Las ventanas matan a 3500 millones de aves al año en Estados Unidos

El vidrio es aún más mortífero para las aves de lo que se pensaba, según una nueva investigación. Pero, a diferencia de muchos problemas medioambientales, la comunidad científica afirma que las soluciones son sencillas.

Por Jason Bittel
Publicado 5 jun 2024, 20:00 CEST, Actualizado 6 jun 2024, 8:14 CEST
Una huella de un pájaro que chocó contra una ventana se ve en Londres en 2019.

Una huella de un pájaro que chocó contra una ventana se ve en Londres en 2019.

Fotografía de CG7 Images, Alamy

PUM.  

Cuando un pájaro choca contra una ventana de cristal, la fuerza es más que considerable. Los paneles tiemblan. Los huesos se rompen. Los cerebros sangran.

Sin embargo, sólo un pequeño porcentaje de aves muere tras el impacto. Muchas recuperan la consciencia y vuelan heridas, mientras que un número desconocido de ellas son rematadas por los depredadores. Esto hace que el fenómeno sea difícil de estudiar.

Ahora, una nueva investigación más exhaustiva ha demostrado que quizá estemos subestimando gravemente el número anual de aves muertas al chocar contra un cristal.

Las investigaciones anteriores se habían basado en el recuento de aves encontradas muertas junto a ventanas y otras estructuras de cristal. Pero los investigadores han dado un paso de gigante al observar a las aves en tiempo real durante cinco años, además de estudiar los datos sobre su rehabilitación.

Los resultados, publicados recientemente en The Wilson Journal of Ornithology, sugieren que cada año mueren entre 1280 y 3460 millones de aves en colisiones con cristales. Esa cifra, que representa un aumento del 350% respecto a la estimación anterior de 2014, es solo para Estados Unidos, lo que significa que el impacto global es probablemente muchas, muchas veces mayor.

"Ahora mismo, todo el maldito mundo está lleno de vidrio", afirma Daniel Klem, líder del estudio y ornitólogo del Muhlenberg College de Pensilvania (EE. UU).

Un macho y una hembra de tángara rojinegra migratoria muertos

Un macho y una hembra de tángara rojinegra migratoria muertos yacen en la hierba tras chocar contra una ventana de cristal.

Fotografía de Melissa Groo, National Geographic Image Collection

El mercado mundial de la construcción con vidrio alcanzó los 110 000 millones de dólares en 2023, y se prevé que crezca hasta los 177 000 millones en 2032, según estimaciones del sector.

"Las aves de todo el mundo están sufriendo un duro golpe, literalmente, y la consecuencia es que estamos perdiendo un número tremendo de la población", dice, señalando un estudio reciente que estima que , desde 1970, hay 3000 millones de aves menos en América del Norte desde 1970, debido a factores como los pesticidas, la pérdida de hábitat, y los gatos al aire libre.

Para la investigación, Klem y sus colegas registraron más de 1200 horas de observación a lo largo de cinco años. Utilizando alpiste, atrajeron a las aves a la linde de un bosque en Henningsville, Pensilvania, y luego observaron cómo se comportaban los animales cerca de una hilera de ventanas con marcos experimentales colocadas a unos nueve metros de los comederos.

Curiosamente, de las más de 1300 aves que se golpearon con los cristales de las ventanas, el 50% no dejó ninguna marca, como plumas, manchas de polvo o sangre. Según los autores, esto sugiere que muchos de los costes que suponen para las aves los golpes contra las ventanas pasan desapercibidos.

En general, los investigadores descubrieron que sólo el 14% de las colisiones provocaron una muerte inmediata. Sin embargo, un subconjunto de experimentos también demostró que otro 14% de las aves quedaban inconscientes o aturdidas durante cinco minutos o más tras chocar contra los paneles, antes de salir volando y posiblemente morir más tarde.

"Eso no nos gusta. A nadie le gusta", dice Klem sobre las aves que murieron durante el estudio.

Sin embargo, subraya que este tipo de estudios son necesarios para identificar los riesgos a los que se enfrentan las aves en el mundo real y desarrollar productos que los minimicen. El Comité Institucional para el Cuidado y Uso de Animales del Muhlenberg College aprobó el protocolo experimental, y los permisos fueron expedidos por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. y la Comisión de Caza de Pensilvania.

Por otra parte, los científicos recopilaron datos de 10 instalaciones de rehabilitación de animales de las regiones del noreste y los Grandes Lagos de Estados Unidos. De las casi 9000 aves llevadas a una instalación por colisión con una ventana, el 70% terminó pereciendo.

Un asesino invisible

Durante el último medio siglo, Klem ha sido uno de los científicos que ha liderado el campo de las colisiones de aves con cristales.

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    "El 99% de las ventanas del mundo son reflectantes", afirma Klem, autora también de Solid Air: Invisible Killer-Saving Billions of Birds from Windows [Aire sólido: un asesino invisible - Protegiendo a miles de millones de aves de las ventanas]: "Incluso un cristal perfectamente transparente que cubra un espacio interior oscurecido actúa como un espejo en el exterior".

    Esto provoca colisiones cuando esa superficie refleja árboles o el cielo: las aves simplemente piensan que vuelan hacia más hábitat, no hacia un material sólido.

    Las especies afectadas también son diversas: en el estudio de Klem en Pensilvania, más de una docena de especies de aves chocaron contra las ventanas experimentales, como palomas de luto, carpinteros comunes, mirlos de alas rojas, cardenales del norte, juncos de ojos oscuros y halcones de Cooper.

    "Es bueno destacar lo peligrosas que son las ventanas", afirma Luke DeGroote, que no participó en la investigación, pero revisó una versión anterior del estudio. DeGroote también alabó la conclusión del estudio de que la mitad de las colisiones no dejan huella, algo de lo que ha sido testigo anecdótico pero que nunca ha visto reconocido en la literatura científica.

    Sin embargo, DeGroote, que es el principal coordinador de investigación aviar de la Reserva Natural Powdermill del Museo Carnegie de Historia Natural de Rector (Pensilvania), advierte sobre la fiabilidad de los cálculos del estudio.

    Por ejemplo, las estadísticas de las instalaciones de rehabilitación de fauna salvaje no han sido sometidas a revisión por pares, señala. Esto no significa que los datos sean incorrectos, pero DeGroote sabe por su propia investigación que los índices de éxito de la rehabilitación pueden variar mucho.

    "Sé que uno de mis rehabilitadores tiene una tasa de éxito fenomenal, de más del 90%", dice DeGroote: "Así que un 70% de mortalidad parece alto".

    La buena noticia es que la gente puede evitar fácilmente que los pájaros se estrellen contra las ventanas.

    "No es algo complejo, ¿verdad? No es el cambio climático. No son incógnitas multifacéticas", dice Klem; "sabemos cómo resolver este problema".

    Tanto Klem como DeGroote dirigen experimentos en los que se prueban nuevos productos (películas, revestimientos, patrones y calcomanías) que pueden colocarse sobre el cristal para hacerlo más visible a las aves.

    Y aunque los estadios deportivos y los rascacielos requieran tratamientos avanzados (y voluntad política), hay muchos productos baratos que los consumidores pueden instalar en sus casas.

    Por ejemplo, colgar cuerdas sobre las ventanas o cubrirlas con cuadrados adhesivos o cinta translúcida puede disuadir a los pájaros de golpear las ventanas.

    "Podríamos [salvar a las aves] mañana mismo, si la gente estuviera dispuesta", afirma Klem.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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