Siete extrañas criaturas marinas tan raras que no parecen reales
Encontrada en las profundidades del Océano Pacífico, la medusa sombrero de flores (Olindias formosa) se desliza con su campana translúcida y sus tentáculos de colores, utilizando células urticantes para capturar pequeños peces y plancton.
Desde Aristóteles, que describía crustáceos y moluscos en papiros, hasta los investigadores que utilizan el crowdsourcing y las pruebas genéticas para identificar la última especie de pez luna, los seres humanos llevan mucho tiempo fascinados por las criaturas del mar.
"Es lo desconocido", afirma Erich Hoyt, autor de Creatures of the Deep: In Search of the Sea's Monsters and the World They Live In [Criaturas de las profundidades: en busca de los monstruos marinos y del mundo en que viven]. "Uno mira al océano y puede ver un delfín o una ballena, pero no ve lo que ocurre debajo", continúa; "sólo conocemos una fracción del número de especies que hay ahí abajo".
Ya sea por su impresionante aspecto o por su despiadada búsqueda de la supervivencia, éstas son algunas de las especies de animales marinos más cautivadoras que han identificado los exploradores y biólogos marinos.
Calamar vampiro
A pesar de su ominoso nombre, los calamares vampiro son relativamente pequeños, de unos 30 cm de longitud. Tienen un cuerpo gelatinoso con telarañas entre los brazos, lo que les da un aspecto de manto.
Lo primero que hay que saber sobre los calamares vampiro es que ni son vampiros ni son calamares, dice Bruce Robison, científico del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey en California (Estados Unidos), que lleva décadas siguiendo la pista de estos cefalópodos.
Entonces, ¿cómo se ganó el temible apodo este amable carroñero de las profundidades marinas? El teutólogo alemán Carl Chun describió por primera vez el calamar vampiro en 1903. Lo llamó Vampyroteuthis infernalis, que significa "calamar vampiro del infierno".
"Sospecho que los ojos rojos y la capa le llevaron a decir: 'eso parece un vampiro'", dice Robison; "así que se divirtió un poco con el nombre".
En lugar de sangre, el calamar vampiro se alimenta de lo que se conoce como nieve marina: restos flotantes como algas, plancton muerto y materia fecal. Pero sería un error subestimar a este diminuto cefalópodo. El calamar vampiro puede lanzar un chorro de moco con partículas luminosas desde los poros de los extremos de sus brazos, envolviéndose en una nube brillante para evitar a los depredadores.
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Pez luna timador
A diferencia del calamar vampiro, el pez luna es una especie recién descubierta. Clasificado como Mola tecta, este escurridizo pez fue identificado por primera vez en 2017 por la estudiante de doctorado Marianne Nygaard y su equipo en Nueva Zelanda. "Tecta" deriva de la palabra latina tectus, que significa oculto o escondido.
"Me impresionó bastante que este pez hubiera logrado escapar al reconocimiento durante todos estos años, a pesar de un enorme interés en ellos, numerosas especies descritas y una taxonomía desordenada", dice Nyegaard.
Conocido por habitar en aguas frías del hemisferio sur, frente a las costas de Nueva Zelanda, Australia, Chile, Perú y Sudáfrica, el Mola tecta, que según algunas estimaciones puede llegar a pesar 900 kilos, ha sido avistado a lo largo de la costa de California y tan al norte como Alaska.
El aspecto de los peces luna puede variar considerablemente dentro de la misma especie y cambiar de morfología a medida que crecen, lo que dificulta su identificación. El último avistamiento se produjo el 3 de junio, cuando un pez luna gigante de casi tres metros apareció en una playa de Oregón (Estados Unidos). Nyegaard fue alertada y confirmó que se trataba de Mola tecta, una vez más oculto a plena vista.
"Siento que me engañan constantemente", dice.
'Phronima sedentaria'
Una phronima sedentaria, un anfípodo de aguas profundas, ahueca un salpo gelatinoso para utilizarlo como refugio protector de sus huevos y crías.
Las Phronima sedentarias habitan en la zona crepuscular de los océanos de todo el mundo, normalmente entre 200 y 1000 metros por debajo de la superficie. A pesar del nombre maternal que reciben en inglés, pram bugs, que deriva de la palabra británica "pram" cochecito de bebé, estos anfípodos, también conocidos como monstruos de toneles, son astutos parásitos.
Suelen medir menos de dos centímetros y se alimentan de salpas, unas criaturas gelatinosas parecidas a las medusas. La Phronima sedentaria madre utiliza sus pinzas delanteras, parecidas a las de un cangrejo, para comerse las entrañas de la salpa, habitar en su caparazón hueco y poner sus huevos en el interior. Una vez que sale, impulsa la salpa hacia delante como si fuera un cochecito, de ahí su nombre.
