Cómo los vídeos falsos de rescates de animales se han convertido en una nueva frontera para el maltrato animal
National Geographic descubre que los animales sufren y son explotados en estos vídeos de YouTube. Esto es lo que se ha hecho meses después de que la plataforma prometiera tomar medidas rápidas.
YouTube está plagado de montajes donde los animales se atacan, pese a una política que prohíbe el maltrato y el contenido que explota a los animales. Especies como esta pitón de Birmania, a la que vemos en una fotografía de estudio, suelen presentarse como depredadoras, pero a veces también como presas.
Mark Auliya no tiene ningún problema con que las serpientes ataquen a otros animales. Al fin y al cabo, los carnívoros tienen que comer. Pero el mes pasado, cuando estaba viendo vídeos de YouTube en su casa, en Bonn, Alemania, el experto en reptiles se quitó las gafas con un gesto de asco. «Esto es muy desagradable», dijo.
En la pantalla de Auliya, una pitón de Birmania, una constrictora que normalmente mata aves y pequeños mamíferos, había atrapado a un gibón. El primate, aterrado, luchaba por su vida mientras la serpiente, envuelta alrededor de su torso, empezaba a apretarlo. El gibón pronto dejó de moverse. Entonces, apareció un hombre con una camiseta de fútbol azul y pantalones vaqueros. Desenroscó rápidamente a la pitón, liberando al gibón, y se llevó a la serpiente fuera de la pantalla. El gibón traumatizado se acobardó, tapándose la cabeza.
«Es tan obvio que es falso, pero la gente se lo cree», afirma Auliya, herpetólogo del Museo de Investigación Zoológica Alexander Koenig. El vídeo parecía sugerir que el rescatador había llegado justo a tiempo para salvar al gibón. Pero las pitones muerden a los animales primero para anclar su constricción, algo que no ocurrió en el vídeo del gibón, dice Auliya. Las pitones también son cazadoras nocturnas, pero este vídeo y muchos similares se grabaron durante el día.
Para Auliya, los únicos elementos que parecían reales eran el maltrato a los animales forzados a estar en estas situaciones y el estrés que debían de haberles causado.
Hace varios años, grupos de bienestar animal empezaron a ver que los vídeos de rescates de animales falsos estaban proliferando en YouTube. Todos son variaciones de un tema: un águila ataca a una serpiente, un cocodrilo ataca a un pato, serpientes atacan a gatos, perros, lagartos. En cada caso, los ataques eran frustrados por salvadores humanos que, de forma oportuna, se topaban con ellos o escuchaban los gritos de los animales a tiempo para impedir la matanza.
Crear estos vídeos causa estrés, lesiones y probablemente incluso la muerte para los animales implicados, señala Anne-Lise Chaber, veterinaria de animales salvajes y especialista de One Health en la Universidad de Adelaida, Australia. Además, los rescates de animales falsos propagan ideas erróneas sobre las especies e inspiran copias, dice Chaber, que ha estudiado cómo YouTube normaliza el comercio de mascotas exóticas y las interacciones entre humanos y animales salvajes. Es natural que los animales depreden en estado salvaje, sin intervención humana, pero los vídeos engañan a los espectadores sobre los comportamientos naturales de los animales, demonizando a depredadores como serpientes y aves rapaces.
También desvían la atención de los problemas reales sobre el bienestar y la conservación de los animales, afirma Daniel Natusch, biólogo de conservación de la Universidad Macquarie en Sídney, Australia, y miembro de varios grupos de especialistas en reptiles de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. La UICN establece la categoría de conservación de los animales salvajes. A menudo, los vídeos tienen títulos con expresiones del tipo «hombre primitivo salva serpiente», lo que fomenta «la intolerancia racial y la incomprensión».
