La güiña se ha convertido en el 10.000º animal fotografiado para Photo Ark

Este felino amenazado, el más pequeño de las Américas, es la 10.000ª imagen de este proyecto de National Geographic para documentar a todas las especies en cautividad.

Por Christine Dell'Amore
Publicado 18 may 2020, 13:09 CEST
Güiña

Pikumche es una güiña macho (Leopardus guigna tigrillo) que se quedó huérfana y ha sido criada por humanos en Fauna Andina, Chile. El fotógrafo Joel Sartore cuenta que fue «un amor» durante la sesión de fotos e incluso se frotó contra sus piernas.

Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Photo Ark

Un pequeño felino llamado güiña acecha entre los bosques de maleza y las selvas llenas de helechos de Chile y una franja de Argentina.

Mide la mitad que un gato doméstico, su cola parece una escobilla, tiene una cara adorable de rayas negras y además es el felino más pequeño de América. Su escaso peso (de menos de tres kilogramos), su timidez extrema y el hecho de que sea un enigma para la ciencia significan que mucha gente desconoce su existencia.

Hasta ahora.

Una güiña llamada Pikumche se ha convertido en el 10.000º animal de Photo Ark de National Geographic, un proyecto del fotógrafo Joel Sartore que quiere documentar todas las especies que viven en zoológicos y refugios de fauna silvestre del mundo.

Al igual que la mayoría de las otras 33 especies de pequeños felinos del planeta, la güiña, cuyo pelo manchado varía del tono plateado al rojizo, es «un felino misterioso. Viven en la sombra», afirma Sartore.

Para Photo Ark, Sartore ha inmortalizado a todo tipo de criaturas, grandes y pequeñas (de mejillones a escarabajos, de avestruces a elefantes) en más de 50 países. Y, según dice, no parará hasta que fotografíe a todas y cada una de las 15 000 especies cautivas.

«Diez mil es una cifra grande. Es una luz al final del túnel que sugiere que podremos terminar el proyecto en 10 o 15 años», explica Sartore, que espera que sus fotografías motiven al público a preocuparse por la crisis de extinción antes de que sea demasiado tarde. «Siento que la gente ya está prestando atención».

Al igual que muchos miembros de Photo Ark, la güiña, que tiene dos subespecies, se considera vulnerable a la extinción. Eso se debe principalmente a la degradación de su área de distribución de casi 300 000 kilómetros cuadrados, la más pequeña entre los felinos de Latinoamérica. La guiña del sur (Leopardus guigna guigna) habita los bosques densos y musgosos del sur de Chile y es más pequeña que la güiña del norte (Leopardus guigna tigrillo) de la región central de matorrales de Chile.

Para este hito fotográfico, Sartore viajó al que probablemente sea el único lugar de la Tierra con güiñas cautivas: Fauna Andina, una reserva de fauna silvestre y centro de rehabilitación con licencia en la región centro-meridional de Chile. Su fundador, Fernando Vidal Mugica, cuida de las güiñas que resultan heridas en estado silvestre y a veces vuelve a liberarlas en el bosque.

Pikumche, una güiña del norte macho y sujeto del retrato de Sartore, es un caso especial. Quedó huérfana a los 10 días de edad cuando un depredador mató a su madre y la criaron los humanos en el centro. Ahora tiene dos años y medio y está tan acostumbrada a las personas que no pueden reintroducirla en estado silvestre. Tras un comienzo tan difícil en la vida, «es un felino muy seguro», explicó Vidal Mugica en un mensaje de texto. Indica que su nombre honra a los Pikumche, una cultura precolombina nativa en el actual norte de Chile.

Sartore también grabó un vídeo de Pikumche cuando estaba vocalizando y es posible que sean los primeros sonidos de güiña que se han filmado. Según las observaciones de Vidal Mugica, es probable que los ruidos repetitivos bajos sean expresiones de placer o emoción, aunque con su maullido Pikumche anuncia su presencia a las otras siete guiñas que viven en Fauna Andina.

 

«El felino es como la piedra de Rosetta de la especie», afirma Sartore sobre Pikumche. Eso se debe a que las vocalizaciones del felino se suman a la limitada comprensión científica del animal. Se desconocen incluso sus poblaciones y su biología básica, como su apareamiento y su reproducción.

Cazadoras versátiles

Las güiñas son una de las ocho especies de pequeños felinos latinoamericanos y sus parientes más cercanos son los ocelotes, una especie más conocida con un área de distribución mucho más grande que abarca partes del sur de Estados Unidos.

Las güiñas, que son generalistas, depredan cualquier cosa a la que puedan echar las garras, como marsupiales, insectos, ranas o aves. Les gustan mucho los roedores, que abundan en el denso sotobosque. Son ágiles trepadoras y pueden subirse a los troncos de los árboles para atrapar aves y mamíferos pequeños de sus cavidades. (Un estudio reciente también demostró que se alimentan de polluelos dentro de las cajas nido.)

Jim Sanderson, que en 1997estudió a las güiñas en Chile para su investigación de doctorado, explica que también matan aves de corral si surge la oportunidad y a veces su reputación como asaltantes de gallineros hace que los granjeros las maten.

Por aquel entonces, la especie era «prácticamente desconocida» para la ciencia moderna, explica Sanderson, que ahora es gestor de programas en Global Wildlife Conservation, una organización sin ánimo de lucro de Texas que trabaja para proteger fauna silvestre rara. «Teníamos una sola fotografía de un felino y especímenes de 1919, eso era todo lo que sabíamos», afirma.

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    La tala generalizada de los bosques para dejar espacio a las plantaciones de árboles comerciales, los viñedos y los pastos para el ganado ha aislado a los felinos, que son demasiado tímidos para adentrarse en zonas abiertas con humanos y desplazarse entre franjas de bosque.

    «Dependen del bosque autóctono para existir. Protegerlas es la meta principal», afirma Vidal Mugica.

    Con ese fin, Constanza Napolitano, exploradora de National Geographic y ecóloga de la Universidad de Los Lagos, en Osorno, trabaja para hacer que el bosque valdiviano del sur de Chile sea más seguro para las güiñas.

    En colaboración con el gobierno, está diseñando pasillos verdes para que los animales puedan desplazarse entre franjas de bosque y está colaborando con empresas locales para desarrollar políticas de uso de tierras que sean responsables con estos felinos. Napolitano también lleva a cabo programas de educación ambiental para que los niños descubran a este felino autóctono.

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    «Un pequeño emblema de lo salvaje»

    Tanto Hunter como Sanderson están de acuerdo en que la inclusión de la güiña en Photo Ark mejorará la imagen del felino.

    Sanderson ha alabado la dedicación de Sartore a fotografiar tantos pequeños felinos raros, de los linces ibéricos a los gatos dorados africanos. «Le encantan sus gatos», bromea Sanderson. «Ha esperado al número 10 000 para poner a la güiña en la cima».

    «Es fantástico que este proyecto haya proporcionado una visibilidad tan importante a estas especies tan poco apreciadas», afirma Hunter.

    Añade que es irónico y triste que tanta gente adore a sus gatos domésticos, pero apenas sepa nada sobre sus parientes salvajes, que están en todos los continentes salvo la Antártida.

    «Si tuvieras la suerte suficiente de contemplar a esta criatura hermosa en la naturaleza, enseguida verías los paralelismos con tu propio gato», afirma. «Es un pequeño emblema de lo salvaje».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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