¿Por qué no sabemos exactamente cuántos leones viven en África?

Contar leones es muy complicado. Según los científicos, un nuevo método promete más precisión y detalle.

Por Douglas Main
fotografías de Alexander Braczkowski
Publicado 8 sept 2020, 11:39 CEST
Una leona descansa en un árbol

Una leona descansa en un árbol en el parque nacional de la Reina Isabel, en Uganda. Las poblaciones de leones están mermando rápidamente, por eso los investigadores insisten en la importancia de contar con estimaciones de poblaciones claras y precisas para guiar las iniciativas de conservación.

Fotografía de Alexander Braczkowski

Las poblaciones de leones han sufrido un descenso estremecedor, no hay quien lo niegue. En los últimos 120 años han desaparecido de más del 90 por ciento de su área de distribución histórica en África. Y solo en el último cuarto de siglo, su población ha quedado reducida a casi la mitad de lo que era.

Pero ¿cuántos leones quedan en África exactamente? La respuesta es confusa. La estimación que más se cita es 20 000, pero muchos investigadores de leones no se sienten muy cómodos con esa cifra.

«Se basa en gran medida en suposiciones más que en la ciencia», afirma Nic Elliott, investigador de leones en la Universidad de Oxford. «No sabemos cuántos hay en África».

Leona en el parque nacional Reina Isabel

Investigadores y guardabosques colocan un collar de rastreo por satélite a una leona en el parque nacional Reina Isabel. Los collares proporcionan datos sobre los movimientos de los leones, que pueden ayudar a evitar conflictos con ganaderos. Dicha información también orienta la investigación sobre el recuento de las poblaciones.

Fotografía de Alexander Braczkowski
Un cachorro de león en un árbol

Un cachorro de león en un árbol del parque nacional Reina Isabel. A partir de 2017, mediante un método relativamente nuevo para contar leones llamado captura-recaptura espacialmente explícita (SECR, por sus siglas en inglés), los investigadores estimaron que había una población de 71 leones en la zona, inferior a los cálculos anteriores.

Fotografía de Alexander Braczkowski
Una leona observa a posibles presas

Una leona observa a posibles presas. Gracias al nivel de detalle que aporta el método SECR, los investigadores saben que los leones del parque, tanto machos como hembras, tienen que recorrer más distancia para encontrar comida, ya que su base de presas está agotándose.

Fotografía de Alexander Braczkowski

Cuesta contar a los leones porque tienen bajas densidades de población, son más activos por la noche, se camuflan con su entorno y a veces se esconden de los humanos, sobre todo en zonas donde la caza furtiva es habitual.

Sin embargo, contarlos con precisión es crucial. Para una conservación eficaz se necesitan estimaciones fiables de las poblaciones a lo largo del tiempo, ya que dichas cifras dan una idea del alcance, la urgencia y las ubicaciones geográficas del descenso de una especie y de cuáles podrían ser las causas.

Como señala Alexander Braczkowski, investigador del Resilient Conservation Laboratory de la Universidad Griffith en Queensland, Australia, hay que saber que existe un problema y cuál es antes de poder resolverlo.

En un estudio publicado en Frontiers in Ecology and Evolution, Elliot, Braczkowski y otros científicos sostienen que una técnica relativamente nueva podría detectar mejor las señales de alerta y estimar las poblaciones de leones con mayor precisión. El método de captura-recaptura espacialmente explícita (SECR, por sus siglas en inglés) ya se utiliza de forma rutinaria para contar otras especies de grandes felinos. Braczkowski explica que esta técnica emplea observaciones de campo para generar un panorama detallado del tamaño, la densidad y los patrones de movimiento estimados de una población. Asimismo, puede permitir a los científicos seguir las trayectorias de las poblaciones de leones con un nivel de detalle que no suele ser posible con métodos más antiguos.

Sin embargo, este método ha tardado en echar raíces entre los investigadores de leones. Requiere mucho más tiempo y solo funciona con poblaciones diferenciadas de leones que pueden fotografiarse, según argumentan los investigadores que lo critican.

Sin embargo, no utilizar el método SECR es una «oportunidad perdida», alegan Baczkowski, Elliot y sus colegas en el estudio. Los métodos más tradicionales «suelen producir tendencias falsas en la dinámica de las poblaciones de leones, que pueden... desorientar las inversiones en conservación».

Sonidos y huellas

En las décadas de 1970 y 1980, los investigadores solían atraer a los leones con cebos, les disparaban un dardo tranquilizante y los marcaban con un hierro candente que indicaba que los habían contado para poder rastrearlos en el futuro.

«Esta técnica sigue siendo una de las mejores para vigilar un área relativamente limitada, pero hoy en día suele estar mal vista», afirma Paul Funston, que dirige la investigación de leones para Panthera, una organización internacional de conservación de felinos silvestres.