¿Por qué la gente coloca a animales cautivos en situaciones peligrosas o perjudiciales? Para conseguir tantos clics como sea posible y, probablemente, para ganar dinero. Al subir algo que tenga millones de visualizaciones en redes sociales, algunos podrían ganar miles de dólares, según Jason Urgo, consejero delegado de Social Blade, una empresa que rastrea estadísticas de redes sociales. Cualquiera puede crear un canal de YouTube y subir vídeos. Pero para empezar a beneficiarse de uno de los programas de anuncios de esta plataforma propiedad de Google, los dueños del canal necesitan mil suscriptores y 4000 horas de audiencia a lo largo de los 12 meses anteriores.
Desde que se subió el primer vídeo a YouTube en 2005, la plataforma ha crecido de forma exponencial y, con ella, las críticas de que no hace lo suficiente para impedir el contenido considerado dañino para el bien público, como los bulos engañosos, el discurso de odio y la crueldad contra los animales, entre otras cosas.
Sus normas de la comunidad prohíben «todo contenido violento o gráfico destinado a causar impacto o desagrado en los usuarios» y la empresa afirma que ha contratado a 10 000 personas y que emplea el aprendizaje automático para moderar las 500 horas de vídeo subidas cada minuto a la plataforma. Entre enero y marzo de 2021, YouTube dice que retiró más de nueve millones de vídeos por incumplir sus normas de la comunidad.
Con todo, el proceso de revisión es engorroso, lento e incoherente, según han contado moderadores actuales y antiguos a The Washington Post. Para intentar acelerar las cosas, YouTube ha creado herramientas como su programa para Informadores de Confianza, un vía para que organismos públicos y ONG, entre otros, pueden ayudar en la moderación. Los informadores no pueden retirar vídeos, pero «nuestros equipos de revisión dan prioridad a las denuncias de los participantes», dicen las políticas de YouTube.
En uno de los cientos de rescates de animales falsos subidos a YouTube, una pitón de Birmania rodea el cuerpo de un gibón hasta que una persona los «descubre» y salva al primate.
Esperando un remedio
En marzo de 2021, YouTube anunció que tomaría medidas en las próximas semanas para prohibir los vídeos de falsos rescates de animales. Desde entonces, se han subido más de cien y quedan cientos de ellos, según la labor de rastreo de Lady Freethinker, una organización sin ánimo de lucro de bienestar animal con sede en California.
Lady Freethinker solicitó unirse al programa para informadores de YouTube en abril de 2021. Pero días después, YouTube les informó de que no estaba «incorporando activamente informadores con la experiencia en las áreas de políticas relevantes de su organización en este momento», cuenta Nina Jackel, fundadora y presidenta de Lady Freethinker.
YouTube no respondió a las preguntas acerca de esa decisión y rechazó las peticiones de entrevista de National Geographic. «Tenemos un equipo de políticas que revisa y actualiza nuestras políticas de forma continua, y las mantiene al día», declaró la compañía en un comunicado.
El canal del vídeo con la pitón y el gibón, que tiene 83 000 suscriptores, publicó nueve vídeos de «rescates» dudosos en mayo. Una publicación en otro canal que alega presentar una «lucha real» entre un cerdo y una pitón ha tenido más de seis millones de clics desde que se publicó en marzo de 2020; casi un millón de ellos habían sido solo en mayo. (YouTube desactivó los canales en junio después de que National Geographic contactara con la empresa para solicitar una entrevista y compartió una lista de vídeos con supuestos rescates de animales).
“En general, si eres un fotógrafo o un documentalista de fauna silvestre, tardas innumerables horas, días, meses o incluso años en conseguir las imágenes de forma ética para contar la historia de una especie en estado salvaje.”
Tim Kasser, profesor emérito de psicología en Knox College, en Illinois, Estados Unidos, que ha estudiado el capitalismo de consumo y los valores de los consumidores, afirma que los vídeos apelan a dos tipos de personas: aquellas atraídas por las escenas enternecedoras de animales adorables siendo salvados y aquellas que disfrutan viendo animales peleando y estresados.
