Ungüento de lagarto para aliviar los dolores

Tras depender de él para aliviar el dolor, ahora este lagarto está en peligro de extinción

"No hay farmacia, no hay medicinas, nada de eso", dicen los curanderos tradicionales andinos que han sacrificado el jararanko para uso medicinal durante generaciones. Pero los científicos dicen que podría hacer más mal que bien.

Primero se coloca un "parche curativo" de lagarto jaranko, junto con plantas e incienso, sobre la herida del paciente. Un día después, se aplica en la zona un ungüento que contiene el lagarto hasta que cede el dolor.

Fotografía de Sara Aliaga Ticona
Por Eduardo Franco Berton
Publicado 27 oct 2023, 11:14 CEST, Actualizado 7 nov 2023, 9:34 CET

En una mañana soleada en los Andes bolivianos, Victoria Flores pastorea llamas y alpacas a través de humedales nevados y manantiales naturales cristalinos que burbujean de la tierra. De repente, un lagarto color oliva sale de su guarida.

El reptil, de 15 centímetros de largo, llamado jararanko ( "lagarto" en la lengua indígena aymara) se encarama a una roca, tomando el sol. Mientras está distraído, Flores se agacha, lo atrapa y lo golpea con un palo hasta matarlo.

"A veces el jararanko da miedo: te persigue y te muerde", dice Flores, que es aymara y mata a los animales legalmente para utilizarlos en la medicina tradicional.

Lagarto chacaltaya andino Liolaemus forsteri

Lagarto chacaltaya andino Liolaemus forsteri.

Fotografía de Andres Salamanca

Utilizará los restos molidos del animal como "parche de lagarto", un supuesto método curativo para tratar dolencias musculares.

De vuelta a casa, muele su carne en un molino de piedra y la mezcla con hierbas silvestres como wichullo, tetera negra y árnica, hasta que se convierte en una masa verde pastosa que coloca sobre la herida. Nos "curamos porque aquí no hay farmacia, ni medicinas, ni nada de eso. Así que usamos el jararanko", dice.

Pero pronto puede que tampoco queden lagartos.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza clasifica a la Liolaemus forsteri, o iguana arborícola de Forster, como especie en peligro de extinción, según el Libro Rojo de la Fauna Vertebrada de Bolivia.

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    Fotografía de Sara Aliaga Ticona

    Originario únicamente de Bolivia, donde se le llama jararanko, este reptil habita en el valle alto que rodea la ciudad de La Paz, entre los 4000 y los 5000 metros de altitud.

    Mapa de situación de Bolivia

    Mapa de situación de Bolivia.

    Además de su recolección para uso en medicina tradicional, la especie también está en peligro por la pérdida de hábitat debida a la minería y el desarrollo.

    La legislación boliviana permite a las naciones indígenas matar al animal para la medicina tradicional siempre que se utilice con fines de subsistencia, dentro de su territorio ancestral y con prácticas anteriores a la invasión española.

    Bruno Miranda, biólogo de la Red de Investigadores en Herpetología de Bolivia, añade que hasta la fecha no hay ningún estudio científico que avale las propiedades medicinales de los lagartos.

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      Los lagartos Jararanko habitan en el valle alto que rodea la ciudad de La Paz
      Un ungüento que contiene lagarto jararanko se vende en un mercado de medicina natural de La ...
      Izquierda: Arriba:

      Los lagartos Jararanko habitan en el valle alto que rodea la ciudad de La Paz, entre elevaciones de alrededor de 4000 a 5000 metros.

      Derecha: Abajo:

      Un ungüento que contiene lagarto jararanko se vende en un mercado de medicina natural de La Paz.

      fotografías de Sara Aliaga Ticona

      De hecho, "puedes exponerte a ciertos agentes infecciosos que pueden ser nocivos, o que pueden causar ciertos tipos de enfermedades zoonóticas", como la salmonelosis.

