La baba de caracol triunfa en el mundo del cuidado de la piel, pero ¿funciona realmente?

Utilizados habitualmente para reparar la piel dañada, los productos que contienen baba o moco de caracol se remontan mucho más allá de la era de las redes sociales y pueden tener potencial más allá de la cosmética.

Por Olivia Ferrari
Publicado 9 ene 2024, 12:24 CET, Actualizado 11 nov 2024, 12:17 CET
Un caracol de jardín, visto desde abajo, se desliza sobre el cristal

Un caracol de jardín, visto desde abajo, se desliza sobre el cristal. El rastro de baba que deja esta especie es un ingrediente popular en productos para el cuidado de la piel.

Fotografía de Georgette Douwma, Nature Picture Library

Consumidores de todo el mundo están gastando cantidades considerables de dinero en adquirir productos cosméticos que contengan baba de caracol, con un mercado mundial en 2022 valorado en unos 555 millones de dólares (507 millones de euros). 

Tras el boom de los productos para el cuidado de la piel con moco de caracol en Corea del Sur, el producto (también denominado mucina o secreción de caracol) se ha difundido ampliamente en redes sociales. Norteamérica es ahora el mercado de mayor crecimiento de productos para la piel basados en el caracol. Pero el uso de la baba de caracol para lograr un cutis radiante y una buena salud es algo más que una moda pasajera de influencers.

Los antiguos griegos ya utilizaban la baba de caracol sobre la piel para combatir inflamaciones tópicas. En la década de 1980, los criadores de caracoles chilenos observaron que la manipulación de caracoles para el mercado alimentario francés les dejaba las manos más suaves y los cortes se curaban más rápido, lo que catapultó la popularidad de la baba de caracol en Sudamérica. 

Pero, ¿funciona realmente esta popular baba? He aquí cómo la baba de caracol puede curar algo más que una cara seca.

Un técnico ordeña un caracol gigante para obtener su mucina en una granja de Tailandia

Un técnico ordeña un caracol gigante para obtener su mucina en una granja de Tailandia. La mucina se segrega como respuesta al estrés, pero las versiones sintéticas de la mucina pueden ser una alternativa para los consumidores preocupados.

Fotografía de Lillian Suwanrumpha, AFP, Getty Images

¿Qué aporta la mucina de caracol a la piel? 

Los caracoles de jardín, la especie de caracol más estudiada para el cuidado de la piel, producen una baba que se anuncia como hidratante, llena de antioxidantes y capaz de estimular el nuevo colágeno, lo que puede reducir los signos del envejecimiento, según Joshua Zeichner, dermatólogo del Hospital Mount Sinai de Nueva York (Estados Unidos).

Los consumidores compran productos a base de baba de caracol para reparar la piel dañada y retener la humedad, según la dermatóloga Elizabeth Bahar Houshmand, miembro de la Academia Estadounidense de Dermatología. El moco está lleno de vitaminas naturales A y E, antioxidantes que pueden reducir la inflamación y los signos de envejecimiento, y contiene péptidos que estimulan la producción de colágeno, añade Houshmand. Sin embargo, Houshmand afirma que se necesitan más ensayos clínicos a gran escala para probar algunos de los supuestos efectos de la baba de caracol y conocer mejor sus principios activos.

Se ha demostrado que el extracto de baba de caracol crea una barrera protectora entre la piel y la contaminación atmosférica. En un estudio se utilizó un modelo tridimensional de piel y se expuso al ozono; la "piel" desprotegida por el extracto de baba de caracol se inflamó y mostró signos de envejecimiento por estrés oxidativo, que causa arrugas y tono desigual de la piel. La "piel" protegida por el extracto de mucus mostró menos inflamación.

Los científicos también están estudiando el uso de las secreciones de caracol más allá del cuidado de la piel. Hay pruebas de que la baba de caracol puede ayudar a cicatrizar heridastratar quemaduras. El moco de caracol también tiene propiedades antibacterianas y antifúngicas.