Puede que los vídeos tengan muchas visualizaciones, pero no parecen dar pie a muchos comentarios. «Un trabajo muy arriesgado y valiente», escribió un comentarista en el vídeo del cerdo y la pitón; sus me gusta superaban a los no me gusta por 27 000 a 4000.
«Fantástico», era otra reacción acompañada de seis emojis de corazones y besos. (National Geographic no comparte los nombres de los canales ni enlaza ninguno de los vídeos para evitar llevarles tráfico.)
Señales reveladoras
Los vídeos de rescates siguen la misma fórmula. Normalmente duran unos cinco minutos y presentan al animal atacante y a una víctima en un agujero embarrado rodeado de vegetación. La lucha de los animales se yuxtapone a un rescatador humano que se acerca, a menudo con una banda sonora de música instrumental o electrónica para aumentar el dramatismo. También hay un periodo largo hasta el encuentro, quizá para imitar al estilo de los documentales de naturaleza, dice DJ Schubert, biólogo de fauna del Animal Welfare Institute, con sede en Washington D.C.
Schubert afirma que los ángulos dramáticos y variados y el gran volumen de vídeos son señales de que son montajes. «En general, si eres un fotógrafo o un documentalista de fauna silvestre, tardas innumerables horas, días, meses o incluso años en conseguir las imágenes de forma ética para contar la historia de una especie en estado salvaje», afirma.
Brent Stirton, fotógrafo de National Geographic que documenta la fauna silvestre, afirma que es muy difícil conseguir escenas reales de conflictos entre animales. «A no ser que te hayas llevado a tu mascota a las profundidades de los Everglades de Florida y camines por territorio de caimanes o pasees deliberadamente con tu mascota bajo una pitón, sería muy raro», afirma. Las situaciones artificiosas no se limitan a YouTube. A veces ocurre en documentales o programas de naturaleza, señala. «En los peores casos, pides financiación y les quitas el dinero a personas que optan por el camino largo para obtener estas imágenes, que consiste en seguir a los animales y no traumatizarlos».
Aquello que para científicos y expertos en animales señala que un vídeo es falso puede no ser obvio para muchos espectadores.
Algunos animales pueden tener heridas identificables antes de las escenas de conflicto, lo que sugiere que han sido sometidos a varias tomas. Las aves rapaces pueden parecer enfermas y tener las alas recortadas para impedir que huyan volando, lo que indica que son animales cautivos. Las serpientes empleadas en varios vídeos pueden reconocerse por sus marcas faciales y sus heridas, según investigadores de animales que revisaron una muestra de casi una docena de vídeos para National Geographic.
Asimismo, si el depredador no intenta escapar del humano o las escenas están grabadas en un lugar donde uno o ambos animales no se observarían en estado salvaje —como una especie de bosques húmedos filmada en un campo seco y abierto, por ejemplo— estas son señales de que algo está mal, indica Neil D’Cruze, herpetólogo y director de investigación de fauna para el grupo World Animal Protection.
Imagen de un vídeo de YouTube en el que aparece un falso rescate de un animal.
A veces se reutilizan los mismos animales salvajes en varios vídeos. Aquí aparece la misma serpiente como depredadora en dos vídeos de rescates distintos publicados en YouTube. Tiene puntos distintivos en el lateral de la cara y manchas oscuras junto a la boca, señala Neil D’Cruze, herpetólogo y director global de investigación de fauna para el grupo World Animal Protection.
Serpientes maltratadas
La ciencia sugiere que las serpientes sienten «ansiedad, angustia, emoción, miedo, frustración, dolor, estrés y sufrimiento», afirma D’Cruze, que ha estudiado las investigaciones científicas sobre la sensibilidad de los reptiles. «Esto tiene consecuencias reales para el trato de los reptiles».
