¿Conseguirá está contaminada urbe italiana volver a ser la "ciudad de los delfines"?

A pesar de la larga historia industrial de Tarento, su población de delfines ha prosperado durante milenios. Los residentes luchan para que siga siendo así.

Por Guglielmo Mattioli
Publicado 25 jun 2024, 10:20 CEST
Los delfines viven desde hace siglos frente a las costas de Tarento (Italia)

Los delfines viven desde hace siglos frente a las costas de Tarento (Italia). Las poblaciones aquí prosperan, a pesar de la larga historia de tráfico naval e industria de la ciudad.

Fotografía de Mauritius Images, GmbH, Alamy Stock Photo

Donde el talón se une a la bota de la península italiana, a orillas del mar Jónico, se encuentra la antigua ciudad de Tarento.

Fundada por los espartanos en el año 706 a.C., la ciudad es más antigua que Roma y, según la mitología griega, la historia de su origen incluye ninfas, guerras, hijos de dioses y delfines. Muchos delfines.

"El delfín se convierte en una especie de animal totémico de la ciudad, como si fuera el animal protector. No sólo simbólico, sino realmente protector de la ciudad, vinculado al mito fundacional", explica Giovanni Pietro Marinò, arqueólogo del MArTA, el museo arqueológico de Tarento.

Los delfines abundan tanto en la historia de la ciudad como en sus aguas. Pero a pesar de ser el símbolo de la ciudad, no fue hasta principios de la década de 2000 cuando el biólogo marino Roberto Carlucci, de la Universidad de Bari, empezó a preguntarse cuántos existen, dónde se aparean y alimentan, y cómo sobreviven en una ciudad dominada en el último siglo por una industria contaminante.

La ciudad sigue visiblemente marcada por su reciente pasado industrial: sus gigantescas estructuras se ciernen sobre el horizonte. Durante años, los residentes no salían de sus casas en los días de viento para evitar la contaminación atmosférica que entraba en la ciudad. Sin embargo, la región cuenta con una vida marina única y floreciente.

"Es como un puzzle que se va enriqueciendo a medida que aumentan las piezas", dice Carlucci.  

Los delfines aparecen a menudo en la mitología griega y romana como criaturas marinas benévolas, protectoras de los marineros, y están relacionados con el dios Apolo. En el siglo III a.C., Tarento era lo bastante rica y poderosa como para acuñar sus propias monedas. Taras, hijo del dios del mar Poseidón, aparece montado en un delfín en la cara de la moneda, para identificar su procedencia.

En los días buenos, todavía se pueden ver delfines desde el antiguo paseo marítimo de Tarento, acercándose a la ciudad por curiosidad o persiguiendo comida.

Una moneda de plata del año 300 a.C. representa a un hombre montado en un delfín. Los delfines aparecen a menudo en los mitos griegos y han sido un símbolo popular de Tarento desde su fundación.

Fotografía de DeAgostini, Getty Images

Estudios recientes han demostrado, mediante secuenciación genética, que los delfines listados del golfo tienen características genéticas únicas que no se encuentran en otras partes del Mediterráneo. Esto sugiere que los delfines que se ven hoy podrían ser descendientes de los que vieron los antiguos griegos.    

"Estos delfines llevan Tarento escrito en su ADN", afirma Cristiana De Leonardis, bióloga marina de Jonian Dolphin Conservation.    

Tras más de una década de inspecciones en algunas zonas del Golfo de Tarento, los investigadores de la organización de conservación identificaron seis especies de cetáceos: los delfines tornillo (que también constituyen la población más numerosa, estimada en unos 20 000 individuos), los delfines mulares y comunes, el delfín gris y el raro zifio o ballenato de Cuvier. Los cachalotes utilizan la zona como lugar de cría y los investigadores también han avistado ocasionalmente rorcuales comunes.

Desde que comenzó la vigilancia hace 15 años, la población de delfines se ha mantenido estable, y la clave de su supervivencia podría estar oculta a miles de metros bajo la superficie del mar.

A pocos kilómetros de la costa de Tarento, entre Apulia y Calabria, un cañón submarino llamado valle de Tarento alcanza los 1500 metros en su punto más bajo. El cañón es un hábitat activo para los cefalópodos, de los que se alimentan los cachalotes. Sus empinadas laderas también mezclan verticalmente aguas cálidas cercanas a la superficie con aguas frías más profundas ricas en nutrientes, lo que impulsa la producción de fitoplancton en la base de la cadena alimentaria.

