Uno de los delfines más raros del mundo se recupera en Pakistán
Las labores de rescate han aumentado las poblaciones del delfín del Indo, pero las presas del río Indo siguen interrumpiendo los movimientos de estos mamíferos.
Dos hombres rescatan a dos delfines del Indo en el canal de Kirthar, cerca de Sukkur. Muchos de los animales se quedan atrapados en estanques o acequias debido a las presas de desvío de los ríos, o azudes.
En un rincón aislado del parque Lab-e-Mehran de Pakistán, las aguas tranquilas del río Indo crean ondas circulares y de ellas surge la cabeza de un delfín gris claro. El animal enseguida vuelve a sumergirse en el agua; su aleta dorsal resplandece a la luz del sol.
Este sereno parque ribereño en la ciudad meridional de Sukkur, muy popular entre las familias, también es el hogar del delfín del Indo, una especie amenazada y una de las pocas especies de delfines de agua dulce que quedan en el planeta.
Sin embargo, una presa en el límite occidental del parque restringe su capacidad de desplazarse libremente durante la estación del monzón, una parte fundamental de su ciclo vital.
La historia se repite en el resto de Pakistán. La construcción generalizada de azudes, unas barreras de desvío de los ríos, ha destruido el hábitat de la especie. Estas presas se construyeron a mediados del siglo XX para controlar la inundación y proporcionar irrigación y, en algunos casos, se han reconvertido en centrales eléctricas. Ahora, no solo han interrumpido la migración de los delfines; sus desvíos también pueden provocar niveles de agua peligrosamente bajos.
En su día, el delfín del Indo nadaba por todo el río homónimo y sus afluentes, desde el delta del Indo, cerca del mar arábigo, hasta la cordillera nevada del Himalaya. En la actualidad, este cetáceo de 90 kilos ocupa el 20 por ciento de su área de distribución histórica.
La mayoría de los delfines del Indo restantes se concentran en la provincia pakistaní de Sind, en un tramo de río de 660 kilómetros entre las presas de Guddu y Kotri. Engro, una empresa energética que opera la central de energía térmica conectada a la presa de Guddu, no ha respondido a nuestras preguntas sobre cómo impacta la presa a esta especie.
Además de las presas, la contaminación hídrica y los desechos industriales vertidos en el Indo representan la mayor amenaza a largo plazo para los delfines. Varios estudios han detectado DDT (diclorodifeniltricloroetano) y otros plaguicidas en el tejido de los animales, según Uzma Khan, coordinadora en Asia de la Iniciativa de Delfines de Río de WWF.
Sin embargo, Khan señala que un riguroso programa de conservación gubernamental ha educado a las comunidades locales, rescatado a delfines varados y ya está aumentando sus poblaciones de forma gradual. Según el reconocimiento más reciente de WWF, actualmente hay 1987 delfines del Indo en Pakistán frente a los 132 animales que quedaban en 1972. Otra pequeña población de al menos siete ejemplares vive en el río Beas de la India, un afluente del Indo.
«Si navegas río abajo desde la [presa] de Guddu y continúas, llega un momento en el que estás rodeada de delfines», cuenta Khan. «Es maravilloso, porque están por todas partes». Por otra parte, indica que «es una situación difícil, porque todos estos delfines están en un solo tramo del río Indo».
«Un amigo de los humanos»
El delfín del Indo, que en urdu y sindi se llama bhulan, «lleva miles de años en el Indo y es un símbolo de la civilización de Harappa», explica Mir Akhtar Talpur, agente de campo del Departamento de Fauna de Sind, una agencia gubernamental.
La civilización de la Edad del Bronce, que prosperó en el valle del río Indo, es célebre por su planificación urbanística y sus sistemas de alcantarillado avanzados. Los pueblos modernos de las provincias de Sind y Punyab se consideran los descendientes directos de Harappa y consideran el delfín parte de su patrimonio.
Los pescadores de estas provincias cuentan una historia sobre el origen de la especie. Según la leyenda, cuando una mujer ofrece mantequilla y leche a un protector místico del río, las aguas se abren y cruza sana y salva hasta la otra orilla. Pero en una ocasión, cuando no hace una ofrenda aceptable, el espíritu del río la transforma en delfín.
Para el pescador Gul Mohammed Mirbar, el delfín es un compañero de toda la vida; tenía 10 años cuando vio uno por primera vez. Una tarde soleada de febrero, rema por el río en su barca de madera en el parque Lab-e-Mehran, donde gana dinero llevando de paseo a los turistas y los visitantes del parque que esperan avistar al raro delfín.
Mientras el agua lame suavemente la ribera rocosa, un delfín rosa sale a la superficie salpicando y después desaparece bajo el agua.
Aunque Mirbar considera a los delfines parte del medio ambiente, sus compañeros pescadores y él también ven a los delfines como la competencia, ya que se alimentan de los peces que son el sustento de estos hombres.
«Tienes que invertir mucho esfuerzo [en pescar], de lo contrario no puedes seguirle el ritmo al delfín. Son muy rápidos», afirma Mirbar, que añade que los delfines devoran por igual peces grandes y pequeños.
Hasta que se prohibió su caza en los años setenta, algunas comunidades pesqueras capturaban delfines por su carne o su grasa, que mezclaban con aceite para cubrir sus barcos. WWF señala que cada año, en la zona muere al menos un delfín al quedarse atrapado por accidente en las redes de pesca.