En los vídeos, a menudo las serpientes son las depredadoras que aparentemente atacan a animales adorables. Resulta muy estresante que las serpientes sean manipuladas y colocadas en estos espacios cerrados con otros animales y los humanos que las manipulan, dice D’Cruze. Las serpientes no pueden ser adiestradas, así que estas escenas tienen que grabarse varias veces, con consecuencias desconocidas para su bienestar, dice.
Auliya dice que cuando analizó el vídeo de la pitón y el gibón, fue más fácil observar lo malo que fue para la serpiente. El animal estaba demasiado débil para atacar a un animal tan grande como un gibón, dice. En realidad, intentó escapar cuando el simio gritó, la mordió y le golpeó la cabeza contra el suelo. Los ángulos de la cámara y las varias tomas mezcladas hacen que sea casi indistinguible. El estrés de que te coloquen en esta situación, tanto para la serpiente como para el gibón, es muy real, dice Auliya.
“Denunciamos 10 vídeos de falsos rescates de animales aleatorios, cada uno de un canal diferente, el 11 de mayo de 2021 utilizando el sistema de denuncia de YouTube. Los 10 vídeos seguían disponibles a mediados de junio.”
Las señales de daño físico obvio en serpientes pueden resultar evidentes. En un vídeo, una serpiente tenía un corte ensangrentado sobre el hocico antes de atacar a un lagarto. En otro que presentaba a una serpiente que supuestamente se enfrentaba a un perro, la serpiente parece estar casi muerta; la desenrollan con demasiada facilidad y después de separarla simplemente yace inmóvil. «Una pitón viva no se quedaría tirada así», dice Auliya; más bien, el reptil volvería a atacar de inmediato a su presa. Además, las serpientes de estos vídeos a menudo tienen cicatrices en los hocicos, donde las escamas se han borrado, una herida que suele deberse a que las serpientes cautivas golpean de forma obsesiva las barras de su jaula.
Como dice Jackel, de Lady Freethinker, lo que no se muestra en el corte final de estos vídeos es que los animales explotados podrían estar heridos de gravedad o incluso morir.
Rastrear vídeos de animales falsos
Cada vez que ves un vídeo, YouTube te ve, o más bien sus algoritmos toman nota de las decisiones que tomas. Cuando vi un vídeo de animales mientras escribía este reportaje, YouTube me propuso otro inmediatamente después, con anuncios de grandes empresas entre medias. (Los canales en los que aparecieron estos anuncios fueron desactivados después de que National Geographic denunciara las URL a YouTube.)
Lady Freethinker realizó una investigación de tres meses sobre YouTube el año pasado. El equipo de investigación del grupo empezó buscando palabras clave habituales como «peleas de perros» o «peleas de gallos» y «tortura de monos». A continuación, el algoritmo de YouTube reprodujo contenido similar después de que los investigadores vieran los vídeos que aparecían. Finalmente, los investigadores identificaron más de 2000 vídeos en los que, según Lady Freethinker, los animales eran dañados deliberadamente. Entre ellos había vídeos de falsos rescates que, en total, tenían más de 40 millones de visualizaciones.
Cuando periodistas del periódico The Guardian y de otros medios que escribieron acerca de la investigación de Lady Freethinker enviaron a YouTube las URL de los vídeos problemáticos, todos fueron retirados, dice Jackel. Pero añade que eso no siempre ocurre.
«A modo de prueba, denunciamos 10 vídeos de falsos rescates de animales aleatorios, cada uno de un canal diferente, el 11 de mayo de 2021 utilizando el sistema de denuncia de YouTube. Los 10 vídeos seguían disponibles a mediados de junio», cuenta.
Cuando contactamos con YouTube para este artículo, la empresa retiró nueve de los 10 vídeos denunciados y desactivó varios de los canales, entre ellos tres que figuraban en la lista de Lady Freethinker. «Nuestra política de contenido violento o gráfico prohíbe contenido que presente sufrimiento innecesario o daños a los animales, y de acuerdo con esta política eliminamos los tres canales denunciados por National Geographic», declaró YouTube en un comunicado el 21 de junio de 2021.
