Las vaquitas marinas aún podrían recuperarse si se acaba con la pesca ilegal
Estos mamíferos marinos, en peligro crítico de extinción, tienen suficiente diversidad genética para recuperarse si los pescadores cumplen con el improbable objetivo de cambiar a métodos más sostenibles.
Vista de un mural que representa una vaquita marina y su cría en el centro de San Felipe, en el estado mexicano de Baja California.
Las vaquitas se encuentran entre los animales más amenazados del planeta, ya que sólo quedan 10 ejemplares vivos. Emparentados con las marsopas, estos mamíferos miden un metro y medio de largo. Es decir, son lo suficientemente pequeños como para verse amenazados por los pescadores que utilizan redes de enmalle en el norte del Golfo de California, en México, el único lugar del mundo donde se encuentran. Estas enormes redes de tejido fino se utilizan para capturar camarones y peces, pero con demasiada frecuencia también enredan a las vaquitas.
Al quedar tan pocas vaquitas, a muchos investigadores les preocupa que la población no pueda recuperarse genéticamente, incluso si se detiene la pesca con redes de enmalle, que es ilegal en la zona donde todavía hay vaquitas. Sin embargo, un estudio publicado el 5 de mayo en la revista Science contiene algunas noticias positivas: sugiere que la diversidad genética de la especie ha sido durante mucho tiempo bastante baja y que, por tanto, las vaquitas pueden ser menos vulnerables a la endogamia que muchas otras especies.
Utilizando un modelo para explorar la probabilidad de que la población sobreviva en diferentes condiciones, los investigadores muestran que en escenarios en los que no mueren más vaquitas en las redes, sólo hay un seis por ciento de posibilidades de que se extingan. Pero evitar que mueran más vaquitas es urgente. Esta parte de la historia es, por desgracia, menos alentadora.
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Una vaquita capturada en una red de enmalle ilegal en el norte del Golfo de California, México.
"Es un estudio realmente emocionante", dice Barbara Taylor, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU., una de las autoras, "porque da a los científicos nuevas herramientas para preguntarse si esta especie está realmente condenada a la extinción debido a la genética, o si deberíamos preocuparnos por otras cosas."
"Toda la conservación consiste en cambiar el comportamiento humano", añade. "Si eso tiene un coste económico, y la gente puede utilizar la excusa de que está condenada de todos modos, eso será un obstáculo para la acción".
Cambiando de marcha
En la actualidad, las vaquitas sólo viven en un área muy pequeña, de unos 24 kilómetros de largo y 12 kilómetros de ancho, en el extremo norte del Golfo de California, dice Taylor, que estudió la región en 2019 y 2021. Las redes de enmalle son ilegales desde hace mucho tiempo, pero las prohibiciones no se hacen cumplir, dice.
"La gente seguía calando y recuperando sus redes de enmalle, y nadie hacía ningún intento por ocultarlo". La única forma legal de capturar gamba azul desde pequeñas embarcaciones en este momento es utilizando pequeños arrastreros en lugar de redes de enmalle, pero Taylor dice que no se observó ningún arte de pesca de este tipo en el norte del Golfo y que todas las gambas se seguían capturando con redes de enmalle. Al parecer, estas gambas se venden a los arrastreros de gambas industriales para poder seguir exportándolas, sobre todo a Estados Unidos.
Un esfuerzo anterior para convencer a los pescadores locales de que cambiaran a las artes de pesca seguras para la vaquita comenzó a ser prometedor hace unos 10 años, dice Taylor. "Todo eso se vino abajo cuando la gente empezó a pescar totoaba", un pez raro y de gran tamaño considerado en peligro de extinción en México y cuya captura es ilegal. Algunas personas en China creen que las vejigas natatorias de esta especie tienen beneficios medicinales, a pesar de la total falta de pruebas científicas. Pero los precios astronómicos que alcanzan las vejigas han provocado la participación del crimen organizado en las pesquerías regionales, lo que hace que el uso de redes de enmalle sea aún más difícil de controlar.
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Una foto de una vaquita marina nadando en esta foto sin fecha proporcionada por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. En 2018, un juez ordenó al gobierno de Estados Unidos que prohibiera la importación de mariscos capturados por las pesquerías mexicanas que utilizan una red a la que se acusa de haber matado a la vaquita.
Como resultado, la población de vaquitas marinas se ha reducido a unos 10 individuos, frente a los 600 que había en 1997. Para comprender mejor la diversidad genética de las vaquitas restantes, un equipo internacional de investigadores decidió secuenciar el genoma completo de 20 animales de los que se recogieron muestras de tejido corporal entre 1985 y 2017. Al igual que los humanos, las vaquitas tienen dos versiones de la mayoría de los genes, una heredada de cada uno de sus padres. Al observar la frecuencia con la que las dos versiones eran idénticas en los animales muestreados en diferentes años, los científicos pudieron estimar cómo ha cambiado la diversidad genética, y cuánto de ella permanece.
