Grabado un enorme grupo de ballenas de aleta en un vídeo inédito y espectacular
Científicos y cineastas capturaron una enorme reunión de rorcuales como parte de la serie 'Aventuras Épicas con Bertie Gregory', que se transmite en Disney+.
El rorcual común es el segundo animal más grande del planeta. Recientemente, científicos y cineastas captaron en vídeo un frenesí alimenticio de unos 300 rorcuales comunes frente a la costa de la Antártida.
Con un peso de 80 toneladas, el rorcual común (o ballena de aleta) es el segundo animal más grande del planeta. Hace apenas unas décadas, estos enormes mamíferos estuvieron a punto de extinguirse, ya que sólo en el siglo XX se mataron 700 000 ejemplares por su grasa. Se creía que las escenas de masas de rorcuales comunes reunidas frente a la costa de la Antártida para alimentarse juntas eran reliquias del pasado.
Ahora, sin embargo, científicos y cineastas informan de un hallazgo alentador: la prueba en vídeo de un frenesí alimenticio de unas 300 ballenas de aleta comunes frente a la costa de la Antártida.
"Parecían cañones de una antigua batalla naval", dice el cineasta Bertie Gregory, explorador de National Geographic, al ver los chorros de agua de los espiráculos de las ballenas en el horizonte. "Fue como, OK, esto es algo que sucede. No es sólo un cuento de hadas".
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El suceso fue captado por las cámaras de Aventuras épicas con Bertie Gregory, una nueva serie de National Geographic que se emite en Disney+, y los hallazgos, que incluyen nueva información sobre las rutas migratorias, aparecerán pronto en la revista Royal Society Open Science.
The Walt Disney Company es la accionista mayoritaria de National Geographic Partners, empresa editora de 'National Geographic'
El equipo dice que la revelación es una prueba de que la moratoria de 1982 sobre la caza de ballenas ha permitido que algunas especies se recuperen. Antes de este año, el mayor número de ballenas de aleta que se alimentaban en un solo lugar registrado oficialmente por los científicos era de apenas 13 animales.
Sin embargo, en las últimas décadas se han visto grandes reuniones, dice Paula Olson, bióloga de mamíferos marinos de la NOAA [agencia científica especializada en los estudios marinos del Departamento de Comercio de los Estados Unidos]. "Personalmente, he visto cientos de ejemplares a la vez", dice, "por lo que no me parece tan sorprendente una agrupación de 300 ejemplares. Poco común, pero no sorprendente".
A principios de 2022, Gregory, Helena Herr, de la Universidad de Hamburgo (Alemania), y sus colegas publicaron un estudio en la revista Scientific Reports que documentaba un grupo de alimentación de unos 150 rorcuales comunes en 2019. Pero, dice Gregory, su expedición de la primavera de 2021 a la misma parte de la Antártida ha duplicado ese registro.
La cena de los rorcuales
Sería un error pensar que localizar a cientos de estos gigantes es un trabajo fácil.
"Hay que reconocer que el Océano Antártico es un lugar muy grande", dice Leigh Hickmott, biólogo de ballenas afincado en el Reino Unido y colaborador de Gregory en el proyecto del rorcual común. Ambos se conocieron mientras investigaban y filmaban orcas antárticas en otra expedición para National Geographic.
Para encontrar los lugares en los que los rorcuales comunes podrían alimentarse, Hickmott buscó primero las zonas en las que las corrientes oceánicas profundas chocan con las paredes escarpadas de la plataforma continental. Estas zonas crean un afloramiento de nutrientes, dice Hickmott.
Esos nutrientes alimentan al fitoplancton, que a su vez alimenta a unos crustáceos parecidos a las gambas conocidos como krill. Y aunque el krill es diminuto (a menudo no supera los cinco centímetros de longitud) se considera una especie clave, sin la cual ecosistemas enteros se colapsarían. Los rorcuales, con rápidas embestidas y enormes bocas, engullen krill por toneladas, hasta dos toneladas al día, de hecho.
Con todo esto en mente, en marzo de 2021, el equipo se dirigió a la isla Elefante, famosa por ser el lugar donde el explorador Ernest Shackleton y su tripulación quedaron abandonados en 1916 tras un intento fallido de cruzar la Antártida. Gregory y Hickmott no encontraron la isla Elefante más hospitalaria que Shackleton.
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Los vientos se acercaban a la velocidad de un huracán y obligaron a la tripulación a anclar en alta mar y esperar a que pasara el tiempo. El mareo asoló a la tripulación. Durante el mes que el equipo pasó en la Antártida, sólo seis días fueron lo suficientemente tranquilos y claros como para filmar en mar abierto.
Pero pronto se verían recompensados.
El "Santo Grial" del documental de naturaleza
Casi al final de la expedición, cuando el viento amainó y las nubes se disiparon, Gregory consiguió las imágenes que había venido a buscar: cientos de rorcuales comunes alimentándose de krill con los picos nevados de la isla Elefante al fondo.
En pequeñas balsas inflables, la tripulación se abrió paso silenciosamente en medio de una sopa hirviente de fauna antártica.
"Hay millones de aves", recuerda Hickmott, así como ballenas jorobadas, ballenas francas australes, pingüinos, peces y, por supuesto, colosales nubes de krill. "La gran cantidad de biomasa y vida que tienes ante tus ojos es absolutamente increíble".
Con drones en el cielo y buzos en el agua, el equipo logró filmar el frenesí alimenticio desde todos los lados.
"Hay algo en ver a estos grandes animales en masa, todos juntos, que es realmente mágico", dice Gregory. "Es uno de los Santos Griales del cine de la vida salvaje".
Pero también se trataba de algo más que de hacer buena televisión, dice.
Los científicos todavía saben muy poco sobre dónde se mueven los rorcuales comunes y cómo es su vida cotidiana, así que Hickmott equipó a cuatro ballenas con marcas temporales por satélite para averiguarlo. Las marcas, dos de las cuales siguieron transmitiendo hasta mayo, permitieron al equipo seguir a los animales por primera vez mientras se alejaban de las zonas de alimentación y subían por la costa de Chile, lo que permitió conocer las rutas migratorias de la especie. Si podemos saber más sobre estos animales, podremos protegerlos mejor, afirma Hickmott.
Los hallazgos no podrían llegar en mejor momento.
"Desde el punto de vista científico, es un momento en el que hay mucha oscuridad", dice Hickmott, refiriéndose a la abrumadora naturaleza de las crisis superpuestas que incluyen el cambio climático, la pérdida de hábitat y la extinción masiva.
Pero el hecho de que los rorcuales puedan volver a reunirse en un número que no se veía desde antes de la caza industrial de ballenas significa que los esfuerzos de conservación han funcionado.
"Es inspirador e increíble, pero también es muy humilde de ver", dice Hickmott. "Si se le da la oportunidad, la naturaleza puede volver".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.