«Hacia finales de este mes, ampliaremos nuestra política de contenido violento o gráfico para que prohíba más explícitamente el contenido en el que se muestre sufrimiento físico deliberado o daño a los animales», declaró YouTube en el comunicado. La empresa no indicó cómo lo haría ni si anunciaría la nueva política de manera formal.
El día antes de que esta historia se publicara, YouTube avisó a National Geographic de que iba a adoptar una nueva política el 30 de junio para facilitar la retirada de contenido de rescates de animales «que fuera un montaje y que coloque al animal en situaciones perjudiciales». Desde entonces, no ha habido novedades al respecto y no se nos proporcionaron más detalles sobre cómo ni cuándo harían esto.
Mientras tanto, aún se publican vídeos de falsos rescates de animales.
Otro estudio de La Fundación Mozilla, publicado por New York Post en julio, realizó una investigación de 10 meses y encontró que el 71 por ciento de todos los videos marcados como perturbadores fueron recomendados por el algoritmo de YouTube.
Este problema deriva de que no existe un revisado previo de los vídeos, sino que se revisan tras la solicitud de quienes los ven. “El proceso de revisión en YouTube es extenso y complicado”, reconoce Lucía Andaluz, profesora de Comunicación en la Universidad Europea, en declaraciones a El País. “El contenido no es retirado de forma automática, sino que pasa por un procedimiento de revisión, donde se comprueba si infringe las normas de la comunidad. En caso positivo, se procede a retirarlo”.
Según este medio, el jefe de Campañas de World Animal Protection, Nick Stewart, creó un informe para analizar el problema que, entre septiembre de 2018 y julio de 2021, identificó más de 240 videos en 160 canales, que en total contaban con unas 180 millones de visitas.
Las águilas son unos de los animales en vídeos de rescates falsos que a menudo son representadas como atacantes. Los vídeos demonizan a los carnívoros que en estado salvaje matan presas para sobrevivir.
¿Quién crea los vídeos?
La mayoría de los vídeos subidos en varios canales parecen haberse grabado en el Sudeste Asiático, probablemente en Camboya, según Jackel y otros investigadores de animales. En los vídeos se suele hablar jemer, idioma principal de Camboya, las serpientes son especies autóctonas de la región y la vegetación parece la propia de la zona, dicen.
En las zonas rurales de Camboya, donde vive el 90 por ciento de las personas más pobres del país, escasean los puestos de trabajo. Asimismo, el turismo, la fabricación y la construcción —que representan el 40 por ciento de los empleos— se han visto afectados drásticamente durante la pandemia.
«Muchas personas en lugares como Camboya y Vietnam tienen reptiles como mascotas o los crían por su carne o para otros fines, como hacemos nosotros con las gallinas», afirma Natusch, que revisó algunos de los vídeos para National Geographic. «Parece que estos animales se mantienen en jaulas la mayor parte del tiempo en la aldea local».
Bellingcat, una página web de investigación de código abierto, examinó más de una docena de vídeos en uno de los canales de rescates de animales falsos más prolíficos para National Geographic. El grupo buscó pistas ambientales para identificar las ubicaciones probables donde se graban los vídeos.
Foeke Postma, un investigador de Bellingcat, dice que sospecha que, «basándome en algunos de los detalles en los vídeos y las cordilleras montañosas», se grabaron cerca de Tuk Meas Khang Lech, una zona rural en la parte meridional de Camboya. Pero no pudo determinar dónde. «La naturaleza rural de estos vídeos dificulta rastrearlos o encontrar sus ubicaciones exactas», dice.
Jackel dice que el lugar donde se grabaron estos vídeos es importante para las personas que tratan de detener esta explotación. «Es la única forma de que las fuerzas policiales locales puedan hacer algo al respecto». También es importante descubrir de quiénes son estos canales que suben los vídeos, dice. Hay personas que reciben pagos de Google si los canales se monetizan y que podrían conseguir algo de fama gracias a los vídeos. «Obviamente, las personas quieren atención y eso puede ser un atractivo muy potente», dice Jackel. «Aunque no se beneficien de ello, aún hay peligro. Puedes ser popular en YouTube si torturas animales».