El análisis sugiere que las vaquitas han sido raras durante mucho tiempo. El estudio estima que el tamaño de su población ya había descendido por debajo de los 3000 individuos hace más de 25 000 años. Esto significa que la diversidad genética ha sido relativamente baja durante mucho tiempo, dice Jacqueline Robinson, de la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos), una de las autoras principales del estudio, y los datos no indican que haya disminuido drásticamente en las últimas tres décadas. Pero, ¿es eso realmente alentador?
Modelización de la extinción
El hecho de que la población de la vaquita sea baja desde hace mucho tiempo es, de hecho, una buena noticia, argumenta Robinson. Con el tiempo, muchas de las variantes de peor rendimiento de los genes importantes probablemente se han perdido cuando los individuos que terminaron con dos copias de ellos murieron temprano o no tuvieron descendencia.
"Si una población mucho más grande se hubiera reducido a 10 individuos en el mismo transcurso de tiempo", explica, "sus retos genéticos habrían sido más graves y su probabilidad de extinguirse mucho mayor".
Obviamente, nada de esto significa que las vaquitas estén libres de peligro. Utilizando el mismo modelo que les permitió estimar las cifras de la población en el pasado para predecir lo que podría ocurrir en el futuro, los investigadores calcularon la probabilidad de que la especie se extinguiera. Estas cifras son sólo aproximaciones, por supuesto, dice Christopher Kyriazis, de la Universidad de California en Los Ángeles, que dirigió la parte de modelización del estudio. Reflejan la frecuencia con la que se extingue la población en el modelo, que se ejecutó muchas veces.
En los escenarios en los que no mueren más vaquitas en las redes de pesca, la población sobrevive el 94% de las veces, lo que deja un 6% de probabilidades de que desaparezcan. Cuando la muerte por captura accidental se redujo en un 90 por ciento, el riesgo de extinción aumentó al 27 por ciento. Si las muertes se reducían sólo en un 80%, el riesgo de extinción ascendía a un asombroso 62%.
Pero reducir el número de muertes por capturas accidentales en un 90% significaría que sólo un animal moriría en una red aproximadamente cada 2,75 años, o cada 1,5 años para una reducción del 80%, dice Kyriazis. Para lograr incluso eso, será urgente impedir el uso de redes de enmalle en el hábitat de las vaquitas, algo que debería haberse hecho hace tiempo.
El mejor de los casos
¿Cómo se puede hacer esto?
"Tienen que ocurrir dos cosas a la vez", dice Taylor. "La primera tiene que ser: no pescar donde están las vaquitas, y luego, lo más rápido posible, una transición a nuevas artes. Se necesitará el apoyo gubernamental para que esto ocurra, y en México, eso no se ha producido hasta la fecha."
Prohibir la importación de gamba azul hasta que se erradique la pesca ilegal podría ser otra medida. "Hay algunas discusiones en curso con México sobre el acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, y creo que es realmente importante conseguir información honesta y genuina".
Funcionarios del Gobierno mexicano no respondieron a varios correos electrónicos solicitando comentarios a National Geographic.
Taylor subraya que no hay pruebas de que las vaquitas se estén recuperando, y que sería muy peligroso afirmar lo contrario. Pero Taylor sí cree que el nuevo estudio es una buena noticia, y que la especie aún podría salvarse.
"Hay otros ejemplos de poblaciones salvajes que se han recuperado desde números muy bajos. Los elefantes marinos del norte se reducían a unos 30 ejemplares y ahora superan los 300 000". Sin embargo, las predicciones del estudio para las vaquitas son más humildes, con un escenario de 300 individuos para 2070 en el mejor de los casos, si no murieran más animales como consecuencia de la pesca ilegal.
Según Píndaro Díaz-Jaimes, de la Universidad Nacional Autónoma de México, será fundamental ofrecer a las comunidades locales alternativas a las redes de enmalle. Subraya que otras medidas, como poner fin a la exportación de totoaba a China, requerirán la cooperación internacional. En una carta a Science en agosto de 2021, calificó la entonces reciente decisión del Gobierno de reducir los esfuerzos para controlar la pesca ilegal como "el último golpe de muerte de México a la vaquita". Sin embargo, cree que el nuevo estudio ofrece algunos motivos de esperanza.
"Soy un poco más pesimista", afirma el biólogo marino Mads Peter Heide-Jørgensen, del Instituto de Recursos Naturales de Groenlandia, que estudia las poblaciones de ballenas en el Ártico. Cita la preocupación de que pueda haber otros problemas para las poblaciones realmente pequeñas que el modelo no tenga en cuenta del todo, como el hecho de que pueda resultar muy difícil para las vaquitas encontrar pareja cuando sólo queden unos pocos individuos.
Está de acuerdo con los autores en que lo más urgente sería detener las muertes por captura incidental, "mediante la aplicación rigurosa de una prohibición de la pesca con redes de enmalle en el hábitat primario de la vaquita. Esto debería haber sido implementado por el Gobierno mexicano mucho antes de que la vaquita fuera llevada al borde de la extinción".
"Estos supervivientes nos dan un pequeño respiro", dice Lorenzo Rojas-Bracho, otro coautor, con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, "para cambiar el rumbo hacia la pesca sostenible".
Puede que sea la última oportunidad de las vaquitas para recuperar el aliento antes de quedar atrapadas en las redes de la extinción.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.