, los caballos, las ratas y los ratones, responden a las feromonas y las señales odoríferas. Las neuronas sensoriales del interior de la nariz envían señales al sistema límbico del cerebro (una parte primitiva del cerebro que regula las emociones y la memoria) para que actúe.
Por ejemplo, los ratones de laboratorio son criaturas sociales y usan feromonas para expresar información diversa, como su posición dominante, mediante las sustancias químicas de su orina. Cuando los machos se vuelven más poderosos dentro de su grupo, segregan más proteínas urinarias para indicar su posición social (y, por consiguiente, su atractivo) a las hembras.
«Coqueteo apestoso»
Algunos científicos han estudiado las feromonas y las señales odoríferas en animales salvajes, como los lémures de cola anillada de Madagascar.
Los machos de estos primates arborícolas se frotan las secreciones de las glándulas de las muñecas y los hombros en las colas y acercan su olor a las hembras en un proceso conocido como «coqueteo apestoso». Christine Drea y sus colegas de la Universidad Duke han descubierto 122 compuestos diferentes en secreciones de lémures macho.
Hace poco, un equipo de investigadores de la Universidad de Tokio ha añadido a su perfil de olores otras tres sustancias químicas llamadas aldehídos, que hacen que las hembras se queden más tiempo cerca de los olores corporales del macho.
«Nos sorprende que los olores identificados en este estudio huelan relativamente bien a los humanos, son afrutados y florales», afirma Kazushige Touhara, coautor del estudio y bioquímico de la Universidad de Tokio.
Touhara señala que, para considerarlos feromonas sexuales, habrá que demostrar que estos olores afectan solo a los lémures e incrementan sus probabilidades de reproducirse. De ser así, serían las primeras feromonas sexuales halladas en primates.
Wyatt indica que los humanos tenemos un buen sentido del olfato, pero no existe consenso científico respecto a si tenemos feromonas sexuales. Como somos mamíferos, es probable que empleemos otro tipo de comunicación química, como detectar y evitar a personas con infecciones o enfermedades.
Comportamiento hormonal
Las hormonas también actúan como señales odoríferas.
En un estudio publicado en Hormones and Behavior, un equipo científico descubrió que los hombres consideraban que el olor de una mujer era más atractivo cuando estaba ovulando y, por consiguiente, era más fértil. Es probable que sea así porque los hombres pueden detectar los cambios cíclicos de las hormonas de las mujeres, como un aumento del estrógeno.
La conocida hormona testosterona también hace que muchos animales macho modifiquen su comportamiento. Los elefantes africanos macho atraviesan un periodo anual de un mes llamado must en el que aumentan sus niveles de testosterona, lo que indica su disposición a pelear con otros machos para dominar una manada.
Un macho en must es más agresivo y le interesa más aparearse. En cambio, los elefantes macho jóvenes emiten un olor durante el periodo de must que huele como la miel, lo que indica a otros machos que no representan una amenaza.
Olores tranquilizadores
Las feromonas tienen otros usos, como orientarse, alimentar a las crías e incluso tranquilizarse.
Cuando buscan comida, varias especies de hormiga dejan rastros de feromonas, una especie de camino de migas de pan para orientarse a sí mismas y a las demás hacia las mejores fuentes de alimentos.
Los gazapos europeos recién nacidos responden a una feromona mamaria liberada por las glándulas que rodean los pezones de la madre y que les permite encontrar los pezones y mamar. La feromona también está presente en la leche de la madre.
Y quizá no te des cuenta de que podría haber olores secretos en tu propia casa: los gatos domésticos tienen glándulas odoríferas en la cara y frotan este olor en objetos, personas y otros animales. Este comportamiento, denominado bunting, tiene un efecto tranquilizador en tu amigo felino.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.