      "Por tanto, me parece que estas prácticas deberían reevaluarse en los tiempos actuales", afirma Miranda.

      El jararanko como ingrediente de la medicina tradicional andina tiene raíces profundas, que se remontan a la época precolombina.

      "Lo aprendimos de mi abuelo. Cuando nos hacíamos daño, nos curaba así", cuenta Flores, que hoy utiliza esta misma práctica, llamada zooterapia, con sus hijos.

      Mercado clandestino de El Alto

      En un mercado clandestino de El Alto se vende una mezcla destilada de lagartijas y hierbas. La sustancia se comercializa como linimento para los músculos doloridos o como materia prima para elaborar ungüentos.

      Fotografía de Sara Aliaga Ticona

      Su principal preocupación, dice, son los forasteros que entran en su valle para capturar jararankos. "Los llevan en bidones supuestamente para venderlos, para medicinas, quizá en la Feria del 16 de Julio".

      Mientras deambulo por el popular mercadillo semanal, que se extiende a lo largo de unas 200 manzanas en la ciudad de El Alto, el olor del carbón humeante envía una aromática fragancia al aire.

      A lo largo del mercado 16 de Julio, uno de los mayores de América Latina, cuento 25 lagartos jararanko vivos a la venta en cuatro puestos diferentes.

      "¡No puedes hacer fotos!", me gritó una mujer cuando acerco mi móvil a una caja de cristal que contenía los reptiles vivos.

      A la entrada del centro de medicina tradicional Kallawaya Ametra, un cartel anuncia tratamientos médicos para "luxaciones, fracturas, fisuras, desprendimientos y otros". Incluyen tratamientos con hoja de coca, celebraciones para limpiar los malos espíritus y rituales para venerar a los espíritus que protegen a las comunidades. Dentro, Eleodoro Soto Huacatite me recibe en su escritorio.

      Soto es un curandero de la comunidad Amarete (conocida localmente como Kallawayas), en la cercana ciudad de Charazani, conocida por sus usos medicinales ancestrales. "Nuestros abuelos, antes de la época de los incas, trabajaban con medicina tradicional, totalmente natural. Llevo casi 44 años trabajando en este pequeño puesto".

      Gumercindo Ticona Lipe realiza un ritual curativo para un cliente

      Gumercindo Ticona Lipe realiza un ritual curativo para un cliente trabajador de la construcción (que no quiso dar su nombre) utilizando jararanko y otros ingredientes en El Alto en junio de 2022. Los amautas, o curanderos, ofrecen orientación para tratar dolencias físicas como la artritis reumatoide, fracturas óseas o cualquier dolor muscular intenso.

      Fotografía de Sara Aliaga Ticona

      Cuando le pregunto por el jararanko, me dice que "el lagarto tiene una propiedad curativa que es astringente: absorbe los hematomas y regenera las fracturas o fisuras".

      A continuación, describe cómo se tritura el lagarto hasta convertirlo en una pasta, como hace Flores, y se aplica sobre una zona lesionada durante 24 horas. "El dolor desaparece al día siguiente".

      Soto reconoce la ley que prohíbe matar jararankos, salvo el uso permitido para medicina tradicional con fines de subsistencia dentro del territorio ancestral. Pero no está de acuerdo con ella.

      "No sé por qué el Parlamento decidió que está prohibido usar animales. El lagarto salva vidas, porque si tienes una fractura en algún lugar alejado de la ciudad donde no hay ningún centro [médico], ¿cómo te salvas?".

      Y aunque hubiera centros de este tipo, "en las ciudades donde los servicios sanitarios modernos son más accesibles y especializados, mucha gente sigue acudiendo a los curanderos tradicionales, lo que demuestra la aceptabilidad cultural de estas prácticas", según un estudio de 2011 sobre la zooterapia.

      En general, la zooterapia en América Latina está poco estudiada, sobre todo teniendo en cuenta su uso generalizado, escriben los autores.

