Un parásito que controla la mente vuelve a los cachorros de hiena más imprudentes cerca de los leones
El parásito que causa la toxoplasmosis podría desempeñar un papel más importante del que pensábamos en el comportamiento de los animales, según un estudio pionero en Kenia.
Un cachorro de hiena manchada lame a su madre en la reserva nacional de Masái Mara, en Kenia.
De adultas, son las depredadoras de más éxito de África. Pero cuando son cachorros, las hienas manchadas son el aperitivo favorito de los leones. Por ese motivo, los cachorros de hiena suelen mantenerse alejados de los grandes felinos y pasan la mayor parte del tiempo cerca de las guaridas de sus padres.
A no ser que las jóvenes hienas estén infectadas por el parásito Toxoplasma gondii. Esos cachorros desafortunados se acercan más a los leones y son cuatro veces más propensos que los cachorros sanos a que los maten los grandes felinos, según décadas de datos recopilados en la reserva nacional de Masái Mara, en Kenia.
«Me sorprendió ver la gran diferencia en cuánto se acercaban a los leones los cachorros infectados comparados con los no infectados», afirma Kay Holekamp, ecóloga del comportamiento en la Universidad Estatal de Míchigan y coautora de un nuevo estudio sobre el tema publicado en Nature Communications. «Siempre me sorprende cuando destaca algo que está tan claro».
En el primer estudio de su tipo en la reserva nacional de Masái Mara, en Kenia, los científicos descubrieron que los cachorros infectados por el parásito Toxoplasma gondii eran más propensos a acercarse a —y a ser matados por— los leones que aquellos no infectados.
El Toxoplasma es un parásito unicelular que infecta a al menos un tercio de la población humana mundial. Es famoso por su capacidad para manipular a sus hospedadores, como los ratones, para que actúen de forma imprudente cerca de los felinos, como los gatos domésticos. Pero esta es la primera vez que los científicos han documentado dichos efectos en grandes mamíferos salvajes.
La investigación también demuestra que el parásito, que en general no es mortal y puede infectar a una amplia gama de animales con una enfermedad llamada toxoplasmosis, desempeña un papel más importante de lo pensado en el comportamiento de los animales salvajes.
«Esta parásito no solo afecta a los gatos domésticos y a sus presas, los ratones, sino que es posible que sea un fenómeno mucho más extendido», afirma Holekamp, que ha estudiado a las hienas desde 1988.
El juego del gato y la hiena
El parásito Toxoplasma puede infectar a muchas especies hospedadoras, como roedores, aves y otras presas, si ingieren carne o heces contaminadas. Pero el parásito solo puede reproducirse sexualmente en los intestinos de los felinos. Eso puede resultar difícil; al fin y al cabo, ¿por qué se acercaría una presa a un depredador?
A lo largo de millones de años de evolución, este pariente lejano de la malaria ha adquirido un truco muy útil: los roedores con toxoplasmosis encuentran el olor de la orina de los felinos muy atractivo y eso puede hacer que se acerquen a un felino hambriento.
«Esto tiene el beneficio de no solo mezclar el genoma del parásito, sino que también conduce a la producción de esporas ambientalmente estables que pueden infectar a muchos más hospedadores», explica por correo electrónico Zach Laubach, coautor del estudio e investigador posdoctoral de la Universidad de Colorado en Boulder.
Como el parásito se reproduce en los intestinos de los leones y se sabe que las hienas son portadoras del Toxoplasma, Laubach y Holekamp querían saber si el parásito hacía que las hienas se comportaran de forma distinta.
Los investigadores recurrieron al Mara Hyena Project, que durante décadas ha registrado los datos de ubicación de cada hiena —incluida su proximidad a otros animales—, así como la edad, sexo y muestras de sangre de los cachorros, que deberían mostrar si han sido infectados por el Toxoplasma, que causa una infección de por vida.
Su análisis reveló que un tercio de los cachorros estudiados se habían expuesto al Toxoplasma, así como un 71 por ciento de los juveniles y un 80 por ciento de los adultos.
Aunque los cachorros no infectados permanecían a una distancia media de 91 metros de los leones, los cachorros con anticuerpos contra el Toxoplasma en la sangre se habían acercado a una media de 43 metros de los depredadores, una proximidad peligrosa. Estas diferencias desaparecían una vez los cachorros cumplían un año, quizá porque los supervivientes aprendían a no acercarse demasiado a los felinos.
Según Holekamp y Laubach, una de las limitaciones del estudio es que se desconoce si los cachorros de hiena también eran más incautos cerca de otros depredadores, felinos o de otro tipo, una cuestión que ya están investigando.
«Lo cambia todo»
Este estudio «lo cambia todo», afirma Stefanie Johnson, investigadora de la Universidad de Colorado que estudia cómo afecta el Toxoplasma a las personas y que no participó en la investigación sobre las hienas. «Confirma que el Toxoplasma tiene efectos muy fuertes en el comportamiento de los mamíferos», posiblemente nosotros incluidos.
La mayoría de las personas que padecen toxoplasmosis tienen fiebre leve y se recuperan enseguida, aunque el parásito puede causar defectos congénitos graves en fetos, por eso se insta a las personas embarazadas a que limpien las cajas de sus gatos. Algo que también es intrigante son las pruebas controvertidas de que la enfermedad puede hacer que la gente corra más riesgos, como conducir de manera más peligrosa o abrir un negocio.
Johnson es una de las que cree que estos efectos forman parte de un gran conjunto de cambios que el Toxoplasma utiliza para controlar a sus hospedadores y que el parásito podría influir en cómo actúa la gente de formas que aún no conocemos.
«Es un parásito que la gente considera bastante benigno, sobre todo en humanos», dice Johnson. «Pero cuando ves algunos de estos efectos, el Toxoplasma podría tener repercusiones bastante grandes en el comportamiento humano, incluso al nivel de la sociedad».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.