El desafío de salvar al lobo más raro del mundo

Nueve de los 10 lobos rojos liberados este año han muerto o han vuelto a la cautividad. Pero muchos presionan para salvar a esta especie en peligro de extinción.

Por Meaghan Mulholland
Publicado 29 sept 2022, 14:20 CEST
Ruby, una loba roja cautiva en el Reflection Riding Arboretum and Nature Center de Chattanooga (Tennessee)

Ruby, una loba roja cautiva en el Reflection Riding Arboretum and Nature Center de Chattanooga (Tennessee), observa su entorno dentro de su recinto. Muchos lobos rojos son mantenidos en ambientes que imitan el entorno salvaje antes de ser liberados para mejorar sus posibilidades de supervivencia.

Fotografía de Jessica A. Suarez, Nat Geo Image Collection

A principios de 2022, un total de 10 lobos rojos fueron liberados de su cautiverio en refugios de vida silvestre en el este de Carolina del Norte (Estados Unidos), como parte de una aceleración ordenada por los tribunales del programa de recuperación a largo plazo del Servicio de Pesca y Vida Silvestre destinado a restaurar estos animales en peligro crítico. Se llevó a cabo tras meses de cuidadosa planificación y colaboración entre zoológicos, santuarios de vida silvestre y biólogos que gestionan la recuperación del lobo rojo.

En total, tres parejas reproductoras y una manada familiar de cinco lobos rojos fueron liberados en los Refugios Nacionales de Vida Silvestre de Alligator River y Pocosin Lakes, tras pasar primero varias semanas en corrales de aclimatación aislados en la zona. Una de las parejas era una hembra salvaje colocada con un macho nacido en cautividad con la esperanza de que se unieran como pareja. Las liberaciones casi duplicaron el número de lobos rojos conocidos en la zona, hasta una veintena.

Sus primeros pasos en la naturaleza fueron captados por las cámaras de seguimiento para que el mundo los viera, y fueron aclamados por los grupos conservacionistas como un "nuevo comienzo" para el atribulado Programa de Recuperación del Lobo Rojo, que tras décadas de crecimiento constante había experimentado un declive en los últimos años.

Una camada de seis cachorros de lobo rojo, nacida en el Refugio del Río Alligator poco después (la primera nacida en la naturaleza en tres años) ofreció otra señal de esperanza. Los cachorros parecen estar creciendo y prosperando, y han sido vistos retozando en los bosques y campos del refugio y aullando junto a sus padres.

Pero intentar recuperar una especie al borde de la extinción no está exento de dificultades, como saben muy bien quienes participan en el proceso; de hecho, los altibajos dramáticos han marcado la última década en la que el "lobo de América" lucha por recuperar su posición en una región en la que una vez fue libre. De los 10 lobos nacidos en cautividad liberados este año, seis han muerto y tres han sido devueltos al cautiverio, un desafortunado golpe para el programa.

Es un recordatorio de que "la conservación es un reto increíble", dice Regina Mossotti, que ayuda a dirigir el programa de conservación del lobo rojo de la Asociación de Zoos y Acuarios.

El duro camino de la recuperación 

El 13 de septiembre se cumplió el 35º aniversario de la reintroducción inicial de lobos rojos, en la que ocho cánidos nacidos en cautividad fueron liberados en Carolina del Norte como un experimento inédito de rewilding (o reintroducción en la vida salvaje) de un depredador autóctono oficialmente declarado extinto. Tras un comienzo accidentado, a medida que los biólogos de campo aprendían más sobre el comportamiento de los lobos rojos en la naturaleza y desarrollaban estrategias innovadoras para gestionar su recuperación, la población creció, alcanzando un máximo en 2012 con más de 100 animales en numerosas manadas y manteniéndose estable durante varios años más.

Pero la invasión de los coyotes en la región provocó un aumento de las muertes por disparos: los lobos rojos jóvenes pueden parecerse mucho a los coyotes en tamaño y coloración, y numerosos jóvenes vagaban por el paisaje durante la temporada de caza de ciervos. Las consiguientes restricciones, la reacción de la población local, el aumento del número de muertes y la reducción forzosa de las estrategias de gestión que habían tenido éxito contribuyeron a que la población de lobos rojos cayera en picado.

Tres de los 10 lobos rojos liberados este año murieron por disparos, la principal causa de muerte de los lobos rojos. Estos incidentes están siendo investigados por las fuerzas del orden. En más de 20 años no ha habido ningún juicio por caza furtiva de lobos rojos, a pesar de los cientos de casos (en Estados Unidos, los lobos rojos son animales protegidos por el Gobierno federal y matar uno podría ser castigado con fuertes multas). Las razones son complejas y frustrantes para algunos conservacionistas que creen que una aplicación más estricta de la ley podría disuadir a los cazadores furtivos y ayudar a la recuperación de la especie.  

Al menos dos murieron por presuntos choques con vehículos y otro por causas desconocidas. Otros tres fueron devueltos a la cautividad después de comportarse de una manera que provocó "dudas sobre su potencial para sobrevivir en la naturaleza", incluyendo "la proximidad a las personas y al desarrollo... a pesar de los repetidos esfuerzos de disuasión".