      La zooterapia "no sólo plantea un reto para la conservación, sino que también representa una grave amenaza para la salud de muchas comunidades humanas."

      Lagartos mantenidos vivos en una botella de plástico

      Estos lagartos, mantenidos vivos en una botella de plástico, fueron posteriormente sacrificados y mezclados con plantas como parte de un ritual curativo tradicional en El Alto, Bolivia, en junio de 2023.

      Fotografía de Sara Aliaga Ticona

      Represión de los delitos contra la fauna salvaje

      Para Rodrigo Herrera, abogado medioambientalista de La Paz que ha trabajado en varios casos de tráfico de fauna salvaje en Bolivia, la ley establece límites claros.

      "Cualquier animal silvestre que esté siendo comercializado puede ser rescatado y el comerciante debe ser sancionado", afirma.

      "La sociedad tiene que tomar conciencia y dejar de demandar este tipo de productos. Porque no hay ninguna certeza de que estos ungüentos hechos con animales salvajes alivien ningún tipo de dolor."

      En 2015, tras una denuncia del Ministerio del Ambiente, la Policía y el Ministerio Público allanaron un puesto de venta de partes y ungüentos de jararanko en la Feria 16 de Julio. El vendedor violaba la excepción constitucional a la recolección del jararanko "ya que vendía las partes a personas ajenas a la nación kallawaya, [y por lo tanto] ya no era para su subsistencia, sino con fines de lucro", dice Herrera.

      Herrera, que actuó como querellante en la causa del Ministerio de Medio Ambiente contra el vendedor, dijo durante el juicio posterior que no hay pruebas etnológicas que determinen que la ciudad de El Alto formara parte de ninguna nación indígena originaria. El vendedor fue condenado a tres años de cárcel, según Herrera.

      En diciembre de 2021, las autoridades retiraron 61 lagartos jararanko de los mercados locales, que finalmente fueron llevados al Bioparque Vesty Pakos, un centro de rehabilitación de fauna salvaje. En 2012, el bioparque recibió 560 jararankos confiscados en circunstancias similares, dice el veterinario del parque Fortunato Choque.

      Con el aumento de la vigilancia, los vendedores han cambiado la forma de vender los reptiles, por ejemplo exponiendo cinco o diez animales y manteniendo el resto dentro de su puesto, dice Choque.

      Además, "ya no venden animales enteros. Los trituran y los venden como crema".

      Raúl Rodríguez, director nacional de la Policía Forestal y de Protección del Medio Ambiente (POFOMA), dice que muchos vendedores son "personas de bajos recursos que ven una forma de ganar algo de dinero a través de la caza indiscriminada y su posterior comercialización".

      Parte de la solución, según Miranda, puede ser la educación ambiental, concretamente en las comunidades donde se caza furtivamente esta especie. ''Creo que trabajar con los niños en la educación, es esencial, para enseñarles a respetar su propio entorno''.

      (Relacionado: 10 curiosidades en honor al Día Mundial del Lagarto)

      Parte del ecosistema

      De vuelta al humedal con Flores, las llamas y alpacas de Victoria Flores siguen pastando tranquilamente. Sentada junto a su aguayo (bolsa tradicional andina multicolor), reafirma la importancia de los jararankos en su vida.

      "Yo les diría a las autoridades que no lo prohíban. No lo digo para vender el producto: el jararanko realmente cura".

      Miranda, que ha estudiado L. forsteri durante cinco años en los Andes bolivianos, no está de acuerdo.

      Ha visto pruebas directas de caza furtiva en zonas donde se esparcían rocas en busca de los jararankos. Además, en esas zonas había menos reptiles.

      "Forman parte del ecosistema", dice Miranda. "Sólo hay que apreciarlos".

      Este artículo publicado originalmente en inglés en nationalgeographic.com, se ha realizado con el apoyo de Internews Earth Journalism Network y National Endowment for Democracy.

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