Es improbable que los dueños de dichos canales vivan en Camboya, que no está clasificado como país apto para los acuerdos de publicidad de YouTube.
Solo Google y el dueño de la cuenta de YouTube saben en qué país está registrado para el pago y los impuestos, dice Urgo, de Social Blade. La página de «acerca de», que es visible en cada canal, puede no reflejar dónde se graban los vídeos: alguien que registra un canal en Estados Unidos puede subir vídeos desde cualquier parte.
YouTube declaró en un comunicado que el canal revisado por Bellingcat no había sido monetizado.
Qué se puede hacer para ayudar
La responsabilidad de denunciar vídeos problemáticos no debería ser de los espectadores, señala Jackel. «YouTube tiene la obligación de garantizar que su plataforma no fomenta la crueldad animal y que se elimina el contenido abusivo».
Con todo, los espectadores deberían denunciar vídeos que consideren crueles y falsos en YouTube y no deberían compartirlos, dice. Para denunciar un vídeo, el usuario solo tiene que hacer clic en «denunciar» en la esquina inferior derecha del vídeo, seleccionar que es «contenido violento o desagradable» y elegir la opción de «abuso de animales».
Presionar a los anunciantes también puede ayudar, según Jackel y otros expertos. Grandes marcas como PepsiCo, Walmart y Starbucks retiraron sus anuncios de YouTube en 2017 cuando el Wall Street Journal descubrió que se reproducían en vídeos que fomentaban el discurso de odio. Los boicots hicieron que YouTube anunciara su intención de aumentar la vigilancia. La plataforma actualizó sus políticas de discurso de odio y acoso en 2019, prohibiendo los vídeos que aleguen que un grupo es superior a otros para justificar la discriminación.
Administrar el contenido problemático es probablemente una «guerra que nunca se acaba» para YouTube, dice Schubert, del Animal Welfare Institute. Pero es la responsabilidad de las empresas de redes sociales desarrollar algoritmos que apliquen sus propias normas y contratar a suficientes empleados para que supervisen los vídeos de maltrato de animales y los retiren cuanto antes.
YouTube podría emplear programas que escaneen y reconozcan a especies amenazadas o en peligro de extinción en vídeos de animales y creen notificaciones automáticas sobre el nivel de peligro que corre el animal, con información contextual sobre la explotación de los animales, dice Chaber. Los espectadores deberían ver las notificaciones antes de poder ver los vídeos, dice. La plataforma ya adoptado medidas similares con vídeos sobre bulos.
Cuando los usuarios buscan en YouTube temas que son propensos a la desinformación, aparecen paneles de advertencia o educativos. Si un usuario busca «coronavirus», por ejemplo, aparece un panel informativo que dice «más información» con enlaces a las páginas oficiales del gobierno de cada país; en el caso de Estados Unidos son los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, por ejemplo. Este cuadro también es visible en la parte inferior de cada vídeo de la lista de resultados. Podría hacerse algo parecido con vídeos de animales, dice Chaber.
Pero no todo el mundo está de acuerdo en que los avisos ayuden. Jackel dice que desconfía del uso de este tipo de intervención para rescates de animales falsos, porque podría añadir una capa de novedad para compartirlos o visualizarlos. También se centra en decir que estos vídeos son engañosos, no que maltratan animales, dice.
«El problema más apremiante es la violencia contra los animales, que nunca debería estar permitida como “entretenimiento”, independientemente de cómo la llamen», afirma Jackel. Retirar los vídeos de inmediato debería ser la máxima prioridad. «Los vídeos que fomentan la crueldad contra los animales no tienen cabida en YouTube, y punto».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.