En otro estudio se comprobó su capacidad para detener las bacterias de las heridas, y algunos de sus efectos fueron mejores que los de los antibióticos comerciales, como la amoxicilina y la estreptomicina. Las primeras investigaciones sugieren que la baba también podría tener propiedades anticancerígenas: el moco de caracol de jardín inhibió con éxito el crecimiento de células cancerosas de la piel en un laboratorio.

Para comprender mejor la baba del caracol, Antonio Cerullo, bioquímico de la City University de Nueva York, recogió caracoles de una granja de caracoles y analizó sus tres tipos de baba: la mucosa protectora del dorso, la mucosa adhesiva del pie y la mucosa lubricante del pie.

Cada tipo tenía propiedades distintas, como rigidez y pegajosidad, y composiciones bioquímicas diferentes.

En la naturaleza, estos distintos tipos de baba cumplen funciones diferentes, explica Cerullo. La que se utiliza principalmente para lubricar tiene más colágeno, lo que la hace más rígida; la que se utiliza para adherirse tiene más calcio, lo que la hace más pegajosa. Estas propiedades ayudan al caracol a moverse y a adherirse a las superficies.

Aislar las moléculas específicas que crean estas propiedades y sintetizarlas para su uso comercial es una tarea complicada. Dado que la baba protectora de los caracoles tiene proteínas antimicrobianas, por ejemplo, varias moléculas de la baba podrían interactuar para crear el efecto antimicrobiano en la piel humana, dice Cerullo.

La microbióloga Roberta Rizzo y el químico Claudio Trapella, de la Universidad de Ferrara (Italia), han analizado más de 100 productos distintos de baba de caracol y han descubierto discrepancias en la calidad. Según explican Rizzo y Trapella, todo influye en el producto final, desde las diferentes prácticas de alimentación y cría en las granjas de caracoles hasta la forma de recoger la baba.

Pero la baba de caracol tiene potencial más allá del cuidado de la piel, dice Adam Braunschweig, químico orgánico de la City University de Nueva York.

Puede utilizarse como pegamento reparador de heridas para tratar úlceras e infecciones internas, y como adhesivo natural en bioingeniería. El moco de caracol también funciona bien como sustancia de administración de fármacos, afirma Braunschweig. Cuando se administra con medicamentos, ayuda a las membranas mucosas del cuerpo a absorber el tratamiento.

Rizzo y Trapelli también están trabajando en el uso del moco natural de caracol de formas poco convencionales: su extracto de baba de caracol se ha utilizado para producir colirios que utilizan la lubricación natural de los caracoles para tratar la sequedad ocular.

(Relacionado: La verdad sobre el triángulo de la muerte de la cara)

¿Se dañan los caracoles en el proceso? 

Los científicos aún no han aislado los componentes específicos de la baba de caracol que le confieren sus propiedades curativas, pero es posible fabricar versiones sintéticas del moco, lo que ayuda a reducir la necesidad de criar caracoles en granjas.

La forma de recolectar la baba varía de una granja a otra (en algunas, los caracoles se arrastran sobre redes para que el moco gotee en bandejas situadas debajo; en otras, se utiliza una cámara de nebulización que induce la secreción del caracol), pero la sustancia se excreta cuando el caracol está sometido a estrés.

La síntesis de moco bioinspirado también facilita el aumento de la producción. Se necesitan muchos caracoles para satisfacer la demanda actual, y es costoso recolectar suficiente baba de caracol. Además, el producto puede cambiar de un día para otro en función de la alimentación de los caracoles, por lo que su mucosidad no siempre es homogénea.

El uso de moco sintético también permite a los químicos modificar el producto con más facilidad. Con la mucosidad natural, "te quedas con lo que te da el animal", dice Braunschweig. "¿Y si quieres cambiar la receta o las propiedades?

Su equipo espera fabricar materiales sintéticos por una fracción de su coste y que puedan adaptarse, por ejemplo, para ser más adhesivos o más lubricantes, según la aplicación.

"El moco hace muchas cosas asombrosas", dice Cerullo; "ahora, con nuestro trabajo, esperamos que se abra camino para que podamos aprender mucho más del moco en la próxima década de lo que hemos aprendido en los últimos 2000 años".

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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