Cuando sus crías eclosionan, continúan el ciclo consumiendo la salpa desde el interior, mientras la madre también da un mordisco de vez en cuando. "El asesinato y secuestro de otra criatura contrasta muy bien con el devoto amor maternal", dice Hoyt.
Medusa sombrero de flores
Encontrada en las costas de Japón, Brasil y Argentina, la impresionante medusa sombrero de flores, cuyo nombre científico es Olindias formosa, utiliza brillantes tentáculos multicolores para atraer a los peces pequeños, dice Hoyt. Con un diámetro máximo de 15 centímetros, esta medusa alterna el fondo marino con las aguas costeras, según el Acuario de la Bahía de Monterrey (Estados Unidos).
La medusa sombrero de flores, aunque rara, aparece a veces en grandes grupos conocidos como floraciones. Esto ocurre cuando el aumento de la temperatura del agua crea más alimento para las medusas, lo que provoca un aumento de la población. Aunque la picadura de la medusa sombrero de flor no es mortal para los humanos, es bastante dolorosa y puede causar sarpullido. Estas hermosas pero peligrosas criaturas han inspirado obras de arte y advertencias para los bañistas en la costa argentina.
Anguila hocicuda
La gran boca de la anguila hocicuda le permite engullir presas enteras, incluidos peces e invertebrados, adaptándose bien a la escasez de alimento en las profundidades oceánicas.
Con su color negro y su cola sinuosa, la anguila hocicuda navega velozmente por la zona intermedia del Pacífico oriental. Sin embargo, lo que realmente distingue a la anguila hocicuda (y lo que inspiró su nombre) es su gigantesca boca.
A pesar de su esbelto cuerpo, la boca de la anguila hocicuda puede expandirse repentinamente como una pompa de jabón, lo que le permite recoger presas mucho más grandes. Esta adaptación le sirve como plan de reserva para cuando escasea la comida. Sin embargo, la anguila, también conocida como anguila pelícano porque su método de alimentación en forma de cuchara se asemeja al de un pelícano, consume principalmente pequeños crustáceos gracias a sus diminutos dientes.
En 2018, un vídeo visto más de cinco millones de veces captó a exploradores en el Nautilus E/V observando a una anguila hocicuda juvenil, parecida a un teleñeco, de la especie relacionada Eurypharynx pelecanoides en acción en el Monumento Nacional Marino Papahānaumokuākea en Hawái.
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Calamar colosal
El calamar colosal, que no debe confundirse con el calamar gigante, es el mayor invertebrado jamás identificado. Conocido científicamente como Mesonychoteuthis hamiltoni, esta criatura de las profundidades marinas fue identificada por primera vez en 1925 por el zoólogo Guy Robson tras encontrar dos de sus tentáculos en el estómago de un cachalote que apareció en las costas de las Islas Malvinas.
En febrero de 2007, unos pescadores del Mar de Ross, situado al sur de la Antártida y llamado a menudo "el último océano" por su lejanía, capturaron accidentalmente una de estas criaturas. Según Hoyt, este calamar colosal pesaba aproximadamente 500 kilos y era uno de los más grandes jamás encontrados.
Antes de este incidente, aún no se habían observado ejemplares vivos en su hábitat natural. Sin embargo, en 2023, el explorador de aguas profundas Matthew Mulrennan captó imágenes de vídeo que podrían mostrar una cría viva de calamar colosal en el océano Antártico, a cientos de kilómetros de la costa de Argentina. Se están realizando análisis para confirmar esta observación.
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Pez arquero
El pez arquero, que suele encontrarse en el Sudeste Asiático y al norte de Australia, es famoso por sus singulares habilidades de caza tanto dentro como fuera del agua. En el océano, estos peces tropicales persiguen crustáceos, pero también adaptan sus técnicas de caza bajo el agua para detectar y derribar arañas, bichos y otros insectos que se encuentran en las ramas y hojas de los manglares.
"Pueden derribar el alimento introduciendo agua en la boca a través de las branquias", explica Eileen Caro, bióloga del Acuario de Florida (Estados Unidos); "luego tienen una hendidura en el paladar que les permite expulsar el agua".
Aunque hay otros peces que pueden expulsar agua, el pez arquero es conocido por su precisión. Con un tamaño que suele oscilar entre los 10 y los 27 centímetros, estos peces también pueden saltar hasta 30 centímetros fuera del agua para capturar a sus presas.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.