Se desconoce el paradero del último lobo, ya que su collar de seguimiento por GPS ya no funciona, y se teme que esté muerto.

Arrastrándose hacia adelante

"Aunque la liberación de lobos rojos en cautividad en los últimos dos años no ha tenido el nivel de éxito al que aspiramos, se han dado pasos positivos hacia el aumento de la población salvaje a través de acciones de gestión", dice Joe Madison, el biólogo del Servicio de Pesca y Vida Silvestre que gestiona los lobos rojos en Carolina del Norte, en un comunicado enviado por correo electrónico. "Estos sirven como cimientos mientras incorporamos las lecciones aprendidas y trabajamos hacia acciones que aumentarán la probabilidad de éxito y el número de parejas reproductoras de lobo rojo en la población".

Mossotti está de acuerdo. El programa del lobo rojo, dice, "fue la primera reintroducción de un gran carnívoro en la historia de la humanidad desde una zona en la que había sido extirpado".

"Aunque al principio fue un reto, los lobos acabaron haciendo lo que tenían que hacer: se mantuvieron alejados de la gente, cazaron, tuvieron cachorros y criaron familias en manadas familiares, y la población creció."

El hecho de que esto haya sucedido antes, a pesar de los innumerables problemas, sugiere que puede volver a suceder, algo que hay que tener en cuenta cuando el programa de recuperación empieza de nuevo, con tan pocos lobos salvajes en el paisaje que no tiene más remedio que reintroducir animales nacidos en cautividad para reconstruir la población.

Los defensores de esta medida la califican de oportunidad para "reajustar" y rectificar los errores del pasado, mientras que los críticos afirman que el reducido número de lobos rojos que se encuentran actualmente en el paisaje (independientemente de las complejas razones de su precipitado declive, incluida la interrupción de las prácticas exitosas de cría de cachorros y esterilización de coyotes) demuestra que es improbable que se produzca su recuperación con las técnicas actuales.

Motivado quizás por las recientes sentencias judiciales, así como por un renovado espíritu de colaboración con organismos estatales y no gubernamentales, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre está trabajando para mejorar la divulgación pública en la zona de recuperación desde que se levantaron las restricciones por la pandemia, comprometiéndose a proteger la especie en consulta con la comunidad circundante.

Entre estas iniciativas se encuentra el programa de incentivos "Prey for the Pack" (Presa para la manada en inglés, que se pronuncia parecido a rezar por la manada), que ayuda a las personas con proyectos de mejora del hábitat "que benefician al propietario y a la vida silvestre"; una línea telefónica de atención al lobo rojo y reuniones informativas públicas. Las señales de tráfico móviles colocadas en las zonas en las que se sabe que los lobos están activos animan a los conductores a reducir la velocidad, y también aumentan el conocimiento general de los lobos rojos, que incluso algunos lugareños dicen que no sabían que existían aquí.

Un nuevo Equipo de Recuperación del Lobo Rojo, formado en 2021, incluye a científicos, agencias federales y estatales, representantes tribales, propietarios de tierras locales, zoológicos y centros de naturaleza, y ONG, con la esperanza de que la inclusión de partes interesadas de orígenes más diversos conduzca a mejores debates e ideas sobre cómo pueden coexistir los seres humanos y los lobos rojos.

Wes Seegars, antiguo Comisionado de Recursos de Vida Silvestre del Estado de Carolina del Norte, que posee una granja y terrenos de caza en la zona de recuperación del lobo rojo, es miembro del Equipo de Recuperación, y considera que la afluencia de coyotes a la región es quizá el mayor obstáculo para el lobo.

"Tener sólo lobos rojos de raza pura en el paisaje, no me importa cuánto dinero se ponga, creo que es una imposibilidad física en este momento", dice, dados los miles de coyotes que hay en la región, y el hecho de que los lobos rojos se hibridan con ellos cuando tienen escasez de otras parejas.

A medida que el equipo se acerca a la fecha límite de febrero de 2023 para actualizar el Plan de Recuperación del Lobo Rojo, revisado por última vez en 1990, acaba de publicar un borrador del plan para que el público lo comente. Hay dos áreas de especial interés estratégico: en primer lugar, encontrar nuevos lugares de reintroducción en el área de distribución histórica del lobo rojo para ampliar la distribución de la especie. En segundo lugar, mantener la diversidad genética a largo plazo a través de los 240 lobos rojos que viven en cautividad. También se ha encontrado una cantidad importante de ADN de lobo rojo en coyotes híbridos de Texas, una fuente potencial de restauración genética.

La actual saga del lobo rojo (su espectacular regreso de la extinción, su posterior espiral hacia el borde y su continua lucha por la supervivencia) ilustra no solo las complejas relaciones que los humanos tienen con los depredadores ápice, sino también la difícil labor de conservación. En esta era de extinciones del Antropoceno, cabe esperar que algún día se cuente esta experiencia como una historia de éxito, en lugar de un relato de otra especie que desaparece de la faz de la tierra.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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