En general, «el delfín es un amigo de los humanos», cuenta Khadim Hussain, representante de una organización de defensa de los pescadores en Taunsa, una ciudad de la provincia de Punyab. «No supone una amenaza para los pescadores. Cuando el delfín escucha el sonido de los motores de los barquitos de los pescadores, se acerca y nada con ellos».
Un animal adaptado al río
El delfín ha evolucionado para salir adelante en el Indo. Sus colores —pardo, una gama de grises o, rara vez, un rosa oscuro— lo ayudan a confundirse con los sedimentos del río. Está casi ciego, ya que la vista es innecesaria en las aguas turbias.
El animal cuenta con un sistema de sónar interno que emite ondas de sonido que rebotan y los ayudan a encontrar presas, orientarse en el río y comunicarse con otros delfines. El sónar es tan avanzado que puede detectar la diferencia entre peces vivos y muertos.
El hocico largo del delfín atrapa con facilidad peces y otras presas. En su cuerpo robusto, una pequeña aleta dorsal lo ayuda a mantener la estabilidad mientras nada.
El delfín del Indo es solo una de las dos especies conocidas que se ponen de lado y agitan la cola, un comportamiento denominado nado lateral. La maniobra le permite moverse entre estanques de agua poco profunda en la estación seca, pero no puede ayudarlo a enfrentarse a las presas del río Indo.
Antes de que las presas fragmentaran el hábitat de la especie, los delfines nadaban río arriba hasta los afluentes durante el monzón y regresaban al Indo en la estación seca.
Algunos delfines aún pueden sortear las presas si sus compuertas están abiertas —sobre todo si son jóvenes o pequeños—, pero después suelen quedarse atrapados en acequias, piscinas poco profundas, estanques profundos y, a veces, en los campos de cultivo, donde pueden morir de hambre o por el calor.
Al rescate
El Departamento de Fauna de Sind ha hecho una campaña de difusión entre las comunidades locales para que llamen a una línea directa si encuentran un delfín atrapado en un estanque o una acequia. Adnan Hamid Khan, viceconservador del Departamento de Fauna de Sind en Sukkur ha participado en varios rescates, el más destacado en diciembre de 2019.
Una cría de delfín había salido del río y se había quedado varada en un campo de Faiz Ganj Wah, a casi 200 kilómetros de Sukkur. Hamid Khan y su equipo metieron al animal en su coche y lo rociaron con agua para mantenerlo hidratado mientras viajaban a toda velocidad para devolverlo al río. Aunque el rescate fue un éxito, se ignora si el animal sobrevivió.
El proceso de rescate no es sencillo. Estos mamíferos son muy sensibles a los ruidos fuertes y la presencia humana y pueden sufrir problemas de salud —como hipertensión— cuando los evacúan.
Es más, Hamid Khan explica que, ante la falta de financiación y materiales anticuados, el pequeño equipo de rescate se ve obligado a buscar soluciones creativas para salvar a los delfines, lo que a menudo se traduce en invertir recursos propios.
«En la conservación de fauna silvestre, los problemas surgen muy de repente. Tienes que darles un alivio inmediato y tomar una decisión sobre cómo resolver las cosas en el momento», afirma.
Lo que les falta en recursos, lo compensan con dedicación.
Nazir Mirani, hijo de un pescador, lleva 30 años colaborando con el departamento; en las manos tiene marcas de mordiscos de rescates pasados. Mirani es la tercera generación de su familia que ayuda a conservar a los delfines y ofrece a la agencia los consejos y la sabiduría que ha obtenido tras años de experiencia en el agua.
«Durante generaciones, hemos vivido cerca del río y navegando en barco. Pescamos y cuidamos del delfín», afirma Mirani, que contempla el río a la sombra de un árbol. «En el pasado, algunas personas comían el delfín. Mi padre les dijo: “No os lo comáis, es un animal inocente y la belleza del río”».
En busca de soluciones
Gran parte de la vida del delfín del Indo sigue siendo un misterio, como qué les ocurre a los delfines rescatados cuando los liberan en el río. Por ejemplo, ¿encuentran las crías a sus madres?
WWF ha propuesto colocar rastreadores por satélite a los delfines para seguir sus movimientos, recopilar información sobre su biología e informar las iniciativas de conservación. «Hay que etiquetar a cada animal rescatado. Y tenemos que saber cuántos delfines están muriendo», afirma Uzma Khan.
Otra tecnología que ayudaría a conservar a los delfines sería colocar emisores de ultrasonidos cerca de las bocas de las acequias. Los dispositivos emiten un sonido inaudible para los humanos, pero que disuaden a los delfines.
Este tipo de emisores se emplean para alejar a los delfines de las redes de pesca, «pero queremos probarlos cerca de las acequias para comprobar si impiden que los delfines entren», afirma Uzma Khan.
Para rescatadores como Mirani, salvar al delfín del Indo es una responsabilidad cívica. Recuerda al gavial, un cocodrilo que antes vivía en el Indo, pero que actualmente se encuentra extinto a nivel local. No quiere que el delfín corra la misma suerte.
Si ocurriera eso, «¿qué verían nuestros hijos?», se pregunta.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.