En un ecosistema bien equilibrado, el fitoplancton sustenta una amplia gama de criaturas marinas como gambas, caracoles y medusas, que alimentan a los peces de los que dependen los delfines para alimentarse. Dado que la población de delfines de Tarento ha empezado a controlarse recientemente, no está claro cómo ha afectado el hombre a su supervivencia a lo largo de los siglos en que ambas especies han convivido. Pero los científicos creen que la singular geografía del cañón proporciona una fuente constante de alimento que ayuda a la población de delfines a adaptarse a otros factores de estrés como la contaminación o las colisiones con embarcaciones.

Más de la mitad de los delfines y ballenas del Mediterráneo están amenazados de extinción, lo que convierte al golfo de esta ciudad industrial en un sorprendente refugio marino.

(Relacionado: Cinco formas en que las orcas sorprenden a los científicos)

Tarento mira al pasado      

Esta ciudad costera italiana quiere garantizar que sus aguas sigan siendo un santuario para sus delfines, residentes desde hace mucho tiempo.

Frente a la costa de la ciudad, los delfines se enfrentan a varias amenazas crecientes: la navegación, la contaminación acústica, la pesca y el aumento de la temperatura del mar. La marina italiana tiene allí su mayor base, que ocupa kilómetros de costa. Es la sede de un centro de mando de la OTAN, y el puerto comercial de la ciudad se está expandiendo. La primera planta eólica marina italiana se inauguró en 2022, y en la costa norte de la ciudad, la empresa energética Eni tiene una gran refinería de petróleo.

La contaminación acústica submarina de estas actividades supone un riesgo para mamíferos marinos como los delfines, según demuestran los estudios. Los delfines utilizan el sonido para comunicarse entre sí, navegar y encontrar alimento, y el ruido submarino generado por el tráfico marítimo y la industria perturba estos comportamientos esenciales.

Menos claro está cómo puede afectar a los delfines la contaminación atmosférica de la mayor planta siderúrgica de Europa, una empresa público-privada llamada ILVA. Carlucci cree que "es casi imposible que la contaminación generada a lo largo de la costa no tenga un impacto" en el medio marino y sus criaturas. Pero determinar una correlación directa entre la contaminación de las fábricas y los impactos concretos requiere más investigación.    

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    La producción siderúrgica de Tarento alcanzó su punto álgido en la década de 1970, y los subproductos industriales se han relacionado supuestamente con una serie de problemas de salud. Ahora, los responsables municipales quieren instalar una zona marina protegida para crear un entorno saludable tanto para las personas como para los delfines.

    Fotografía de Donato Fasano, Getty Images

    Esta planta siderúrgica marcó el paisaje medioambiental de la ciudad durante décadas. Construida en los años 60, alcanzó su punto álgido de producción a finales de los 70 y principios de los 80, cuando empleaba a más de 40 000 personas, aproximadamente el 16% de la población de Tarento en aquella época, y producía más de 17 millones de toneladas de acero al año. En la actualidad, la planta produce unos tres millones de toneladas al año, una reducción motivada en parte por las demandas judiciales que alegan una relación entre las emisiones peligrosas y enfermedades mortales como el cáncer.

    Ahora, Tarento busca un futuro más verde tanto para los humanos como para los delfines.

    "Esta ciudad sufrió los errores que sufrieron muchas partes de Italia. Cortamos nuestras conexiones con el mar para construir industrias", afirma Rinaldo Melucci, alcalde de Tarento. Quiere reconstruir esas conexiones y hacer que la ciudad pase de su pasado industrial a un futuro más sostenible.

    Para preservar esta población única, los políticos locales trabajan ahora con científicos para establecer una área marina protegida (AMP) en parte del golfo. Una AMP impulsaría los esfuerzos de conservación, aumentaría los recursos para la investigación y establecería normas para limitar la contaminación acústica y el tráfico marítimo.

    La AMP aún está pendiente de la aprobación del Ministerio de Medio Ambiente italiano, sin un plazo claro. No obstante, Melucci, alcalde de la ciudad, sigue adelante y afirma que la ciudad empezará a crear las oficinas locales que algún día podrían supervisar la AMP. Italia es uno de los países europeos con menos AMP, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, a pesar de ser uno de los que más kilómetros de costa tiene.

    Al biólogo marino Carlucci le preocupa que un puerto cada vez más activo perjudique a la antigua población de delfines de Tarento antes de que se establezcan protecciones marinas: "Mi mayor temor es que lleguemos demasiado tarde cuando por fin se establezca una".

    La transición de Tarento, la ciudad de ILVA, a la restauración del entorno de la ciudad ha sido un proceso lento y difícil. El casco antiguo, con el paso restringido hasta hace unas décadas, se está restaurando y reabriendo. Los cruceros atracan ahora en el puerto de Tarento, y la ciudad está atrayendo acontecimientos deportivos marítimos internacionales.

    "Quiero que Tarento vuelva a ser la ciudad de los delfines", afirma De Leonardis.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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