Actualmente, lo más habitual son recuentos mediante reproducción de sonidos y recuentos de huellas. La primera consiste en adentrarse en el territorio y emitir una serie de llamadas de socorro de una especie presa —como un búfalo cafre— por un altavoz y anotar cuántos leones aparecen. La segunda consiste en contar las huellas de leones en un conjunto de transectos.

Ambas son técnicas baratas que pueden aplicarse a una zona amplia, pero son «muy imprecisas», señala Andrew Loveridge, experto en leones de la Wildlife Conservation Research Unit de Oxford.

«Ambos métodos poseen graves deficiencias metodológicas y, estadísticamente, son bastante débiles», afirma Elliot. Puede contarse a los leones dos veces y hay que hacer suposiciones, como la distancia que recorre el sonido y las probabilidades de que los leones respondan, o cuántos leones se desplazan en su entorno.

En cambio, Frans Radloff, ecólogo de la Universidad de Tecnología de la Península del Cabo en Sudáfrica, defiende su uso en determinadas circunstancias, al igual que Funston. Radloff explica que, cuando se realizan correctamente en zonas donde se sabe que se encontrarán huellas de leones, por ejemplo, pueden proporcionar estimaciones razonables de la abundancia de los leones.

Reconocimiento individual

Elliot y Braczkowski sostienen que el método SECR es mejor porque es más preciso, menos propenso a infraestimar o sobrestimar y permite que los científicos construyan un panorama fluido y en evolución de una población.

Sin embargo, Braczkowski —que también es explorador de National Geographic— apunta que, para que funcione, los científicos necesitan una forma de reconocer a cada animal. Por ejemplo, en el caso de los tigres, cada uno tiene un patrón de rayas único, lo que permite que los investigadores los diferencien más rápidamente. Con los leones, los investigadores fotografían a cada individuo —ya sea desde un vehículo o con cámaras trampa— y estudian sus caras en busca de marcas distintivas.

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    León joven devora un antílope acuático

    Un león joven que devora un antílope acuático activa una cámara trampa remota. Sacando fotos en alta resolución de las caras de los leones, cada una con marcas únicas de los bigotes, los investigadores pueden construir una base de datos para identificar a cada león, algo crucial para que el método SECR funcione.

    Fotografía de Alexander Braczkowski

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      Cachorros de seis meses descansan en un árbol

      Unos cachorros de seis meses descansan en un árbol. Aunque los científicos no se han puesto de acuerdo en cuáles son los mejores métodos para contar leones, sí coinciden en una cosa: sus poblaciones están disminuyendo y no podemos permitirnos caer en la autocomplacencia.

      Fotografía de Alexander Braczkowski

      Una vez los investigadores crean un gran catálogo de imágenes etiquetadas por GPS con el paso del tiempo, la técnica SECR utiliza esta información para estimar matemáticamente la densidad de una población, la población total y otros parámetros.

      El método SECR se ha utilizado con éxito para contar leones en varias ocasiones. Por ejemplo, en 2017 y 2018, Braczkowski colaboró con Musta Nsubuga —un biólogo de la Wildlife Conservation Society— y otros biólogos para estimar las poblaciones de leones del Área de Conservación Reina Isabel, en Uganda. A lo largo de tres meses, recorrieron casi 8000 kilómetros en coche, fotografiando las caras de los leones.

      Con un registro científico de la ubicación de cada individuo a una hora específica, el método SECR les permitió determinar la población total: 71. La investigación, publicada este verano en Ecological Solutions and Evidence, también aporta nueva información sobre su área de distribución biogeográfica. Por ejemplo, ahora los machos vagan por un área cinco veces más grande que hace una década, probablemente porque necesitan recorrer más distancia para encontrar comida. Según Braczkowski, parece que la cantidad de presas ha descendido debido a la mayor presencia de trampas en la zona para cazar animales salvajes por su carne. Sostiene que es probable que no hubieran conocido esta información con técnicas más antiguas.

      Algunos investigadores afirman que las técnicas tradicionales son útiles si se gestionan de forma correcta y que las técnicas más nuevas no siempre son adecuadas. De hecho, el método SECR es más sencillo cuando pueden acercarse a cada animal con cámaras o fotografiarlos con cámaras trampa.

      «No es un tema en el que exista una solución única para todos los casos. Los leones no pueden contarse de la misma forma en toda África, ya que cada área es única», afirma Radloff. «La única forma de obtener una estimación de la población restante de leones en África es utilizar todas las técnicas [científicamente válidas]».

      Respecto a la población total de leones, los investigadores están de acuerdo en que un recuento preciso de los leones es menos importante que saber si las poblaciones de leones están aumentando o descendiendo. Y nadie cree que estén aumentando. «Respecto a tu pregunta sobre cuántos leones quedan en África, solo puedo concluir que no hay suficientes», afirma Radloff.

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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